lunes, 29 de diciembre de 2014

#Culturiosidad48

¿Desde cuando el 1 de enero es el primer día del año?

¿Cómo? ¡¿Que antes no lo era?! ¿Qué imperaba, EL CAOS? Bueno, un poco sí. Había calendarios lunares en Babilonia, solares en Egipto y las culturas primitivas romanas, cada una con su calendario lunar con diferente número de días y meses, ... Un sindiós. Entonces decidieron unificar, por aquello de vamos a aclararnos un poco, y los romanos utilizaron un calendario de 304 días que, como no cuadraba, reajustaban cada dos por tres con más criterio político que astronómico. El año comenzaba a principios de marzo, con la primavera, que era cuando se decidían las campañas militares, el entretenimiento del momento. A pesar de los parches que le iban poniendo, el calendario seguía produciendo desajustes y desfases.

Hasta que llegó Julio César y dijo "Bueno, ya esta bien la tontería, que esto es Roma, somos gente seria". Y en el año 46 a.C, entró en vigor un nuevo calendario que se conocería más tarde como "calendario juliano" en honor a quien lo impuso y que sería el predecesor de nuestro calendario gregoriano actual. No voy a aburriros con los infinitos ajustes, reajustes y desbarajustes que se hicieron en el calendario en años posteriores, como que en el primer año que se utilizó tuvo que tener 445 días para compensar (¡y se nos hace largo el nuestro!) La cuestión es que en el año 153 a.C. se adoptó el 1 de enero como primer día del año en lugar de 1 de marzo para poder prever con tiempo las campañas militares y no llegar a la guerra con el macuto sin hacer, debido a los problemas que estaba dando el asedio de Numancia (que nosotros siempre hemos sido peleones) y a las Guerras Celtibéricas. Así que cuando el amigo César llegó a poner orden, mantuvo ese comienzo de año en previsión de que la gente en el siglo XXI pudiera ir en masa a apuntarse al gimnasio para dejar de ir antes de febrero.

Quienes han llegado sin desfase alguno han sido @CondeDeGondomar y la infalible @khiranamislati.

lunes, 15 de diciembre de 2014

#Culturiosidad47

Aviso legal para los amantes del rasgamiento de vestiduras ante inexactitudes históricas: Me ha sido imposible verificar de forma inequívoca la autenticidad de la siguiente historia (a no ser que tomemos a Wikipedia como Palabra De Dios) en algún medio documental fiable, pero basándome en lo hermoso de la misma y en la máxima "Es mi juego y las normas son las que a mí me da la gana", he decidido calificarla como "Apta para #Culturiosidad". Los doctores en Historia de Asia que se muestren en desacuerdo, que llamen al teléfono de aludidos del programa.

¿Qué cuenta, según la tradición asiática, la Leyenda del Hilo Rojo?


A veces vas a salir de casa a las 8:47 para poder coger el autobús de las 9. Pero sales y te das cuenta de que chispea y piensas "Mierda. Si vuelvo a por el paraguas puedo perder el autobús y si no lo cojo y luego aprieta..." Mientras dudas ya estás perdiendo el tiempo y al final decides volver en dos zancadas al paragüero. Por supuesto, llegas a la parada a las 9:02, tú autobús ya ha pasado y te toca esperar treinta minutos más. Maldices, blasfemas, dices palabras malsonantes como "Bieber"... Y mientras esperas, pegas la hebra sin darte cuenta con una chica a la que le ha pasado lo mismo. Que sois del mismo harrio pero nunca os habíais fijado. Anda, y le gusta la misma música. Y esa película alternativa que creías que no conocía ni Dios. ¡Y dice las mismas tonterías que tú! Así que años después resulta que eres la madrina de su primer hijo mientras los suyos te llaman a ti tita. 

Fíjate tú, si hubieras decidido no coger el paraguas...

La Leyenda del Hilo Rojo de las tradiciones del este asiático dice que hay un hilo de ese color que une a dos personas que están destinadas a conocerse en algún momento de su vida y crear lazos afectivos, de cualquier tipo. Ese hilo invisible puede encogerse o estirarse, pero nunca romperse, de modo que el destino, de una forma u otra encontrará la forma de juntar a esas dos personas. Por eso quizá ese día chispeó. Por eso te presentaron a ese tío que te caía como una patada hasta que le diste la oportunidad de dejar de caerte mal. Por eso ese tuit quizá te hizo tanta gracia...

Las que, una vez más, han seguido el hilo de la #Culturiosidad han sido @sambellacrux, @PiolinaColt y @khiranamislati.

viernes, 12 de diciembre de 2014

#17: Querido 2015

Querido 2015 («querido» como presuposición optimista),


soy consciente de que aún es pronto para escribirte, pero sabes cómo somos en España, seguro que el 31 de diciembre todo el mundo empieza a pedirte cosas y se te acumula el trabajo. Por una vez, voy a intentar hacerlo bien.

No puedo comenzar a tratar contigo sin echar primero un vistazo a tu compañero que se despide, se acaba, se va.

2014, empezamos mal. Muy mal. Peor. A veces no hace falta que se nos tuerza a nosotros el carro para estar jodidos; basta con mirar a nuestro alrededor y que todo esté hecho un solar. Y es que no siempre nos hunden nuestras propias miserias. Sencillamente vemos que a toda la gente buena que nos rodea se le llena el camino de piedras mientras que a los hijos de puta de siempre les llueven las rosas sin espinas y pensamos «¿Pero qué pasa? ¿Quién organiza la vida? ¿No se da cuenta de que lo está haciendo todo mal?». Nadie responde, claro. No hay hoja de reclamaciones en esto de vivir, nos fastidiamos y apechugamos. Así que sobrevivimos, porque somos animales de costumbres y no vamos a cambiar esa tan sana a estas alturas. Aunque sea sólo por joder, conseguimos acabar riéndonos de todo y largarnos a celebrar cada nuevo palo con unas cervezas, una cazuela de gambas y un «Ya vendrán tiempos mejores».

Tuviste tus momentos bonitos, 2014, no te lo voy a negar, pero creo que muchos no llegamos a pillarte el punto a pesar de ello. Trajiste gente nueva estupenda que esperamos que se quede por mucho tiempo, y gente nueva indiferente, ni fu ni fa, que pasaron y pronto se olvidarán. Los de siempre, mejoran con los años, como el buen vino, con sus matices, sus toques amargos, su aroma a roble como lo duros que son, sus ganas de estrangularlos a veces y su maravillosa compañía. Haciendo que cada estación que pasan con nosotros nos sintamos agradecidos por su sola existencia y por habernos elegido para compartirla. Y por aguantarnos cuando nos ponemos moñas como estoy haciendo yo ahora. Y por las risas, las canciones cantadas en la calle, las borracheras legendarias, las series en verano con helado en la terraza, los bailes ridículos, las conversaciones transcendentales, las conversaciones absurdas, los abrazos, la foto haciendo el gilipollas por whatsapp cuando estás de bajón, el regalo por sorpresa, las noches de pizza, el «venga, haz otra bolsa de palomitas». Y por cien cosas más.

Por lo visto, año viejo, has decidido irte como viniste, jodiendo la marrana. Sigue habiendo cerveza, así que estamos preparados para lo que venga (no te lo tomes como un reto, EH, no tienes que intentar superarte). Pero si me permites, te haré una sugerencia: 2014, muérete ya.

Aclarados los asuntos pendientes con el año que se va, querido (presuntamente) 2015, paso a exponer mis peticiones:

§         Quiero que las personas fantásticas que hay en nuestras vidas sigan en ellas un año más y además quiero que las trates bien. Que encuentren un trabajo o una ocupación que, si no los hace ricos, los haga felices o al menos no los haga desgraciados. Quiero que los que se han tenido que ir lejos, muy lejos, más lejos de lo que nuestro bolsillo se puede permitir visitar a menudo, puedan volver pronto y si no lo hacen, que sea porque a ellos les apetece, no porque no tengan más remedio. Que encuentren lo que buscan (o lo que no han buscado pero se les presenta sin esperarlo) allá donde estén y que cuando sientan nostalgia de los que nos quedamos aquí, sea con una sonrisa y no con lágrimas de tristeza. Quiero que Skype siga mejorando sus servicios para que las cenas en las que un sitio lo ocupa una pantalla de ordenador sean más llevaderas y podamos conseguir algo parecido a estar todos juntos de nuevo. Quiero que el embutido no sea tan caro fuera de España y que los amigos que están fuera puedan comer chorizo y jamón cuando se les antoje.
§         Quiero más personas fantásticas. Seguro que tienes muchas por ahí escondidas, así que ve sacándolas de tu chistera. Algunas de ellas las intuyo ya, detrás de avatares de colorines, así que, personalmente, te pido que me vayas proveyendo de los medios para juntarlas alrededor de una cerveza, que ya nos inventaremos nosotros historias «normales» de cómo nos conocimos. Las personas fantásticas y que aún no intuimos tráelas también, las sorpresas buenas le gustan a todos.
§         Quiero que las crisis existenciales que no se animan a marcharse nunca del todo, al menos den menos por saco. Que pasemos más tiempo sonriendo que revolcándonos en nuestras propias desdichas. Que sepamos no ser idiotas, disfrutar de lo bueno cuando lo tenemos y pelear contra lo malo cuando venga. Que no estemos lamentándonos todo el tiempo y hallemos la fuerza para mandar a la mierda a quién lo hace.
§         Quiero sexo (¡Uy, esto iba en otra conversación...! Bueno, 2015, también puedes traer de eso).
§         Quiero que no te lleves a quien no debes antes de tiempo, porque algunos tenemos ya ese cupo cubierto. Así que no seas hijo de puta.
§         Quiero que aprendamos, veamos cosas nuevas y expandamos nuestras pequeñas mentes hacia lo desconocido. Que no nos den miedo los monstruos que hay al final del mundo, donde se acaba la tierra y caes al abismo. Quiero más Aristóteles, más Copérnicos, más Leonardos y más Cervantes, Verdis, Grouchos, Angus Youngs y Freddies Mercury y menos Belenes Esteban, Telecincos, Justin Biebers, Paris Hiltons y viceversos. Que la gente con talento triunfe y que los parásitos sin mérito ni cultura desaparezcan. Quiero que se sigan leyendo libros y escuchando buena música.
§         Quiero que se erradique de la faz de la Tierra el yogur de galleta.
§         Quiero amor, del que sea pero mucho y bueno.
§         Quiero que arregles un poquito este mundo, que lo tienes hecho unos zorros. Que le expliques al karma a quién tiene que darle por culo, que anda un poco perdido.

