martes, 29 de octubre de 2013

#05: El **** horario de invierno

Lo único en lo que no discuten los españoles es en que todos odian el cambio de hora.


"Y recuerden, a las 3 serán las 2."
Así imagino yo que empezará el Apocalipsis. Con esas palabras dichas por un presentador de informativos que te habla muy despacio, como si fueras idiota. Que puede que lo seas, porque siempre te acabas liando, pero eso no es culpa tuya. La culpa la tiene esa maldita costumbre de, justo cuando acabas de adaptarte a ese horario que pusieron hace tan sólo seis meses, te lo vuelvan a cambiar.

La culpa de todos los males del universo la tiene el horario de invierno. Hala, ya lo he dicho.

Da igual que cada año nos lo expliquen. Es que así se ahorra luz. Todos lo hemos pensado: vamos a ver, señores, ¿no se dan cuenta de que la luz que te ahorras desayunando de día a las ocho la tienes que encender merendando de noche a las cinco de la tarde? Si en España nos acostáramos temprano, todavía, pero aquí siempre hemos sido nocturnos. Y si a la nocturnidad le echas ahora otras dos horas pues hagan cuentas.

Por ahí circulan teorías de que las realmente beneficiadas con el cambio de hora son las grandes empresas. Que tú, mientras subes la persiana de tu Carnicería Paqui a las 9 de la mañana con un sol de narices piensas que qué bien que las grandes empresas ahorren, total, lo tuyo de quejarte de la hipoteca y la crisis es postureo más que nada. Por moda. Qué más te da a ti si la factura de la luz te sube otro poco, llegas a fin de mes con bastante holgura.

Encima nos lo intentan colar como de buen rollo. ¡Eh, dormimos una hora más! Es una trampa, sólo quieren tenerte contento para distraerte de lo importante: el horario de invierno es una gran mierda. Además, un domingo de 25 horas lo único que hace es alargar la agonía de pensar en el lunes sesenta minutazos más. 

A partir de ese momento las tardes de invierno se hacen laaargas, largas. Eternas. En un determinado momento, después de horas y horas de oscuridad te dices "Mejor me hago algo de cena y me acuesto". Entonces miras el reloj. 18:36. Te dan ganas de tirarte al suelo de rodillas con los puños en alto y gritar "¡¡¡NOOOO!!!". ¿Y ahora qué coño haces en tu casa hasta la hora de la cena? Porque a la calle no vas a salir, ¡es de noche, debe hacer frío! ¡Aterradoras criaturas acechando en las sombras! Es en estos duros momentos cuando retomas una relación que, a la larga, se convierte en la mejor que tienes con nadie en todo el año: tu amistad con derecho a roce con el sofá. Ahí está, todo para ti, mirándote como diciendo "Sabes que no tienes nada que hacer en las próximas cinco o seis horas..." Esa relación te va transformando, sutilmente, sin que tú lo notes. Tu sofá es como un dementor que poco a poco va absorbiéndote la vida. Así ocurre que a las diez menos algo te llaman para salir y tú, que eras una persona joven, activa, llena de vitalidad, le acaricias con dulzura el lomo a tu sofá y contestas: "No me apetece, la verdad" y como tus amigos te insisten, porque al parecer son unos tipos desarraigados, sin casa en la que estar ni sofá en que vivir, acabas por soltarles LA FRASE: "Que no, en serio, que ya me he puesto el pijama". Nada más que añadir, señoría. Tus amigos cuelgan derrotados. Porque todas las personas del planeta Tierra saben que, una vez puesto un pijama, es total y absolutamente imposible quitárselo antes del siguiente amanecer. IMPOSIBLE. Que, en caso extremo de salida imprevista o inevitable (para recoger a un amigo borracho y que no conduzca, o recoger a una amiga, borracha, que lo ha dejado con el novio, o recoger a tu hijo adolescente, borracho y, muy probablemente, drogado) todo lo más te pones una chaqueta de chándal encima y te montas en el coche en zapatillas.