Querido (presuntamente) 2015, esas son mis exigencias, además de un helicóptero y un millón de dólares en billetes pequeños, no marcados y no consecutivos. Olvida eso último. Dónde iba a aparcar el helicóptero y seguro que el dinero me lo acababa gastando todo en el Primark.

Si consideras mis peticiones exageradas, reduzcámoslo a una: déjanos en paz. Limítate a no jodernos demasiado, que ya nos las apañaremos nosotros para crear los buenos tiempos.

Sinceramente tuya (bueno, ni sinceramente ni tuya hasta que te lo merezcas),


La limona. 

lunes, 1 de diciembre de 2014

#Culturiosidad46

¿Por qué el papa León X tuvo que acudir a su coronación en camilla?

Me va a costar mucho hacer chistes en esta entrada precisamente porque el abanico de bromas y chascarrillos a que invita la respuesta es infinito. Le cedo al inmenso ingenio de twitter las maldades que nos acabarán condenando a todos al infierno (pero ¿y las risas?).

Como en todo, habrá quien diga que no son más que sucias habladurías y también quien afirme que es tan cierto como que Torrente no es cultura. En cualquier caso, no son pocas las fuentes que mencionan que cuando el hijo del gran Lorenzo de Médici fue nombrado Sumo Pontífice y Santo Padre de la Madre Iglesia tuvo que acudir a la ceremonia de su coronación llevado en litera y fue incapaz de sentarse erguido en el trono. ¿El motivo? ¿Acaso sufría en silencio por no haberse inventado aún Hemoal? No del todo. Parece que el papa venía de correrse una buena juerga. Bueno, muchas buenas juergas. Durante años. Y es que las malas lenguas dicen (¡Ay, la miga que las malas lenguas han aportado a la Historia!) que lo que sufría el piadoso León X más o menos silenciosamente eran unas tremendas úlceras anales por la práctica continuada de la sodomía. La típica noche que se va de las manos y acabas preguntando que de quién es esta cabra, por qué hay un tazón de coca volcado sobre la alfombra o qué hace este Papa durmiendo en mi baño. Que todo el mundo ha tenido alguna época locuela...

Los que han tenido hoy la noche muy cuerda (dicen que lo de la cabra pal turno de noche) han sido @tontadetuculpa, @Gero_ntofilo (casi), @Turcoalemanio, @PiolinaColt

Cualquier corrección de índole histórica y quejas o protestas de semejante carácter, pónganse en contacto con el jefe de mi departamento de Historia y Datos Irrefutables, @Serthand. Gracias.

lunes, 24 de noviembre de 2014

#Culturiosidad45

¿Cuál fue el primer teléfono de emergencias de la historia?

A estas alturas de mi vida ya estoy tan americanizada que en caso de emergencia voy a marcar con gran decisión el 911 y a esperar que en tres minutos se presenten en mi puerta dos patrullas de policía, seis ambulancias, un helicóptero y medio cuerpo de bomberos de Nueva York para cortarme, con eficacia y habilidad, el piquito de la uña del pie que me hace daño con las botas. Esperaría en vano, claro, porque desde 1991 en los estados mienbros de la Unión Europea unificaron (de ahí lo de "unión") el teléfono de emergencias en sus territorios: el —Dios lo bendiga— conocido 112.

Sin embargo, no fue éste el primero que existió y, entre las llamadas a gritos a los vecinos y los números de emergencias actuales, hubo otro, también de tres dígitos, precursos de los ángeles de l guarda modernos: el 999.

Su origen se remonta a 1935, cuando un incendio en Londres costó la vida a cinco mujeres por culpa, entre otras cosas, de que el vecino que intentó llamar a los bomberos se encontró todas las líneas de la centralita (a las que se llamaba marcando el 0) ocupadas. Después de la tragedia, la Dirección Central de Correos decidió crear el primer número de emergencias de la historia.

Se decidió que tendría tres dígitos iguales y se barajó el 000, el 111 y el 999 para que el tope de la rueda sirviera de referencia en casos de oscuridad, humo o invidencia. Descartaron la primera opción, el 000, porque al marcar el primer 0 se pasaba a la centralita. El 111 podía crear una llamada accidental por culpa de los cables los días de viento. Así, en 1937 se inauguró en 999 como teléfono de emergencias, que al marcarlo activaba una luz y unas alarmas para que desde la centralita le diesen prioridad.

¡La que siempre llama rápido a la culturiosidad es la bonita @khiranamislati, seguida a rebufo (un rebufo amplio...) por @LizSherman!

domingo, 23 de noviembre de 2014

#16: Rancho Relaxo

Necesitas descansar o acabarás explicándole a un juez por qué mataste a toda esa gente.


Hay veces que todo se acumula sobre tus hombros. Sin saber cómo, se te viene una cosa encima y luego otra y enseguida otra y poco a poco te empiezas a asfixiar. De pronto, te necesitan en el trabajo, en casa, tus amigos, la vecina del sexto y hasta el agaporni de tu primo, sin haber sabido tú lo que era un agaporni hasta hace dos horas. «Termina este trabajo.» «Quédate a cuidar a los niños.» «Compra papel higiénico.» «Ve a casa de tu tía a ver qué necesita.» «Me ha dejado la novia, escúchame llorar hasta que Alex Ubago te acabe pareciendo un tipo duro.» No sabes en qué momento has decidido optar a Premio Nobel de la Paz, pero ahí estás, atendiendo a todo el mundo y, sin darte cuenta, llegando a tu límite.

Es posible que tú ni te hayas percatado, con todo el lío que llevas a cuestas, pero hay pequeñas señales, sutiles indicios que deben hacerte sospechar. Puede que una noche te eches a llorar ante los restos de la cena sencillamente porque la idea de quitar la mesa te supera. O que eso que creías que era tu nuevo gato no es más que la cantidad de pelo que se te ha caído al salir de la ducha por el estréss. Puede que acaben de ponerte a disposición judicial por haber matado indiscriminadamente a la mitad de la clientela del supermercado después de que una señora mayor se colara de forma descarada delante de ti en la cola. En este último caso, me temo que mis consejos llegan tarde, pero sigue leyendo porque quizá puedan rebajarte la pena.

Probablemente no seas rico (si no, de qué ibas a estarme leyendo en vez de buscar tu nombre en la lista Forbes o comprar un polo de Lacoste con el cocodrilo a tamaño real), por lo que la opción de buscarte un sucedáneo de Rancho Relaxo en el que pasar horas a base de baños de barro, masajes y fresas en bañeras llenas de espuma y sales aromáticas queda fuera de tus posibilidades. Pero no te preocupes, los pobres también podemos sobrevivir.

Para empezar, cambia tu filosofía de servicio público y afán de perfeccionismo, inspira fuertemente varias veces y repite conmigo: A tomar por culo todo, a tomar por culo todo, a tomar por culo todo. Mucho mejor, ¿verdad? Y ahora, aplica el nuevo mantra a tu vida.

—Termina este trabajo.
—Veré qué puedo hacer.
 —Quédate con los niños.
—Son tuyos, yo hoy voy al cine.
 —Ve a casa de tu tía, a ver qué necesita.
—Ahora le mando un whatsapp.
 —¿Te puedes quedar con mi agaporni?
—¿Qué coño es un agaporni? ¿Se come?

A lo mejor si replicas te cuesta aguantar alguna bronca, mohín o puchero. Entonces prueba a decir “Vale” a todo y luego hacer lo que te salga del... fondo de tu alma. Muchas veces, la gente sólo quiere que le digas que sí y luego ni se dan cuenta de que al final te has salido con la tuya.

Sí, es posible que tu candidatura al Nobel se caiga de la lista, pero irás notando que el pelo te crece con más fuerza. ¿Que te lloverán críticas? Pues claro, la gente es una desagradecida y no importa que le hayas donado un riñón a alguien porque, si le has pisado el rabo a su perro sin querer, te lo reprochará hasta el fin de tus días. Así que relájate y sube tú mismo unos cuantos puestos en tu escala de prioridades.

¿A que ya vas sintiéndote más relajado? Da un pasito más. Quédate solo un tiempo. Una noche, un fin de semana, unos días. Me es indiferente si desahucias  a toda tu familia mandándola al pueblo, le buscas novia a tu compañero de piso o te vas tú a un hotel rural en Albacete. Pero asegúrate de que ningún conocido pueda tener acceso a ti, apaga el móvil (sería más radical tirarlo por la ventana, pero cuando acabes la terapia te arrepentirás), pon tu disco favorito a un volumen considerablemente molesto para el resto del mundo y tírate sobre el sofá con un copazo, una bolsa de palomitas o un bol de helado a contemplar los misterios y las maravillas del techo del salón. Parece una estupidez, pero es algo que no puedes hacer a menudo y esto sí tiene efecto rejuvenecedor y no lo de las cremas antiedad que anuncian niñas de veinte años. Sobre todo, no dejes que nada interrumpa tu momento de paz interior a no ser que se esté quemando el edificio, en cuyo caso, abandona con tranquilidad el inmueble sin usar el ascensor y aprovecha una de las ambulancias que haya en el exterior para continuar con tu siesta en medio del tráfico.

Respirar hondo y contar hasta diez antes de contestarle a un gilipollas con una sonrsa, ver una película ignorando todo lo que suceda a tu alrededor antes de que acabe, hablar sosegadamente con tu perro, porque te pone cara de atención y no te interrumpe con sus propios poblemas, tener una tableta de chocolate puro en la puerta del frigorífico, no poner el telediario de vez en cuando, buscar tu nombre en la lista Forbes y reírte al no encontrarlo, porque en realidad no lo necesitas para nada, perderte en un buen libro con unos calcetines calentitos... Busca tus remedios pequeños para males pequeños (o no) que se te hacen bola y deja tu candidatura a Madre Teresa de Calcuta para otro año.

Y, si todo falla, vente un rato a twitter.





lunes, 10 de noviembre de 2014

#Culturiosidad44

Además de por ser una de las emperatrices más importantes de Rusia, ¿por qué es famosa Catalina la Grande?


¿Qué está haciendo la emperatriz?
Ehm... cosas.
¿Qué cosas?
¡Pues cosas, yo que sé, cosas! ¡¡No entres!!

Catalina no fue una mujer que dejaba indiferente, ni a sus contemporáneos, ni a la Historia. Destinada desde pequeña a ser alguien importante, gracias sobre todo a la obstinación de su madre, la que nació como Sofía Federica Augusta, se casó con el sobrino de la emperatriz Isabel, el gran duque Pedro. Al parecer, el futuro zar era... flojito, y fue incapaz de consumar el matrimonio durante doce años. Que si te juro que es la primera vez que me pasa, que si esta noche he bebido mucho en el banquete, que si estoy muy cansado de la recepción en palacio... Viendo que en casa no cumplían, la joven Catalina decidió buscarse su propio apaño y de hecho encontró varios. Muchos, según se dice. Muchos, muchos. Mientras su marido se conformaba con una amante, parece que Catalina tenía todo un séquito de, digamos, amigos especiales dispuestos a satisfacer los deseos de la que, tras la muerte de Isabel, se convirtió en emperatriz. Y es que el apetito sexual de Catalina era inmenso y no sólo tenía una impresionante colección de amantes que dejaría a Julio Iglesias en un mero amateur sino que, en la Segunda Guerra Mundial, unos soldados soviéticos encontró en los palacios de Tsárskoye Selo, una curiosa habitación con una decoración muy peculiar. Penes, penes everywhere. El mobiliario lo formaban sillas, escritorios y pantallas con escenas erótico-festivas y una de las paredes estaba repleta de falos de madera (¿las usarían como perchas para los abrigos?).  Parece, en definitiva, que además de expandir el imperio ruso y modernizarlo, la amiga Catalina supo gozar su vida.

Las que han gozado la culturiosidad (aunque espero que no a niveles catalínicos) han sido @PiolinaColt, @Naar_Blog y @labuelafuma (aunque con una libre interpretación de respuesta):

lunes, 3 de noviembre de 2014

#Culturiosidad43

¿Qué hizo el cantante David Coverdale cuando escuchó las primeras grabaciones de Mistreated que hizo con Deep Purple?

A veces se nos olvida que los dioses terrenales que admiramos e idealizamos no son, en realidad, más que personas humanas, presumiblemente de carne y hueso, que, sencillamente, son jodidamente buenos en lo suyo. Nos parecen algo distante, allí en lo alto de su gloria, pero es muy posible que, lejos de lo que pueda parecernos a los pobres mortales, pagadores de hipoteca, becarios y consumidores de pizza congelada, esas personas se sientan a veces tristes, inseguras, con un humor de perros o el síndrome premenstrual.

Nosotros vemos el final feliz, la gran obra terminada, la admiramos, la criticamos, nos reímos, la alabamos, pero apenas nos llega el tufillo del sudor, el insomnio o las lágrimas que estuvieron de por medio en su creación. Precisamente lágrimas fueron las que acompañaron a David Coverdale en una de sus primeras grabaciones como nuevo vocalista de Deep Purple. Una de las mejores (¡¡y sensuales!!) voces del rock y de la historia de la música no estuvo, sin embargo, nada satisfecho cuando escuchó por primera vez lo que habían estado grabando de once de la noche a siete y media de la mañana:

"Cuando oí las primeras grabaciones pensé que eran horribles. Pensé que eran tan malas que me senté en el suelo y comencé a llorar porque quería ser muy bueno. Posteriormente, esa noche, lo hice en dos tomas. Lo intenté duramente hasta conseguir la fuerza emocional que sabía que el tema necesitaba."

Omitiendo valoraciones personales sobre lo que la imagen de un joven y nervioso Coverdale llorando en un rincón me sugiere, porque estamos en horario infantil y porque, al fin y al cabo, ¿quiénes sois vosotros, queridos desconocidos, para que yo os cuente lo mucho que este señor me... parece tierno?, nadie puede negar que el resultado fue poco menos que de encumbrarse al Olimpo. ¿Que exagero? Encended los altavoces, subid el volumen y negádlo, si os atrevéis.

¡El que ya no se pone nervioso y es todo un profesional de la #Culturiosidad es el señor @laratamarilla!

lunes, 27 de octubre de 2014

#Culturiosidad42

¿Qué particularidad tenía la biblioteca del visir Abdul Kassem Ismael?


Hoy en día, y aún más, en un futuro aterredoramente cercano, las bibliotecas más grandes del mundo podrán estar concentradas en un espacio tan pequeñito como una tablet o cualquier dispositivo con acceso a internet. Aunque los románticos de los libros nos resistimos a desprendernos del papel, puede que llegue un mañana en el que se acabe lo de acariciar lomos de diferentes texturas y colores, oler páginas nuevas y viejas, entrar a lugares con estanterías tan altas como la luna llenas hasta el infinito de una de las pocas cosas que nos ha diferenciado sutilmente durante milenios de los gorilas: los libros. Sinceramente, espero estar muerta cuando ese día llegue pero es bonito saber que una no está sola en este amor.

Hace unos cuantos años, concretamente en el 938, nació el que se convertiría más tarde en el visir persa Abdul Kassem Ismael, apodado Saheb, el camarada. Este hombre, tan rico como sabio, dotado de una enorme curiosidad, amaba el conocimiento y por ello viajaba siempre con su biblioteca a cuestas. Ésta no era en absoluto modesta, ya que contaba con unos ciento diecisiete mil títulos (117.000, para los de la LOGSE; munchísimos, para los de la ley Wert)). Dado que el visir no era amante de los kindle (que, por otro lado, faltaban más de mil años para que los inventasen), las obras estaban escritas en papiro o pergamino y eran transportadas en una caravana de más de un kilómetro de largo de 400 camellos, que acompañaban siempre a Saheb durante sus viajes como guerrero y estadista. Por si todo esto no era suficientemente extraordinario, los camellos estaban adiestrados para ir siempre en perfecta fila india sin modificar su posición en ella para mantener el orden alfabético de las obras durante los trayectos y que los bibliotecarios-camelleros pudieran encontrar con facilidad el título que su visir les pudiera permitir en cualquier momento.

¡A los que también les gusta leer, aunque inexplicablemente me leen a mí, son los ganadores de esta noche, @Naar_Blog y @laratamarilla!

martes, 14 de octubre de 2014

#Culturiosidad41:

En el antiguo derecho romano, ¿cuántas veces podía vender un padre de familia a su propio hijo?


Cómete las lentejas.
¡No quiero!
¡Cómete las lentejas!
¡Que no quiero!
¡Cayo Lucio, que te comas las lentejas o te vendo como esclavo!

Han pasado un par de miles de años desde que Roma brillaba como un gran imperio sólo comparable en magnificiencia con el de Inditex, pero los problemas familiares no han variado demasiado en ese tiempo. Sí lo ha hecho la forma de resolverlos. Hoy en día amenazas a tu hijo con que el coco se lo comerá por la noche, con que le pondrás el anuncio de la lotería de Navidad del año pasado antes de irse a dormir o (en casos muy extremos) con que le escondes los mandos de la Play. Antes, un padre de familia era realmente una autoridad y no un señor que tenía a sus hijos como amigos de facebook. El pater familias tenía verdadero poder, denominado patria potestas (que hoy se ha conservado en Derecho como patria potestad, el conjunto de facultades y deberes que implica la tutela de los padres sobre sus hijos) y que en un periodo temprano incluía hasta el poder de decidir sobre la vida o la muerte de su esposa, sus hijos o sus esclavos (y os quejáis cuando vuestro padre se queda durmiendo en el sofá con el mando agarrao...)

Una de las facultades que durante mucho tiempo formó parte del contenido de la patria potestas era la de vender a un hijo propio como esclavo, que era un poco como lo de poner al niño a trabajar en verano para que vea cómo es la vida y acabe la ESO, pero en más bestia. Sin embargo, si el hijo esclavo conseguía ser liberado o manumitido (palabrejo que podéis incluir en alguna conversación casual con amigos y esperar las reacciones) por su amo, volvía a estar bajo la patria potestad de papá. Pero esto no podía suceder en bucle hasta el infinito y si, después de haber sido vendido por su amante padre tres veces, el chico había sido manumitido otras tres, el padre perdía su patria potestad sobre el hijo, que al fin y al cabo presumo que tampoco lo querría tanto.

Estos derechos fueron perdiendo su vigencia con el tiempo y, de hecho, ya apenas eran ejercidos al final de la República. Luego llegó lo de razonar con los niños, la consecuente caída del Imperio Romano y el éxito de Hermano Mayor. Si es que nos volvimos unos blandos...

¡El que le ha dado duro, a pesar de mi dispersión mental de anoche, ha sido el incansable @laratamarilla, al que yo no manumitiría nunca para que se quedara por aquí y @laCatyna, que se estrena en la #culturiosidad!

lunes, 6 de octubre de 2014

#Culturiosidad40:

¿Cómo murió el dramaturgo griego Esquilo?


Sí, está mal reírse de la muerte de alguien, aunque como la mayoría sois tuiteros, tendréis más que superado el tema humor-negro/muerte-ajena. Además, todo esto pasó mucho antes de que vosotros naciérais (a no ser que seas Jordi Hurtado y estés leyendo mi blog. Si es así: Jordi, admiro tu trabajo y tu cutis). 

Lo que pasa es que la muerte del fundador de la tragedia griega no sólo fue ridícula sino también irónica. Lo típico que te gustaría ocultar a los ojos de la Historia para evitar el bochorno póstumo, pero la historia es muy maruja y se entera de todo. 

Resulta que hace unos 2.500 años, año arriba, año abajo, cuando sucedió esta curiosa historia, no existía el teléfono de Esperanza Gracia, ni de Rapel ni de otros grandes de la adivinación y la lectura del futuro, como afortunadamente tenemos ahora, pero la gente gustaba de hacer excursiones al famoso oráculo de Delfos para conocer su porvenir. Esquilo, famoso por escribir en sus obras sobre el Destino, inevitable, que no podía ser evadido por sus protagonistas y que estaba incluso por encima de los poderes divinos, no iba a ser menos y también visitó al oráculo para preguntar cómo se iba a dar la cosa (aunque lo preguntaría más fino). El pobre no recibió la respuesta que hubiera podido desear: Morirás aplastado por una casa, fue el pronostico.

Pero Esquilo no se dejó intimidar por una previsión tan poco halagüeña y decidió que a grandes males /futuros), grandes remedios, por lo que abandonó la ciudad y se trasladó a vivir al campo, donde estuviera alejado de las numerosas y potencialmente mortales construcciones de la urbe. Fue allí donde, dando un paseo al aire libre e inofensivo, le sobrevino la muerte en forma de caparazonazo de tortuga: un quebrantahuesos había capturado tan suculenta presa pero inaccesible cual pistacho cerrado y buscaba una roca contra la que dejarla caer para romper la "cáscara" y poder darse un festín. Lo trágico es que la roca que el ave eligió no era tal, sino la calva cabeza de Esquilo que, como sus protagonistas, no pudo escapar de su destino y murió aplastado por una casa. Aunque fuera la de una tortuga.