Ni siquiera funcionan bien los planes de "mantita y peli" porque las pelis, si son de las que ponen en televisión, empiezan a las 10 de la noche y acaban, como muy pronto a las 12 y pico. Tú a las diez y veinte ya empiezas a mochuelear hecho una larva en tu manta suave y muy duro serás si a las once y cinco no has pegado algún ronquido y despertado a los vecinos, que también llevan un rato sobando en sus respectivos sofases. Y si ése es el ánimo para ver una simple película, del sexo salvaje (o domesticado) ya ni hablamos. Quita, quita, qué pereza. Vamos a dormir. Y pásame esos calcetines gordos de lana.

Nada va bien con el cambio de hora. Por la mañana llegas al trabajo inflado a dormir y muerto de sueño (el cuerpo humano misteriosamente funciona así) y ni siquiera puedes hablar con tus compañeros del final de la película de anoche porque todos os quedasteis fritos a mitad u os dormisteis y despertasteis a intervalos irregulares y no entendisteis nada. Quizá podéis contaros qué parte vio cada uno e intentar reconstruir la historia.

Supongo que por mucho que nos quejemos, al final sólo nos queda resignarnos (esto es como muy español, ¿eh?), así que intentemos acostumbrarnos. Aunque una cosa os digo: ya veréis como cuando consigamos adaptarnos nos la cambian otra vez.

lunes, 28 de octubre de 2013

#Culturiosidad09

¿Qué hacían los espartanos con los bebés nacidos con defectos físicos?

Todos los padres quieren que sus hijos nazcan sanos y fuertes. Pero, en caso de putada en contrario, los quieren igual y hacen lo posible para que sus niños sean felices, independientemente de si Mamá Naturaleza ha decidido ponérselo más o menos fácil. Esto, que es algo que hoy en día (quiero pensar que) todos tenemos claro, no siempre fue así.
Los espartanos nunca fueron un pueblo que se caracterizada por su afición a ver El Diario de Noah. A la pregunta "¡¡Espartanos!! ¡¿Cuál es vuestro oficio?!" no había respuestas como "Artista independiente" ni "Yo, personal shopper", no. Ellos se dedicaban a cosas serias. Básicamente, lo suyo era la guerra. Y con una visión bastante práctica y poco sentimental, consideraban que todo hombre que no sirviera para la batalla y toda mujer que no sirviera para parir guerreros fuertes era un gasto inútil y no estaba la cosa para derrochar.
Por lo tanto si al nacer un consejo de ancianos consideraba que no ibas a ser apto para, en el futuro, cargarte a todo quisque en nombre de la patria, te llevaban al monte Taigeto y te lanzaban barranco abajo. Finos, los muchachos. Que si los pillara Unicef ahora los crujía, aunque mucho me temo que no muy lejos del Edén al que llamamos Primer Mundo se siguen haciendo burradas no muy diferentes de las que eran moda hace unos 3.000 añitos.

Hoy los más rápidos del oeste han sido el imbatible @laratamarilla y @ardilla1997. Pero cuando digo rápidos me refiero a rápidos rápidos. Congratulation!

lunes, 21 de octubre de 2013

#04 El autocabreo

A veces, para cabrearse sólo hace falta tener tiempo libre.

Siempre nos andamos quejando de la vida de estress que llevamos. Intentar no llegar tarde al trabajo por la mañana, salir de la oficina, comer rápido, correr al gimnasio antes de volver a la oficina, ¿hiciste el informe, Pérez? ¡Mierda, el informe! No me da tiempo a pasear al perro, ¿vas tu al supermercado? ¡Se me quema la cena! Tic tac, tic tac... Así llegas a la cama, que antes de tocar almohada ya te has pasado tres veces la fase REM. Y claro, con tanto ajetreo, se echa de menos "tener tiempo para uno mismo, para relajarse, reflexionar...", ¿verdad? ¡Pues no, mal! Si algo nos ha demostrado la historia es que pensar en exceso es malo. Caca. No. Que yo no digo que tengamos la actividad cerebral de un geranio, pero reconozcamos que a veces se nos va de las manos lo de darle vueltas a la cabeza.