¡Los que parece que siguen teniendo la cabeza en su sitio son @khiranamislati y @xerguio! ¡Enhorabuena!

domingo, 5 de octubre de 2014

#Culturiosidad39

¿Por qué a William Morris, padre del Arts and Crafts, le gustaba comer el la torre Eiffel cuando iba a París?


¿Os imagináis París sin la torre Eiffel? Vale, probablemente sería igual de bonito aunque sin torre, pero entonces, ¿qué pondrían detrás los corresponsales de los informativos para que sepamos que están allí? El Moulin Rouge no parece muy apropiado para cubrir reuniones del G8. O mira, puede que sí...

La cuestión es que cuando la construyeron para la Exposición Universal de 1889, no todo el mundo estaba tan encantado con la torre como lo estamos nosotros ahora. Era la novedad, sí. Era alta, vale. De hecho, con sus 300 metros de altura iniciales fue durante muchos años la construcción más alta realizada por el ser humano. Pero para algunos también era más fea que pegarle a un padre en San José. Una enorme mole de amasijos de hierro que rompía el precioso horizonte parisino y se veía desde prácticamente cualquier lugar de la ciudad.

Entre los que opinaban así se encontraba William Morris, un polifacético diseñador, escritor, artesano (y un largo etc) y fundador del movimiento Arts and crafts, que precisamente buscaba huir de la revolución industrial y volver a crear objetos bellos manufacturados, con formas orgánicas y recuperando las artes y oficios mediavales.  Y en mitad de sus románticas ensoñaciones contrarias a la producción en masa y la industrialización, le plantan el espantajo de hierro en medio de una de las ciudades más bellas del mundo. A Morris casi debió de darle un ictus la primera vez que la vio.

Sin embargo, era frecuente verlo en la torre, escribiendo, dibujando o comiendo en su restaurante. Un empleado de dicho restaurante se dio cuenta de que Morris era un cliente muy habitual y le dijo un día "Debe de estar muy impresionado con nuestra torre, monsieur" a lo que el inglés, escandalizado respondió: "¡¿Impresionado?! ¡Es el único sitio en el que puedo evitar verla!"

¡A quien sí me alegro de haber visto en la #Culturiosidad de esta noche es al ilustre @CondeDeGondomar, que sospecho que conoce muy bien la obra del señor Morris ^^

domingo, 21 de septiembre de 2014

#15: Septiembla

Nunca estás preparado para su llegada, pero siempre llega.


Todos los años te pasa igual. Te pilla por sorpresa y, aunque el calendario es inmutable como el pelo de Soraya Sáenz de Santamaría, no eres capaz de verlo venir. Porque es agosto, estás de vacaciones, tus días transcurren entre playas paradisíacas de blancas arenas y aguas cristalinas, o en un idílico paisaje rural con esponjosos corderos de ojillos tiernos y más tiernos muslos a la brasa, y las horas pasan saltando de siestas infinitas a fiestas indefinidas, derivables muy probablemente en orgías salvajes... (no sé como será vuestros veranos, pero algo así como los míos, ¿no?). Todo es jolgorio, algarabía, alcohol, ropa de lino y risas. Crees estar en el Cielo o en un anuncio de Philadelphia pero un día cualquiera (porque desconoces en qué día de la semana vives) pones la televisión después de comer para ver el bodrio de telenovela al que te has enganchado este año y ahí está: Construya el mayor navío del siglo XVII paso a paso. Con la primera entrega recibirá un cartón muy grande y la primera pieza de los tan sólo dos millones que necesitará antes de tirar la toalla y mandar el barco a la mierda. Oh, Dios mío. Empiezan los coleccionables. De repente, tu relajada vida de Paris Hilton con el graduado escolar se desmorona.

Y entonces te das cuenta de que llevas mucho tiempo viviendo una farsa. Peor aún: te das cuenta de que en realidad la farsa ha durado dos semanas, aunque tú ya ni recuerdas cómo era tu vida antes de las vacaciones. Tienes que rebuscar en tu carpeta de los papeles para descubrir en qué trabajabas y poner una dirección en el GPS que te lleve de vuelta a la oficina el día 1.  Buscas una nómina firmada con la esperanza de que debajo ponga el nombre de tu jefe, que ya sólo recordabas como el cabrón aquél. Y el anuncio de Philadelphia se desvanece con el primer estridente chillido del despertador que osa privarte del sueño antes de las once de la mañana. Adiós, alegría, adiós.

Así es como el 1 de septiembre marca el principio del fin cuando tú aún estabas cogiéndole el punto al principio del principio. No puedes hacer nada aparte de echarte a temblar: septiembre ha vuelto. Y, precisamente, septiembre es el mes de la vuelta. Vuelta al cole, vuelta al trabajo, vuelta a las clases, vuelta a hacerte todos los propósitos que abandonaste el 2 de enero. Porque tú, estúpido optimista, no escarmientas. Vuelves a apuntarte al gimnasio, no te vaya a pillar en bragas la operación bikini del año que viene, como cada año. Y vuelves a llenar el carro de la compra de frutas, verduras y muchas cosas verdes y aparentemente saludables para empezar a cuidar en serio tu alimentación. Como cada año. Y vuelves a comprar el primer fascículo de ése método infalible para aprender inglés y alemán, que siempre viene bien poder poner en el currículum que te gustan los coleccionables. Además, este año seguro, seguro, seguro que llegarás más allá de la tercera entrega. Porque este año sí que sí a todo. Aunque si desistes ahora siempre cuentas con la reválida de enero.

Bien, amigo, te adelantaré algo: desistirás. Porque la vuelta al trabajo se hace dura y cuando sales cansado después de todo el día levantando el país, lo último que tienes ganas es de ir al gimnasio a que un tío en mallas de dudoso gusto te grite que muevas el culo al ritmo de música que sólo podrías apreciar yendo hasta arriba de coca. Porque en vez de pasarte dos horas cocinando ese sano y delicioso plato de brotes de soja a la fina alfalfa a fuego muuuy lento en la plancha, metes una lasaña al microondas y te regalas unas onzas de chocolate de postre. Porque después de todo el día partiéndote el lomo no vas a ponerte a memorizar 50 palabras en inglés pudiendo ver la serie de mafiosos que acaban de estrenar. Y porque, en cualquier caso, la primera entrega es la única barata. Además, ¿quién define lo que es una colección? Tú puedes considerar por tal el dedal del Vaticano, el abanico con las Meninas, el DVD de un capítulo de Érase una vez la vida y el timón del Sovereign of the Seas. Que cada uno coleccione lo que le salga del alma.

Conforme pasan los días y los ataques de llanto se hacen menos frecuentes y prolongados de camino al trabajo, empiezas a pensar que quizá eso de septiembre no esté del todo mal. Los niños del vecino ya no dan la vara veinticuatro horas diarias porque se pasan medio día confinados en el colegio y se ha recuperado el toque de queda en tu barrio y a las diez de la noche ya no hay ni un molesto menor en la calle. En el ambiente empieza a respirarse aroma a otoño y tú, que siempre fuiste un bicho raro (por lo que con los años te hiciste twitter), adoras esa estación. Y todavía mejor: ves que todo el mundo lleva en el rostro la misma expresión de depresión en la cara que tú. ¿Acaso hay algo más bello que la empatía popular?

Total, que decides ver el lado ponsitivo, como dice mi querida Martita Pons, y piensas que empezarás poco a poco, que lo que no se pueda ahora se intentará en enero y que los días nublados también tienen un encanto que habías olvidado en aquellas bacanales en la playa. Y de reojo miras la manta que tienes bien doblada en un brazo del sofá desde abril y piensas "Pronto, amiga, muy pronto..."

lunes, 15 de septiembre de 2014

#Culturiosidad38

¿En respuesta a qué escribieron Lynyrd Skynyrd su famosa Sweet Home Alabama?

Habremos cantado el estribillo un millón de veces. Digo el estribillo porque esto es España y no puedo presumir que hayamos ido mucho más allá a no ser que la canción contenga las palabras "tonight" o "forever". En cualquier caso, es muy probable que tú, ni tú, ni tú, ¡sí, el del First Certificate!, te hayas percatado de la estrofa que dice
Well, I heard mister Young sing about her
Well, I heard ol' Neil put her down
Well, I hope Neil Young will remember
a southern man don't need him around anyhow.

Les faltó dar el DNI por si había alguna duda. ¡Menuda pseudomención! Resulta que el señor Neil Young había estado hablando en sus canciones Southern Man y Alabama de ella y no precisamente para hacer campaña turística. En sus letras mencionaba la esclavitud, los problemas raciales o la miseria del sur de Estados Unidos y claro, a los Lynyrd les tocó la fibra que viniera el canadiense de allende los nortes a meterse con su tierra. Así que, como no hay mejor defensa que un buen ataque, la banda sureña se puso manos a la obra y se la devolvió con una de sus canciones más célebres y que se ha convertido prácticamente en un himno para el estado de Alabama. Lo que se llama un buen trompazo en el hocico, metafóricamente hablando.
La próxima vez que la escuchéis, recordad cantarla poniendo cara de que tenéis muy claro de lo que estáis hablando. Aunque no podáis pronunciar forevah.

¡Y a lo más alto del podio ha vuelto mi querido @laratamarilla! 

lunes, 8 de septiembre de 2014

#Culturiosidad37

En la escena de "Ella soy yo" en Con faldas y a lo loco, ¿por qué Jack Lemmon juguetea con unas maracas?


Joe: ¡Hola, Jerry! ¿Cómo salieron las cosas?
Jerry: Tengo mucho que contarte. ¡La, la, lá!
Joe: ¿Qué ha pasado?
Jerry: Me he prometido.
Joe: ¡Enhorabuena! ¿Quién es ella?
Jerry: Ella soy yo.