Es así como se produce uno de los fenómenos que más me fascinan y aterrorizan de la mente humana: el autocabreo. Para mí, éste es una prueba más de lo estúpidos que podemos llegar a ser. Que es mucho.

Por si su nombre no es lo suficientemente obvio, voy a proporcionar la definición de la RAE sobre el concepto.*
*(N. de la A: no existe tal definición en la RAE, me lo acabo de inventar, es todo una sucia mentira):
Autocabreo: 1. m. Dícese del enfado o rabieta que, sin causa inmediata aparente, uno va creando en su cabeza y alimentando gradualmente y sin control hasta límites absurdos. Puede llegar a causar hemorragias internas, úlceras o aneurismas cerebrales.
Autocabrearse. 1.  tr. Ser gilipollas y conseguir pillar un autocabreo.
Aclarado esto,  hablemos de cómo se produce y desarrolla. He aquí una clase magistral impartida por una experta en la materia.

Para empezar, lo más acojonante del autocabreo es que puede iniciarse en cualquier momento. Como decían los anuncios de compresas: el día menos pensado. Los ingredientes básicos para cocinar un buen autocabreo son: 1. Un acontecimiento reciente, levemente molesto pero al que no le diste demasiada importancia en su momento y 2. Como dije, tiempo para pensar. Si a estos dos le sumamos el factor memoria a largo plazo, estaremos preparados para fabricar una bomba de relojería de proporciones y consecuencias insospechadas.

El acontecimiento detonante puede ser casi cualquier cosa: una frase, una mirada, un gesto. Un no-gesto. Algo que cuando ocurrió te produjo un leve escozor que se agudizó más tarde, como una pequeña picadura que notas ligeramente al principio pero no empieza a hincharse hasta días después. Por ejemplo, estás de sobremesa nocturna con tus amigos y tu colega Pepe dice que vayas tú a por el hielo, que siempre te escaqueas. Todos se ríen. Tú también, claro. Je, je, je.
Je.

Te ha tocado un pelín, poquito, poquitín la moral, pero no pasa nada. Estás con tus amigos, todo es paz y amor. Seguro que Pepe no tenía mala intención. Ha sido una broma. Je, je. Claro que lo que ha dicho es mentira, de hecho tú sueles ser de los que siempre pringan, pero ¡eh!, es sábado noche, no iba en serio. Je, je. JE. Y eso que, precisamente, Pepe es de los que menos pueden hablar, porque él es el rey del escaqueo. JE, JE.

¡Ya está, ya ha empezado! Has dado el primer paso hacia las tinieblas del ser humano. No importa que esa noche no le prestes más atención al tema. Correrá el alcohol, seguirán las risas, se hará exaltación de la amistad. Pero, en algún lugar de tu interior, hay algo que te rasca, como una cojonera etiqueta de camiseta de Inditex. Y está esperando su momento. Aquí es cuando entra en juego el componente número 2 del autocabreo: el tiempo libre. Tu leve irritación interna sólo está esperando ese momento en el que no echan nada en la tele, te has terminado el libro que te estabas leyendo y llevas todos los informes que le pidieron a Pérez al día. Y te pones a pensar. Vaya un idiota, Pepe. Ese comentario estaba fuera de lugar. Que mucho tonito de broma, pero es que siempre está aprovechando para tirármelas. Que aquí nos vamos todos conociendo ya.

Éste es el momento de introducir el factor número 3, que equivaldría a las especias en un plato principal: no son imprescindibles, pero lo hacen más sabroso e inolvidable. Este ingrediente está más agudizado en el género femenino y consiste en una memoria asombrosa para elaborar un historial completo con todas las ocasiones en las que Pepe se escaqueó de hacer algo en los últimos diez años de amistad. Como el día que teníais que organizarle el cumpleaños a Lola, que él dijo que tenía mucho trabajo y vino justo para el aperitivo y la cerveza. O cuando tuvisteis que pintar el bajo donde os juntáis, que de repente tenía que ver a su tía abuela en el hospital. O como cuando...

La cuestión es que tú, en tu soledad, poco a poco, te vas calentando. Porque todo esto viene desde que le dijiste en 3º de carrera que no podías ayudarlo con aquél trabajo de la optativa, pero es que tú llevabas muchas cosas p'alante y él se pasaba todo el día en el piso fumando porros y tocándose el nabo. Que desde entonces te la tiene jurada por dentro y MANDA COJONES QUE TODAVÍA SE ACUERDE (que, probablemente, Pepe no se acuerde de nada de eso, pero tú ya vas embalao...). Y es que siempre que hay gente delante aprovecha para hacerse el graciosillo a tu costa Y YA TE TIENE HASTA LOS HUEVOS, PORQUE ESTÁS HARTO DE SER SIEMPRE EL BUENECITO Y... (on and on and on...)

Y así se produce la ridícula situación de que tú estés en tu casa, solo, en el sofá, con la tele apagada y una úlcera sangrante que te va comiendo por dentro mientras Pepe, en su feliz ignorancia, pasa una agradable tarde sin preocupaciones en su hogar. Y te llaman para salir y tú respondes con un "NO VOY A NINGUNA PARTE" que extraña un poco a tu entorno más cercano, que no entiende qué puede haber pasado, si dijiste que ibas a pasar la tarde tranquilamente en casa, dedicándote un poco de tiempo. A ver cómo les explicas que te has pillado un rebote monumental de repente y porque sí por culpa de que Pepe, hace una semana, dijese que fueras tú a por el hielo.

Este disparate de panorama que todos hemos vivido alguna vez no lleva a nada, porque al final el único tonto que se enfada eres tú mientras la otra persona jamás se enterará de tus silenciosas reivindicaciones. Si queréis mi consejo (que podéis no quererlo, allá vosotros si sois unos insensatos) es que la próxima vez le digáis a Pepe que vaya su madre a por los hielos y cuando se os haya acabado el libro que estabais leyendo, cojáis otro antes de tener tiempo libre para poneros a reflexionar.

#Culturiosidad08

¿Qué partes del David de Miguel Ángel son desproporcionadamente grandes en relación con el resto?

A pesar de lo que ha venido primero a vuestra sucia y lasciva mente haya sido un pene de proporciones colosales y que, ciertamente, el David del genio florentino está bastante mejor dotado que la media, hay que tener en cuenta que la escultura de este buenorrazo bíblico mide más de 5 metros por lo que, chicos, no tenéis que acomplejaros por nada.
Las partes que destacan por ser sobradamente más grandes en proporción al resto del cuerpo son la cabeza y las manos. Al respecto, hay varias teorías. Según una de ellas, Miguel Ángel dotó a su obra de un cabezón y unas manazas (sobre todo la derecha, que sujeta la piedra que David va a lanzarle a Goliat) para simbolizar su fortaleza. Hay quien explica esta desproporción en la necesidad de corregir el efecto óptico de disminución que producía ver la escultura desde abajo, al ser ésta de gran tamaño y encontrarse originalmente sobre un contrafuerte de la catedral de Florencia. También he oído que podía deberse, en el caso de las manos, a que Miguel Ángel tomo como modelo las suyas, muy desarrolladas por el continuado trabajo por la piedra...
Sea cual sea la verdadera razón, hay que reconocer que el chico no se le quedó mal.