Me pregunto cuántas películas de Adam Sandler tienen un diálogo tan ingenioso y divertido. En realidad me pregunto cuántas películas de Adam Sandler son divertidas.
Me pregunto por qué Adam Sandler hace películas.
En cualquier caso, ése es tan sólo uno de los geniales diálogos del guión que Billy Wilder junto a I.A.L. Diamond firmó para una joya del cine que, desde 1959, sigue provocando carcajadas. Precisamente estas sonoras risas fueron las causantes de que, en la escena en la que Lemmon anuncia su compromiso con su cegado pretendiente, Jerry/Josephine se pase toda la escena jugando con unas maracas: el público soltaba tales carcajadas en la escena original que no se escuchaba bien el diálogo completo, cosa que no le hacía gracia a Wilder. "Yo no escribo guiones de puta madre para que no se escuchen, hombre ya", debió pensar. Así que, para hacer tiempo mientras los espectadores se miccionaban de la risa en sus butacas, Jack Lemmon se pasa toda la escena haciendo un numerito que parece fruto de su entusiasmo por su inminente boda con un millonario que le puede salvar el pellejo.



¡Después del verano en barbecho, y renovando su corona de Miss Culturiosa, vuelve al trono @khiranamislati! Seguro que la semana que viene se lo ponen más difícil sus contrincantes, que estaban volviendo aún de las vacaciones culturiosas.

lunes, 30 de junio de 2014

#Culturiosidad36

¿En qué trabajaba Einstein cuando publicó su Teoría de la Relatividad Especial?


¿Qué hacéis vosotros en vuestro tiempo libre? No, no digáis nada, no hace falta, lo sé: ¡el vago! Ay, como si os viera en la oficina, aprovechando cualquier descuido del jefe para actualizar el estado de facebook o mirar los titulares del Marca. ¡Y cuando salís! A hacer el perro en el sofá o iros por ahí de cañas. ¡Golfos! Vale, a lo mejor yo también lo hago. Pero lamentablemente no estamos hablando de mí.
Es gracias a gente que no es como nosotros que la Humanidad ha avanzado. No tengo muy claro hacia dónde, pero desde luego algo nos hemos movido desde los tiempos de la cueva (algunos más que otros, eso también es cierto). Y uno de esos extraños humanos fue un tal Albert Einstein, que tras estudiar para ser profesor de Física y no encontrar un puesto "de lo suyo", aceptó un empleo en la Oficina de Patentes de Berna, lugar que debía ser la mar de entretenido y donde estuvo desde 1902 a 1909.
Como por aquella época no existía twitter, en sus ratos libres Albert buscó algo en lo que emplear su tiempo libre y al final hizo lo típico: desarrollar la Teoría de la Relatividad provocando un giro copernicano en la visión que la ciencia ofrecía del Universo y valiéndole el premio Nobel de Física. Lo normal.
Y vosotros, ¿qué hacéis este fin de semana?

La más rápida, después de un tiempo perdida, ha vuelto a ser @khiranamislati, seguida a la velocidad de la luz (c) por @laratamarilla.

Esta entrada será revisada por @labuelafuma, que ve el canal Historia y se hace responsable de la corrección histórica de los datos aportados. Aunque ella no lo sepa.

lunes, 23 de junio de 2014

#Culturiosidad35

¿Por qué los cargadores del puerto de Londres no podían llevar bolsillos ni dobladillos a final de la Edad Media?

Aparentemente, la respuesta no es demasiado difícil. Los bolsillos son para meter cosas dentro, luego si no se pueden llevar bolsillos, no se pueden meter cosas dentro. Los dobladillos no son para meter cosas. Son para no pisarte el pantalón que te compraste sin probártelo en la tienda por pereza y en casa descubriste que medía palmo y medio más que tu pierna. Pero si quisieses, podrías esconder cosas dentro. Así que la primera parte del acertijo es clara: para que no se llevaran indebidamente cosas del puerto.
Pero, ¿qué mercancía podría tan valiosa? No se pueden esconder lingotes de oro en un dobladillo (no lo intentéis, ya lo probé yo con la última remesa de lingotes que me llegó a principio de mes y no funciona). Tampoco eran piedras preciosas ni drojas, como se estila hoy en día. Lo que las autoridades portuarias intentaban evitar que fuera sisado es un producto que está en todas vuestras despensas. Y si no está, apuntadlo en la lista de la compra, que se os ha acabado. Estoy hablando de la pimienta. 
Resulta que una especia que ahora se encuentra en cualquier supermercado de la esquina, llegó a alcanzar un valor tan desorbitado que hubo épocas que hasta se utilizaba como medio de pago. Originaria de la India, fue introducida en Europa por los griegos, sustituyendo rápidamente al silfión, mucho más amargo. Extendida por todo el Mediterráneo a través del Imperio Romano, se consideró la especia más valiosa por su gran resistencia al ser almacenada por largo tiempo. El hecho de que, tras la caída de Constantinopla, los turcos dominaran el territorio y se interrumpiera el suministro de pimienta fue uno de los que impulsó a los navegantes del siglo XV, como el despistado Colón, a buscar rutas alternativas para llegar a las Indias.
Durante la Edad Media, la pimienta era un producto valiosísimo y el de mayor importación en el continente. De ahí que se tomasen tantas precauciones para evitar sus... pérdidas accidentales en los bolsillos de algún descuidado estibadores.

Hoy se ha acercado mucho (y casi jugado la vida en ello, con un terrorífico 7% de batería) @laratamarilla. Me descubro ante su bravura y osadía.

Y le agradezco a @CaptainAkab el chivatazo de esta culturiosidad y os recomiendo muy mucho que sigáis sus andanzas con el proyecto @StreetFoodMad

martes, 17 de junio de 2014

#Culturiosidad34

En el dicho "Eres más raro que un perro verde" ¿por qué se usa justamente ese color?


¡Mira, un político que no es corrupto y piensa primero en el pueblo!
¡Vaya, eso es más raro que un perro verde!

Y es cierto: por raros que sean, en realidad existen. Los perros verdes, digo. De hecho, hace bien poco han nacido un par de ellos en Valladolid.
Como casi todos los dichos, éste tiene su base de verdad. Según los estudios que han realizado para explicar el curioso tono de estos canes, parecer ser que el origen del color está en un pigmento llamado biliverdina y que se encuentra en la placenta de los perretes, además de en otros elementos animales como la cáscara de los huevos de aves o la sangre de algunos peces y que probablemente intoxica a estos peculiares cachorros durante la gestación.
Este dicho, que significa que algo es poco corriente o extraordinario, también tenía otras variantes relativas al mundo animal, como "que un cisne negro" o "un mirlo blanco". Pero en caso de los cisnes negros, animales que los europeos creían inexistentes, dejó de utilizarse cuando éstos llegaron a Australia y descubrieron que allí los había a montones.

Esta culturiosidad ha sido, la verdad, como un perro verde, porque ¡no había manera! La primera persona en dar en el clavo ha sido @ijustcangetenof. ¡Enhorabuena y gracias a los demás por poner ardiendo Google en la búsqueda!

lunes, 16 de junio de 2014

#14: Condenados a pena de estudio

Un día descubres que mides tu vida en convocatorias...



Ayer puse el telediario. Es una cosa que no hago a menudo porque estoy delicada de la úlcera y no me conviene hacerla sangrar con frecuencia, pero ayer tocó. Entre las importantes e imprescindibles noticias sobre el Mundial y las pequeñeces sobre las guerras en Oriente o los problemas de la crisis, zamparon las noticias típicas de relleno con las que poder alargarlo otros 40 minutos. El caso es que ayer les dio hablar de septiembre. Que la gente aún está con los exámenes de junio pero eh, empecemos a amargarles ya, no vaya a ser que crean que van a tener vida. La cuestión es que "los expertos" (esa gente que sale en los telediarios sabiendo de todo) intentaban dar técnicas para llegar bien a esas fechas (empezar con tiempo, organizarse, BLABLABLÁ) y salió un chico diciendo "En verano, puedes estudiar y también puedes divertirte". Su puta madre. Entiendo que la juventud del chaval le indujese a error. Que aún no sabe lo que es realmente estudiar y que puede conciliar un verano desenfrenado en la playa bebiendo alocados malibús con piña con el estudio de la Física y Química que le ha quedado este 3º de ESO. Pero no.

"La vida del estudiante es la mejor". A ver, sí y no. Los que dicen esto conciben la vida estudiantil como ese periodo en el que probablemente sales de tu casa por primera vez, descubres que puedes emborracharte seis días a la semana y seguir vivo y adoptas los tupper congelados de tu madre como parte fundamental de tu supervivencia. Vale, a veces es así. Quien niegue que ha salido una noche con sus compañeros, se ha puesto finísimo a base de productos etílicos varios y ha acabado durmiendo en el piso de alguien después de subirse una señal de tráfico y dejarla en medio del salón, probablemente miente. Pero la euforia se pasa, el dinero se agota, el hígado se resiente y los exámenes... se acercan. Y de repente, la vida ya no es maravillosa.

Entonces llega la parte de ser estudiante que en las películas americanas de hermandades universitarias en California no te cuentan. Al principio, tú intentas empezar bien. "Me levanto a las 8, me ducho, desayuno, me voy a la biblioteca..." Eso te suele durar dos días. Pero el tiempo va en tu contra, la presión te va empezando a retorcer las tripas, los días tienen menos horas de las que necesitas. Entonces empiezas a hacer cosas insospechadas, como levantarte muy temprano, pero no para ver amanecer, porque ni siquiera subes la persiana de tu habitación para que se ventile. Ya no te vistes y te vas a estudiar fuera. Te quedas en casa pasando de un pijama a otro y cosas básicas como afeitarte, si eres chico, o lavarte el pelo, si eres chica, pasan a un segundo plano en tus prioridades. No te das cuenta, pero poco a poco vas abandonando la esencia humana y comienzas a adoptar la de trapo viejo del polvo. Cualquier luz más fuerte que la del flexo te escuece. Te vuelves un ser huraño, asocial Y NO, NO ESTÁS IRRITABLE, COPÓN YA. Las largas noches de calimocho se difuminan en tu recuerdo y ahora sólo te drogas a base de café o RedBull.

Y que pases 20 horas sentado en una silla delante de una enorme cantidad de folios con letras no significa que te vuelvas un ser hiper productivo. Sólo puedes asegurar que se te va a quedar culo-carpeta. Porque tu cerebro tiene un límite y puedes empezar con energía, pero después de unas horas se vuelve muy importante distribuir los apuntes sobre la mesa en ángulos exactos de 90º, ordenar los subrayadores según la gama cromática o colocar los post-it en forma de molinillo de viento. Los pequeños detalles se tornan fascinantes: quién iba a decirte a ti que en el trozo de gotelé que tienes enfrente del escritorio había una reproducción exacta de las Meninas; o que el vecino del otro lado del parque pasea al perro exactamente a las 10 todas las mañanas; o que cómo se llamaba el protagonista de aquella serie que veías cuando tenías seis años, que quizá deberías buscarlo en Google... Al final, sólo estás haciendo tiempo fingiendo que estudias para lavar tu conciencia y cuando finaliza tu jornada, miras el planning que te habías hecho, miras lo que has avanzado... y lloras fuerte, muy fuerte.

Cada año que pasa es menos divertido, hay menos fiestas salvajes entre convocatoria y convocatoria y a tus neuronas les cuesta más pegarse esos atracones de saber que antes cultivaban tu espíritu. Incluso puede llegar un día en el que, sin saber cómo, estudias y trabajas a la misma vez, supongo que porque estás cansado de vivir pero no te atreves a dar el paso del suicidio rápido y definitivo.

Menos mal que un día (que se te antoja lejanísimo) acabas, tienes tus títulos y te espera un futuro prometedor, con un buen trabajo bien remunerad... Bueno, que lo importante es la salud.

lunes, 9 de junio de 2014

#Culturiosidad34

¿De dónde ha salido el famoso cartel de Keep calm and carry on?


Ha aparecido hasta en la sopa. Hemos visto el original y los cientos de millones de tontás que los ociosos usuarios del internete han creado para adaptarlos a las necesidades de sus propias bromas (<-- véase ejemplo adjunto). Te has sorprendido a ti mismo, que eres de LOGSE y vas con el inglés flojito, diciéndole a tus amigos lo de keep calm cuando empieza a cundir el pánico en un grupo de whatsapp (las crisis modernas). Pero, ¿de dónde ha salido?
Este póster tiene más años de los que puede aparentar. Concretamente, es de 1939, cuando el Ministerio de Información británico lo creó a comienzos de la Segunda Guerra Mundial para transmitir serenidad y mantener alta la moral de la población civil em caso de que se produjera una invasión alemana. Al no llegar ésta finalmente, los carteles se destruyeron aunque, al parecer,  no todos.
No fue hasta el siglo XXI, en el año 2000, cuando fue redescubierto por Stuart Manley quien, al desempaquetar un pedido de libros que había hecho para su librería, lo encontró entre ellos. Aunque sin conocer aún su transcendencia, él y su mujer decidieron enmarcarlo y colgarlo en la tienda, donde los clientes empezaron a preguntar por él e intentar comprarlo, de modo que Stuart y Mary, su esposa, comenzaron a hacer reproducciones y a hacerlo popular.
Años más tarde, el cartel saldría en un suplemento de The Guardian, extendiendo su fama y convirtiéndolo en un símbolo que puede verse en ropa, decoración, complementos y, por supuesto, internet, donde cualquier tontería es susceptible de ser convertida en el mediático póster, en el que se suele mantener el encabezado del original (la corona del rey Jorge VI) y el Keep calm seguida de la parida a gusto del consumidor.

Los rápidos -rapidísimos- vencedores de la noche que ayudan a mantener la moral de esto han sido @LuciaTaboadaG, @alopezreina (con su explicación de que "cómo todo en esta vida, fue culpa de Hitler"), @Sambellacrux@Naar_Blog y, un pelín más tarde, @CondeDeGondomar. Keep calm and keep on learning!

#Culturiosidad33

¿Cuál es el origen del término bancarrota?

Bancarrota, esa palabra que hace diez años apenas recordábamos que existía y que en los últimos se ha puesto tan cochinamente de moda. Pero ese término no nació antes de ayer. Tiene su origen en la Italia de la Edad Media, cuando los primeros banqueros hacían sus negocios en sitios públicos como plazas o mercados, donde colocaban un banco para realizar sus transacciones.
Cuando el negocio no iba bien, el banquero no tenía clientes o no podía hacer frente a las deudas que contraía, se le rescatabJAJAJAJAJA no, se le mandaba a tomar por saco, como cualquier otro negocio (qué idea tan loca, ¿eh?) y para dejar patente que estaba fuera del mercado, se rompía el banco en el que trabajaba. Así, de la combinación de los vocablos latinos bancus y ruptus surgió el término para la insolvencia que más tarde sería representado de forma abstracta por el concepto quiebra.

¡Los raudos ganadores de la culturiosidad han sido @laratamarilla y @CondeDeGondomar!

lunes, 26 de mayo de 2014

#Culturiosidad32

¿Por qué al pintor renacentista Daniele da Volterra se le conoce como "pintacalzones"?


Eran buenos tiempos para el arte. Lo más selecto de la pintura, la arquitectura, la escultura y la genialidad pululaba por las ciudades italianas como lo hacen hoy los pseudo-dj's o pseudo-estrellas-del-pop. Sólo que aquéllos merecían la pena. El caso es que en pleno Renacimieno, Roma, la capital de la Cristiandad católica, era más eterna y espléndida que nunca y no quería dejar de serlo. Los papas, que nunca iban justos de dinero suelto, fueron algunos de los mecenas más importantes del momento, financiando obras maestras para goce y regocijo de la fe.
Fue en una de éstas, concretamente en 1535, cuando el papa Pablo III le encargó a Miguel Ángel que realizara un fresco para la pared del altar de la Capilla Sixtina. Un gran fresco sobre el Juicio Final, en el que se vieran reflejados los recientes acontecimientos tras la Reforma Protestante y el saqueo de Roma que le siguió.
Miguel Ángel, que no era nuevo en esto de decorar el Vaticano, ya que décadas antes había pintado la famosa bóveda de esa misma Capilla, se puso manos a la obra y seis años después, terminó el encargo y se lo mostró a los obispos y a su patrón, que tras observarlo, comentó*:
—Óyeme una cosa, Míguel... Se les ve la pilila.
—Cierto, Santidad, es que estamos en el Renacimiento, la vuelta a lo Clásico, los cánones de belleza Antiguos...
—Eeh... ya, pero que esto es una iglesia, no una taberna de Chueca, que aquí se le ve a casi todo el mundo el Santo Grial. Cámbialo.
—Pero es que el arte...
—Que lo cambies te digo.
Miguel Ángel no lo llegó a cambiar. Aunque el sucesor del papa Pablo III no le importaba demasiado, aunque el revuelo que causó el fresco fue tal que acusaron de Miguel Ángel de hereje e intentaron destruir su obra, cuando Julio III murió, se acordó tapar los desnudos con "paños de pureza" y se le encargó el trabajo a un discípulo de Miguel Ángel, Daniele da Volterra, a quien por tan honrada misión la mala leche popular bautizó como Braghettone (Pintacalzones). Para colmo, el pobre Volterra murió sin terminar su labor de calzoncillaje.

¡Muchos ganadores tenemos hoy! ¡Enhorabuena a @Sambellacrux, @Hoymosmos, @khiranamislati y @laratamarilla!


*Cualquier parecido de esta representación con la realidad es pura coincidencia. Sin embargo, es cierto que los obispos mencionaron que el fresco era más propio de una taberna (aunque no especificaron de Chueca) que de un lugar santo,

lunes, 12 de mayo de 2014

#Culruriosidad31

¿Por qué se llama así el grupo Deep Purple?


·"Tócala otra vez, Ritchie", le decía una y otra vez. Y Ritchie cogía su guitarra y volvía a tocar una vez más la misma canción. Porque al joven Blackmore le gustaba contentar a su abuela y ésta era una de las muchísimas fans que la canción Deep Purple, del cantautor neoyorquino Peter DeRose, tenía en todo el mundo. Lanzada en 1933, esta canción alcanzó un gran éxito y popularidad y la dulce abuela de Ritchie Blackmore, consciente de que a su nieto se le daba medio bien lo de aporrear la guitarra, solía pedirle que la interpretara.
Nacida como Roundabout, a partir de 1968, tras firmar su primer contrato con las discográficas, el grupo pasa oficialmente a llamarse Deep Purple y comienza sus andanzas hasta convertirse en una de las mayores bandas de hard rock de la historia del mundo mundial. No deja de ser irónico que el nombre de un grupo tan heavy tenga un origen tan tierno, aunque también hay quien asocia el nombre con los efectos del ácido y la psicodelia que fueron tan familiares para sus miembros.

¡Los más rockeros de la noche han sido @Sambellacrux y @DarthFurby! Rock on!

sábado, 10 de mayo de 2014

#13: Osos, buen tiempo y Barry White

Hace tiempo que notabas algo. Lo intuiste ya hace algunas semanas, cuando viste a la primera moderna con unos shorts cortos, muy cortos, cortísimos (¿eso es un culotte?) en la parte de abajo y un jersey de cuello vuelto en la de arriba; lo confirmaste hace un par de días, cuando te cruzaste con otra en camiseta de tirantes y bufanda: el mundo está lleno de gilipollas. Y empieza el buen tiempo. Con todo lo que eso implica, que no es poco ni bueno.

Si bien cuando empieza el frío te sumes en un estado de semicongelación que haría las delicias del mismísimo Walt Disney, el buen tiempo te despierta. De más. Como el oso que lleva meses en la cueva y, descubriendo que es primavera y ha florecido el bosque, sale a pescar salmones al río, nuestros instintos animales resucitan y momentos hay en los que tienes que pedir permiso a tus hormonas para comportarte como un ser racional y civilizado. Porque de repente, el vecino que baja en chanclas está más guapo, con su bolsa de basura azul a juego con sus ojos; y el de la panadería te sonríe más de lo normal al clavarte 80 céntimos por una barra de pan de dudosa artesanalidad; y el imbécil de tu jefe sigue siendo imbécil, pero oye, tiene su punto. El buen tiempo hace que te pongas las gafas de la sensualidad y de pronto tu vida cotidiana fluye al ritmo de Barry White y tú te preguntas qué te está pasando para que dentro de la chica delicada y fina que eres se esté desarrollando el albañil con palillo que pugna por salir mientras miras de reojo al guapazo que se ha sentado a tu lado en el autobús. Que yo comprendo que para los chicos es peor, porque los shorts de fantasía (de fantasía porque no se ven, los tienes que imaginar) empiezan a acompañarse con hombros desnudos, complementos coloridos como pluma de cola de pavo y escotes. Y así vamos todos por la calle, guardando las formas, aparentando que nada pasa, porque si nos dejáramos llevar por nuestros deseos, las bacanales de la Antigua Roma se quedarían en un capítulo de Dora la exploradora.