Las más rápidas de la noche han sido @Sambellacrux y @TheRepliKant, aunque también ha habido participación de @moniescat, @heyolaya, @PiolinaColt y, por supuesto, @laratamarilla que, para que conste, ha respondido... bueno, no importa. ¡Enhorabuena a todos, esto se va animando!

lunes, 14 de octubre de 2013

#Culturiosidad07

¿De qué disco y grupo esta imagen es portada y en qué obra de arte está basada?

Sin detenernos a admirar mi increíble destreza para el pareado, la respuesta a la primera parte de la cuestión es Use Your Illusion I de los Guns N' Roses, el tercer disco que la banda lanzó en 1991. La portada del Use Your Illusion II es igual pero en azul y ambas son obra del artista americano de origen estonio Mark Kostabi
La portada consiste en un detalle de la obra de Rafael "La escuela de Atenas" aunque, precisamente la figura destacada en la portada no es nadie, en un fresco en el que casi todo mundo es alguien, ya que una gran parte de los personajes que aparecen en él son identificados como importantes filósofos de la historia. (Os animo a que hagáis un "Buscando a Wally" con la pintura original, a ver si encontráis a la misteriosa figura).
Al parecer, se dice, se comenta, se rumorea en por los bajos fondos, que la obra de Kostabi fue realizada y llamada Use Your Illusion antes que los discos pero cuando Axl Rose compró la pintura, le gustó tanto que decidió convertirlo en portada y título de los mismos.

Como otras semanas, el flamante ganador del acertijo vuelve a ser @laratamarilla. Rata wins again!

lunes, 7 de octubre de 2013

#Culturiosidad06

¿Qué famoso bluesman arriesgó su vida por salvar su guitarra en un incendio y cómo la llamó después del incidente?


Decimos que el amor por otra persona es idiota, pero anda que el que le tenemos a algunas cosas es para ponerlo de gilipollas para arriba. Si no que se lo digan a uno de los grandes del blues, B. B. King, que allá por 1949 no tuvo otra ocurrencia que meterse en un local en llamas porque había olvidado dentro su apreciada guitarra al huir. Durante una actuación de B. B. en el salón Twist de Arkansas, dos hombres empezaron a pelearse, con tan buena puntería que volcaron un barril medio lleno de queroseno que había sido encendido para calentar el local (porque en Arkansas en invierno al parecer hace una rasca considerable). Una vez fuera del local, después de que todo el mundo saliera, como es lógico, por patas, el rey del blues se percató de que su guitarra se había quedado sola e indefensa dentro del local incendiado y, sin pensárselo muy bien, entró y la rescató. Al día siguiente se enteró de que la disputa entre los dos hombres se debía a una mujer llamada Lucille, y decidió bautizar así a su primera guitarra y, más tarde, a todas las que la siguieron.
El amor, que es gilipollas.

¡Enhorabuena a @maikel_bf, ganador de esta edición y loado públicamente por ello!

jueves, 3 de octubre de 2013

#03 La cueva que llamas hogar


Uno no valora las cosas... hasta que se rompen.

Nada como tu casa,  tu piso, tu dulce hogar. Lo quieres, porque es tuyo y lo vuestro es como una hermosa y duradera relación de pareja en la que él acepta que le vayas dejando los sujetadores tirados por el sofá o los calzoncillos en el suelo mojado del baño y tú aceptas que se va haciendo viejo y se le empiezan a notar los achaques. Aunque, yo no se en la vuestra, pero en mi casa nunca se rompe nada: todo "tiene truco". Y como la puerta del horno no está rota sino que "tiene truco", le explicas a tus amigos cuando vienen a cenar que para cerrarla sencillamente tienen que darle un golpe seco con la rodilla en la esquina superior derecha, con un ángulo de 36,4º y una fuerza exacta de 458 Newtons. Que tampoco entiendes por qué gruñen, resoplan y te dicen lo de que la cambies de una jodida vez.
Pero cuando las cosas deciden romperse (y me refiero a que tienes que reconocer, por encima de tu orgullo, que se han roto de verdad) nunca lo hacen de una en una, sino que vivirás de repente una serie de catastróficas desdichas que pondrán a prueba tu paciencia, tu imaginación y tu capacidad de autocontrol para no convertirte en un peligroso psicópata destrozándolo todo con un hacha a lo Jack Nicholson en El Resplandor.