Pero los males no acaban ahí. Hace sol, los pájaros cantan, las calles huelen a azahar, puedes desprenderte de las capas y capas de ropa que durante meses han protegido tu (absolutamente) blanca piel y te apetece salir a la calle. Pasear. Estar en una terraza a mediodía tomando cervezas. Ver tiendas. Estar en una terraza por la noche tomando cervezas. Sentarte en una plaza. Estar en una terraza... Bueno, que lo último que quieres es estar metido ocho o nueve horas en la oficina mientras afuera la Madre Naturaleza grita que quiere fiesta. Encima tienes la suerte de tener una ENORME ventana justo enfrente de tu mesa por la que puedes ver al mundo vibrar de alegría mientras tú te marchitas como un geranio pocho enfrente del ordenador.

Mil horas después de haber entrado por la mañana, sales del trabajo y la brillante luz del sol ciega tus ojos acostumbrados al resplandor de una pantalla. No quieres irte a casa, donde te espera la lavadora, los platos que no fregaste anoche, las facturas que te juraste ordenar hace un mes y, porque la vida te da sorpresas, algún vómito de gato escondido en un rincón de tu habitación. ¡Quieres salir! ¡Quieres vivir! El espíritu hippie te invade, cierras los ojos e inspiras hondo. Toses y casi mueres, porque estás en medio de una avenida, no en mitad de una pradera y te acabas de tragar el humo de un autobús, ¡pero no importa! ¡Quieres planes! ¡Compras! ¡Cine! ¡Tapeo! ¡Cañas! Y es que el buen tiempo es el invisible aliado de la sociedad capitalista y sin que te des cuenta no paras de gastar un dinero que, como sigas así, vas a dejar de tener bien pronto. Es una trampa para tu bolsillo pero tú no te das cuenta hasta que a mitad de mes vas al supermercado y empiezas a comparar precios entre latas de atún.

¿Podría ser peor? Por supuesto. A mejor, a veces sí y a veces no, pero a peor siempre puede ir. Una mañana, mientras eliges que ponerte, una realidad te asalta por sorpresa y te aplasta bajo el peso de su verdad: igual que la gente ha empezado a enseñar cacho, te va a tocar a ti. A ti, que te ibas a apuntar a natación en septiembre, pero entre la vuelta de vacaciones, el adaptarte a la rutina, las tormentas de otoño que van cargadas de electricidad y es peligroso estar en el agua... A ti, que en enero te ibas a apuntar al gimnasio, pero tenías que pagar los seis primeros meses de golpe y si los pagas ya no los puedes recuperar. A ti, que ibas a salir a andar, pero nunca tenías tiempo y cuando lo tenías, no tenías con quien. Y te miras al espejo y te dices que no estas tan mal, que el hecho de que tu cuerpo tenga la tersura de una gelatina Royal no es tan grave, que la tripita de todas las cañas que te has tomado en las últimas semanas no se nota tanto. Porque resulta que la operación bikini hay que empezarla antes de que tu ropa se haga más corta y no basta con que a mediados de mayo te de por cenar un yogur. Además, la depilación ya no es sólo para uso interno: ahora hay que lucirla.

Y mientras gritas con la cera, cenas media pera, lloras en el trabajo y deseas a cada homínido que se cruza en tu camino, piensas que en realidad tú lo único que quieres hacer es tumbarte al sol cubierta de pelo, dormir y pescar algún que otro salmón. Porque en el fondo, el hombre y el oso sólo se diferencian en que el oso vive mejor.

viernes, 9 de mayo de 2014

#Culturiosidad30

¿Por qué este famoso cartel no es del todo original?

"I want you for U.S. army" El tío Sam no podía ser más claro: deja de rascarte las narices en el sofá, maldito gandul antipatriota y ve a luchar por tu país. Publicado originalmente como la portada del número de Leslie's Weekly del 6 de julio de 1916, el cartel se convirtió pronto, como su propio autor, James Montgomery Flagg diría, en uno de los más famosos del mundo. Se imprimieron alrededor de cuatro millones de copias entre 1917 y 1918, mientras Estados Unidos entraba en la I Guerra Mundial y debido a su popularidad, más tarde sería adaptado para la II (estos diseñadores gráficos, siempre reciclando...)
Pero esta conocidísima imagen no era original del todo. La idea del cartel de Flagg estaba basada (basada, copiada, fulisada, cortada y pegada, elíjase la que se quiera) de un cartel precedente de 1914 de Alfred Leete en el que aparecía Lord Kitchener, Secretario de Estado de Guerra británico, dirigiéndose a sus compatriotas con la persuasiva frase "Britons wants you" para estimular a los jóvenes a ser reclutados para el siempre entretenido juego de la guerra.

Además de la del tío Sam, que fue la más conocida, se han hecho numerosas versiones del cartel adaptadas a los diferentes conflictos armados que el adorable ser humano se ha empeñado en seguir sembrando allá donde pisa. Probablemente ya tengan preparada la versión 3.0 del cartel, ajustada a la III Guerra Mundial que, según veo el telediario, no debe estar muy lejana.

La gloria ha sido esta noche de @Hoymosmos @ontopop. ¡Enhorabuena y paz!

lunes, 28 de abril de 2014

#Culturiosidad29

Antes de hacer coches, ¿qué fabricaba Lamborghini y por qué empezó a producir deportivos?


Cada mañana, cuando llego al trabajo en dos minutos en mi Murciélago, doy gracias al destino por reconducir la carrera de Ferruccio Lamborghini hacia la fabricación de estas bestias de cuatro ruedas.
Vale, es mentira. Voy en autobús. Y tardo mucho en recorrer distancias cortas. Pero no estamos aquí para hablar de mis miserias, esto no es Telecinco. ¡Y no estoy llorando! Centrémonos.
Como os decía, la Automobili Lamborghini Holding S.p.A. fue fundada en 1963 por el mencionado Ferruccio Lamborghini quien, tras la II Guerra Mundial, en la que fue encargado del parque móvil de su unidad, se dedicó a comprar restos de estos automóviles al ejército para transformarlos en maquinaria agrícola. Tan bien le fue el negocio de los tractores que comenzó a llevar una vida de lujo en cuyo lote se incluyeron varios Ferraris que le salieron rana. Habitualmente, tenían problemas mecánicos ¡y ya sabéis lo que joroba que vuestro Ferrari de fallos! ...¿No? En cualquier cosa, estando ya hasta las narices de llevar sus supercoches al taller, hizo que uno de sus mecánico lo revisara y descubrió que una de las piezas de su Ferrari era igual que la que usaban los tractores que fabricaban. Lamborghini, endemoniado por esto, fue un día a hablar con el mismísimo Enzo Ferrari para hacerle saber "la basura que eran sus coches", lo cual, por lo que sea, sentó regular a don Enzo, que le respondió "Un fabricante de tractores no puede saber de coches".
El señor Lamborghini se volvió a casa pensando algo que debió ser similar a "Te vas a cagar". Pocos años más tarde, el primer y único Lamborghini 350 GTV vio la luz en una fábrica a tan sólo 25 kilómetros del centro de producción más importante de Ferrari, con la intención de ser sólo el comienzo de una batalla para quitarle a los coches del cavallino rampante el título de deportivos más veloces y potentes.
Para que veáis que nunca sabes a quién le estás tocando la moral.

 La rapidez personificada esta noche ha sido @Hoymosmos, seguido de cerca por la tenaz @khiranamislati, el oscuro @DarthFurby y el siempre presente @laratamarilla

lunes, 7 de abril de 2014

#Culturiosidad28

¿Qué le pasa a la mano derecha del guitarrista Tony Iommi?


Aún faltaban años para que llegara a convertirse en uno de los mejores guitarristas de la historia y fuese considerado como el padre del heavy metal. Por entonces, Tony Iommi sólo era un joven de Aston, un lugar poco prometedor de Birmingham, que solía tocar la guitarra bastante bien y ser un tío popular en el instituto. Como muchos otros chicos de su entorno (un tal Robert Plant, un no se quién Ozzy Osbourne...) soñaba con llegar a ser una gran estrella de rock y salir de ese lugar que sólo podía ofrecerles precarios empleos en las fábricas locales.
Pero el sueño pudo irse muy a tomar viento cuando, teniendo Tony 17 años, sufrió un accidente en la fábrica metalúrgica en la que trabajaba. En su último día de trabajo, de hecho. Su misión consistía en pasarle las planchas de metal al encargado de una de las máquinas. Un día que su compañero faltó al trabajo, tuvo que hacer ambas cosas solo y, en un descuido, una de las máquinas le cortó la punta de los dedos anular y corazón de la mano derecha. Aunque acudió inmediatamente al hospital con los trozos amputados, allí le dijeron que no podían hacer nada por él.
Veréis, en la vida hay dos clases de personas: están las que lloriquear, se compadecen y se hunden, sea por algo gordo o por la primera chinita que se encuentran en el camino; y luego están las que lloran, se hunden y un día, después de cagarse muy fuerte en la puta, deciden que ya está bien y resurgen. Afortunadamente para todos nosotros, Tony Iommi era de las segundas.
Muy deprimido, el joven Iommi se convenció de que sus ilusiones de fama y rock habían terminado. Un día, un amigo de la fábrica le trajo un disco del famoso guitarrista de jazz Django Reinhardt. Tony dijo que lo último que le apetecía era escuchar a alguien tocar, pero su amigo insistió, puso el disco y le preguntó qué le parecía. Tony reconoció que era muy bueno. "Pues verás, este tío está tocando sólo con dos dedos en una mano, porque perdió la movilidad de los otros en un grave incendio", le dijo su amigo. Después de esto, Tony se sintió animado a volver a intentarlo. Se fabricó unas prótesis para los dedos amputados, una especie de dedales con uña para poder tocar, y ensayó más de lo que probablemente ningún otro guitarrista haya ensayado.
Y damos gracias a Dios (o a Satán, teniendo en cuenta que luego se convertiría en el guitarrista de Black Sabbath...) de que lo hiciera.

¡Las rockeras estrellas de la noche han sido @PiolinaColt, @laratamarilla y @khiranamislati! Yeah!

lunes, 31 de marzo de 2014

#Culturiosidad27

¿Cuál es el origen del término sibarita?