Y así, te ves envuelto en encantadoras y cómicas situaciones que no te hacen ni puta gracia cada vez que alguno de los elementos que consideras básicos de tu vida cotidiana decide darse de baja en su labor vital.
  • El calentador: Podría romperse en agosto, cuando el agua más caliente que quieres que toque tu piel es la que se derrite del cubito del gintonic, pero no. Cumpliendo diligentemente la Ley de Murphy, el calentador se romperá cuando tu ciudad sea asolada por la ola de frío siberiano más terrible que se recuerde en los últimos 100 años. Así que tú, que eres de los que en invierno se mete en la ducha con una pastilla de Avecrem, porque ya que te cueces, enriqueces, te ves obligado a elegir entre ir diariamente a visitar a un amigo, albornoz en mano y cara de perrillo abandonado, u optar por el artesanal método de calentar agua en una olla, echarla en un cubo y usar un cazo a modo de alcachofa de ducha, ambas opciones igualmente tristes. En caso de que te decantes por la primera, te sugiero que vayas rotando las casas a las que vas a gorronearles el agua caliente, no vaya ser que a la tercera o cuarta vez dejen de abrirte la puerta y te quedes como un gilipollas en el rellano de la escalera con tu albornoz de rayas.
  • La tele: En este caso, incluso puede ser beneficioso para tu salud mental. La cuestión es que, para no variar, se romperá cuando estés enganchadísimo a una serie o programa. En estos tiempos del internete quizá no se valore tanto porque todo lo que quieras ver está ya en la red. Pero hubo un tiempo en que tenías que esperar a que llegara ese día y hora concretos de la semana para saber si Quimi y Valle seguirían juntos y cuando, justo dos horas antes, tu caja tonta empezaba a emitir rayitas y puntitos como única programación, las blasfemias podían oírse desde el otro lado del Mississippi.
  • El microondas: Lo considero una mierda de electrodoméstico: calienta las cosas a trozos, descongela regular y los minutos que lo programas hacen que se expanda el concepto espacio-tiempo y se te haga eterno cada segundo que esperas a escuchar la campanita. Pero es el que te hace las palomitas y lo de calentarte el vaso de leche del colacao en un cazo, honestamente, no lo has hecho en tu vida. Así que cuando se rompe, tú, que eres del género perro, optas por no buscar medios alternativos por pereza absoluta y decides eliminar de tu dieta todo alimento que requiera un breve paso por el microondas previamente a su ingesta.
  • Goteras: Aquí la supervivencia de tu hogar depende de varios factores. El primero es que cuando caiga el diluvio, te pille en casa. Si no es así, ya puedes llamar a un cámara del telediario de Antena3 y gritar al entrar "¡AY, DIOS MÍO, QUÉ DESASTRE, AY!", porque el panorama que encuentres dentro puede ser dantesco. En caso de que tengas la suerte de disfrutar la catástrofe desde casa, se podrán a prueba tus habilidades detectivescas, para encontrar nuevos e inesperados agujeros en tu (puta mierda de) techo, tu velocidad y tus reflejos. Pero, ¡cuidado! Recuerda que toda casa dispone de un número limitado de recipientes, así que cuando hayas ubicado el cubo de la fregona, el de tender la ropa y un par de papeleras, tendrás que echarle imaginación para seguir poniendo freno a la lluvia indoors que ameniza tu hogar. Si consigues ahorrar para comprarte una vaquilla, puedes soltarla por casa en estas ocasiones y montarte un Gran Prix doméstico.
  • La lavadora y la plancha: Aquí el juego va de cuánto puedes aguantar hasta parecer un auténtico vagabundo. Por supuesto, si ellas pueden decidir, preferirán romperse justo la semana en la que has conseguido tu primera entrevista de trabajo en los últimos dos años y tengas que huir suplicando a casa de mamá o empezar a lloriquear a todos los amigos de tu talla.
  • Las persianas: No importa si son de cinta o de manivela, electrónicas o manuales: antes o después alguna persiana de tu casa dejará de funcionar. Si tienes un poco de fortuna, se atrancará a media altura, de modo que la habitación no quede a oscuras pero tampoco esté totalmente expuesta. Pero, ya sabes, siempre cabe la posibilidad de que, con lo suertudo que eres, la persiana se quede totalmente bajada y te suma en el valle de las sombras o completamente subida, lo cual es muy práctico para saber exactamente cuántas horas de luz tiene el día y, si eres de los verdaderamente afortunados, hasta puede que tengas una farola enfrente que ilumine cálidamente tu cuarto cuando vayas a dormir.
  • El secador: Esto es algo que sólo afecta a mujeres y hombres que son fans del heavy metal o de Camarón. Según el tipo de cabello, la pérdida del secador puede ser una tragedia en cualquier época del año aunque, como el calentador, probablemente ésta se producirá cuando las condiciones climatológicas sean más propicias para provocarte una pulmonía y, por qué no, la muerte.
  • La vitrocerámica: ¿Cuánto tiempo puedes soportar vivir a base de bocadillos? La respuesta coincidirá misteriosamente con lo que tardas en llamar al técnico y gritarle que se de prisa en arreglarlo.
  • La play: Chicos, ESTO NO ES EL APOCALIPSIS, haced el favor de descolgar esa soga del ventilador del techo y dejad de hacer un drama de algo que podéis solucionar comprandoos un libro de sudokus para matar el aburrimiento.
Podría seguir y la lista sería tan infinita como infinitas son las cosas que tenemos en casa y creemos imprescindibles. Pero recordad: si hace 50 años no existía, lo mismo es que se puede vivir sin una Thermomix 3300, así que reprimid el ataque de ansiedad, respirad hondo... y buscadle el truco.


martes, 1 de octubre de 2013

#Culturiosidad05

¿Por qué si le haces este gesto a un inglés es posible que te parta los morros?

Todos sabemos que si le enseñamos a alguien el puño con solamente el dedo corazón levantado, es posible que algún mamporro nos caiga y merecido. Lo que no todo el mundo sabe es que haciendo el gesto de la paz o la victoria de forma invertida, es decir, con la palma hacia adentro, estamos haciendo el equivalente anglosajón a nuestro "Que te den" y, consecuentemente, también es posible que recibamos nuestro par de hostias a la hora del té.
Según cuenta la leyenda, el gesto procede de allá los tiempos de la Guerra de los Cien Años. En la batalla de Agincourt, en 1415, cuando los franceses capturaban a los arqueros que luchaban en el bando inglés les cortaban el dedo índice y corazón de la mano derecha, los necesarios para poder disparar con el arco, dejándolos de este modo incapaces para ayudar en batalla. Los arqueros no mutilados utilizaban este gesto a modo de desafío a los franceses. Según @laratamarilla, ganador de esta semana (cito textualmente), en plan "¿Veis estos dedos? Pues me vais a cortar un mojón. Así, pero hace muchos años"
Así que si vais a Reino Unido, Australia o Nueva Zelanda, donde se ha extendido este significado insultante, haced el favor de no pedir dos cervezas con la palma de la mano hacia adentro, porque puede que recibáis otra cosa.

Y enhorabuena a @laratamarilla, que ha recuperado su honor después de semanas de llegar tarde :)