Definamos primero que es una persona sibarita. Si vuestro concepto de agradable velada consiste en un 3x2 del Telepizza regado con unos litros de cerveza adquiridos en el chino del barrio y acompañado de postre por un McFlurry en el bajo de unos amigos, probablemente seáis jóvenes, campechanos y, por qué no decirlo, pobres, pero no sibaritas. Si por el contrario, gustáiss de tomar tapas de jamón Cinco Jotas junto a una copa del mejor vino mientras leéis una novela de Pérez-Reverte en una terraza que domina todo el puerto de Mónaco, lo que en mi pueblo se conoce como ser de hocico fino, probablemente sí estemos ante auténticos sibaritas. Pero, ¿de dónde viene esa palabra?
Tenemos que remontarnos al siglo VII a.C., donde una joven ciudad en el sur de Italia, fundada por colonos griegos, pasó de una economía de pastoreo a tener uno de los puertos más lucrativos comercialmente en la época. Así es como los habitantes de Sibaris, que así se llamaba ese núcleo de lujos, se enriquecieron y, como dice mi abuelo, se volvieron señoritos. Qué fácil es acostumbrarse a lo bueno y qué poco tardaron los sibaritas en darse a la vida sosegada, a la ostentación y al confort.
Para evitar ser perturbados por los ruidos, no tenían dentro de la ciudad ni herreros ni carpinteros (ni, por supuesto, a tu vecino el del taladro en la hora de la siesta). Por lo mismo, tampoco permitían gallos. No iban a Olimpia a ver los juegos porque les pillaba muy lejos y ponte ahora las sandalias, coge el hatillo y empieza a andar... quita, quita. Así que celebraban simultáneamente sus propias "olimpiadas" ofreciendo cuantiosos premios para conseguir cautivar a los atletas... Como otras ciudades de su entorno, fue un centro multicultural en el que florecieron disciplinas como la literatura, el arte y la arquitectura. Y no creáis que eran cuatro gatos: la ciudad llegó a tener hasta 300.000 habitantes que, si ya son muchos ahora, imaginad en la época.

¡Hoy recupera su culturioso trono (semi)perdido @laratamarilla!

domingo, 30 de marzo de 2014

#Culturiosidad25

¿Qué anécdota curiosa sucedió en un concurso de imitadores de Charlie Chaplin?


Eran los inicios del siglo XX. El gran susto que se llevaron los primeros espectadores de cine al ver un tren dirigirse a toda velocidad hacia ellos hacía años que había pasado; ya la gente se había habituado a lo del Séptimo Arte y las estrellas del mismo empezaban a alcanzar gran notoriedad. Corrían estos tiempos cuando el polifacético actor, director, guionista, escritor y, probablemente, buen vecino, Charlie Chaplin, se convirtió en uno de los personajes más relevantes de la época. Su personaje más famoso, Charlot, era imitado en cada rincón de la geografía por multitud de personas que se ganaban la vida así en circos y representaciones. Y tanto triunfó la cosa que llegaron a crear en Estados Unidos un concurso nacional de imitadores de su alter-ego Charlot.
Quiso el destino, que siempre ha tenido su guasa, que durante un viaje a San Francisco Chaplin, que también tenía la suya, se enterase de uno de esos concursos y —por las risas— decidiera participar él mismo.
Lo que no debió esperarse es que, no sólo no ganó sino que ni siquiera pasó la primera ronda y, de hecho, recibió una de las peores calificaciones. Al parecer el jurado consideró que Chaplin no era lo suficientemente bueno haciendo de Chaplin. Gente con ojo.

¡Las más rápidas de la noche han sido las inimitables @PiolinaColt y @khiranamislati!

lunes, 24 de marzo de 2014

#Culturiosidad26

Según Cynthia Plaster Caster, ¿cuál era la estrella mejor dotada del mundo del rock?


Hay gente que se entretiene construyendo maquetas de barcos de madera; otros, a coleccionar dedales del mundo; algunos hasta pasan el rato viendo Tele5; y luego está a quien le da por hacer moldes de yeso de los penes de las estrellas del rock de su época. La típica amiga tímida y un poco rara, que parece que no pero sí, también es un poco golfilla. Esto es lo que debía ser Cynthia Albritton para sus amigas. Sólo que en vez de cogerse una curda como un piano, subirse a la barra de bar semidesnuda y liarse con tres o cuatro mozos del pueblo una noche por sorpresa -lo habitual en estos casos-, a ella le dio por moldear falos famosos. Ya sabéis, el típico saco de yeso que tenéis en el trastero de casa y no sabéis que uso darle.
Por sus hábiles manos pasaron los atributos de Wayne Kramer, Edie Brigati, Ricky Fataar o Noel Redding. El primero de su lista de rockeros (cronológica y tamañísticamente) fue el de el gran (y tan gran...) Jimi Hendrix, que al parecer se sujetaba la guitarra con la correa sólo porque quería. Fue tan sencillo como perseguir su limusina con unas amigas y abordarlo en la puerta del hotel para contarle su propósito. Jimi simplemente contestó: "Ouh, yeah! He oído hablar de ti a través del cosmos... ¡Subid a mi habitación!" Mientras ella preparaba la mezcla de yeso en el baño, una de sus amigas preparaba a Hendrix para ser inmortalizado. Amiga que, por cierto, se quedó un rato mirando aquéllo pensando que pequeño se iba a quedar el diámetro de su boca... Sin entrar demasiado en detalles, debido a que era uno de los primeros moldes que hacía, no lubricó debidamente el vello púbico, que se pegó al molde, el cual que tuvieron que retirar con mucho cuidado y casi pelo a pelo para no hacerle demasiado daño, aunque Cynthia dijo en una entrevista que Jimi fue muy paciente. Una joya de hombre: buen músico, considerado, guapo y...  

¡Una noche más, la ganadora la fabulosa @khiranamislati!

martes, 11 de marzo de 2014

#12: ¿Ser el nuevo o muerte?

¿Te acuerdas de tu primer día de colegio, o de instituto, universidad, curso de pintura? Llegabas sin saber muy bien dónde, reconocías en las caras que te rodeaban el reflejo de la tuya, con esos ojillos de Bambi perdido en el bosque y esa expresión de "Sólo sé que no sé nada. Y quiero que venga mi mamá". Todo eran nervios y anticipación, taquicardia e inexperiencia. Pero no estabas solo, porque los demás, tus futuros compañeros, estaban igual. Se creaba el vínculo, la Comunidad del Pardillo y dos minutos después ya tenías tres amigos nuevos que también habían ido al despacho equivocado a entregar el impreso equivocado con los datos equivocados. Te sentías idiota pero gozabas de la reconfortante sensación de estar acompañado en tu idiotez. Y a su manera, era genial.

Sin embargo, la cosa cambia Y MUCHO, cuando tú eres el único pardillo del lugar, cuando no hay Comunidad porque el cervatillo asustado eres tú y solamente tú. Cuando llegas a un sitio y eres El Nuevo. Ahora ya no te ampara la tranquilidad de que hay más personas inexpertas y muertas de miedo a tu alrededor. Ya no puedes mirar a alguien en igualdad de condiciones y decir "¿Qué? ¿Tú también la has liado? ¡Jaja!" porque nadie se reirá si lo dices. Porque eres El Nuevo, quién coño te has creído. A su manera, ya no es genial. En absoluto.

Para empezar. llegas queriendo ser invisible. Si pudieras, hasta dejarías de respirar para no hacer mucho ruido (pero no lo haces, claro, por lo de vivir y eso). En cierto modo, tu deseo se cumple, porque al principio la gente va a pasar de tu cara y vas a recibir el mismo nivel de atención que un geranio: te miraran de vez en cuando para comprobar que no has muerto. Que por ti estupendo, que tú estás en tu rincón oscuro, sin molestar a nadie, contando los segundos para salir por la puerta y echar a correr hasta llegar a casa y taparte la cabeza con el edredón, suplicando que sea viernes. Pero en algún momento, alguien intentará interactuar contigo. Lo cual tiene cierta lógica, ya que te han contratado o estás en clase o has asistido al curso de pintura. Entonces tú, levantando sólo un poquito tu capa de invisibilidad, respondes con voz muy bajita y educada, educadísima. Por favor, gracias, perdón, disculpe. Perdón. Perdón. Pides mucho perdón, prácticamente te disculpas por tu presencia o, incluso, por tu existencia. Yo no quería nacer y venirles a incordiar, pero mis padres se empeñaron...

Lo peor es que además de dirigirse a tí, la gente espera que tú hagas algo. Haz este informe, realiza este inventario, responde a esta pregunta. ¡JA! ¡Como si pudieras hablar! Lo único que sabes es que te meas y que no sabes dónde está el aseo y que no quieres preguntar porque para eso tendrías que hablar y tú no puedes prácticamente hablar porque te meas. Y dónde está tu mamá. Así que ahí estás, cagado de miedo, casi meado encima, con sudores fríos, haciendo un informe que nadie te ha explicado cómo hacer y que tú no te atreves a preguntar cómo se hacen, preguntándote por qué narices pasa tan despacio el tiempo y por qué no, por ejemplo, aparece un ejército de marcianos en tu oficina o tu clase y entre el fuego, la muerte y la destrucción, puedes escabullirte para ponerte a salvo bajo el edredón.

Tarde o temprano, al parecer le das pena a alguien y un compañero te pregunta "¿Te vienes a tomar algo?" y tú que tenías planeado sacar tu tupper y pasar el descanso en soledad mientras gruesas lágrimas de autocompasión resbalan como brillantes perlas sobre cada cucharada de lentejas descongeladas dices que sí, por integrarte. Entonces empiezan a hablar entre ellos sin hacerte mucho caso (que la cuota de conciencia social ya la han cumplido con invitarte) de sus cosas y a tener conversaciones del estilo "¿Fuiste ayer a eso?" "No, porque Carlos tuvo que sacar a la perra, que desde que pasó aquéllo no se fía" mientras tú te preguntas qué será eso y aquéllo o quién coño es Carlos y de quién es la perra.

Al volver haces una excursión al baño, que te atreviste a preguntar dónde estaba durante la comida, y ya que echas el viaje aprovechas para llorar un rato abrazado a tus rodillas mientras te balanceas sobre la taza del váter. Ya queda menos para el viernes, ya queda menos para el viernes...

Pero un día, sin que prácticamente te hayas dado cuenta de cómo ha ocurrido, sabes que Carlos es el novio de María, que eso era un curso al que además también van Jorge, Paula y Juan y que aquéllo es el virus del estómago que pilló la perrita de Carlos, que le puso el piso perdido: sabes muchas cosas más, porque ahora formas parte de ellas. Y, mientras sales a tomarte unas cañas con tus compañeros, acabas explicándole dónde está el baño a una persona en la que no te fijas demasiado. Será el nuevo, supongo.