lunes, 24 de noviembre de 2014

#Culturiosidad45

¿Cuál fue el primer teléfono de emergencias de la historia?

A estas alturas de mi vida ya estoy tan americanizada que en caso de emergencia voy a marcar con gran decisión el 911 y a esperar que en tres minutos se presenten en mi puerta dos patrullas de policía, seis ambulancias, un helicóptero y medio cuerpo de bomberos de Nueva York para cortarme, con eficacia y habilidad, el piquito de la uña del pie que me hace daño con las botas. Esperaría en vano, claro, porque desde 1991 en los estados mienbros de la Unión Europea unificaron (de ahí lo de "unión") el teléfono de emergencias en sus territorios: el —Dios lo bendiga— conocido 112.

Sin embargo, no fue éste el primero que existió y, entre las llamadas a gritos a los vecinos y los números de emergencias actuales, hubo otro, también de tres dígitos, precursos de los ángeles de l guarda modernos: el 999.

Su origen se remonta a 1935, cuando un incendio en Londres costó la vida a cinco mujeres por culpa, entre otras cosas, de que el vecino que intentó llamar a los bomberos se encontró todas las líneas de la centralita (a las que se llamaba marcando el 0) ocupadas. Después de la tragedia, la Dirección Central de Correos decidió crear el primer número de emergencias de la historia.

Se decidió que tendría tres dígitos iguales y se barajó el 000, el 111 y el 999 para que el tope de la rueda sirviera de referencia en casos de oscuridad, humo o invidencia. Descartaron la primera opción, el 000, porque al marcar el primer 0 se pasaba a la centralita. El 111 podía crear una llamada accidental por culpa de los cables los días de viento. Así, en 1937 se inauguró en 999 como teléfono de emergencias, que al marcarlo activaba una luz y unas alarmas para que desde la centralita le diesen prioridad.

¡La que siempre llama rápido a la culturiosidad es la bonita @khiranamislati, seguida a rebufo (un rebufo amplio...) por @LizSherman!

domingo, 23 de noviembre de 2014

#16: Rancho Relaxo

Necesitas descansar o acabarás explicándole a un juez por qué mataste a toda esa gente.


Hay veces que todo se acumula sobre tus hombros. Sin saber cómo, se te viene una cosa encima y luego otra y enseguida otra y poco a poco te empiezas a asfixiar. De pronto, te necesitan en el trabajo, en casa, tus amigos, la vecina del sexto y hasta el agaporni de tu primo, sin haber sabido tú lo que era un agaporni hasta hace dos horas. «Termina este trabajo.» «Quédate a cuidar a los niños.» «Compra papel higiénico.» «Ve a casa de tu tía a ver qué necesita.» «Me ha dejado la novia, escúchame llorar hasta que Alex Ubago te acabe pareciendo un tipo duro.» No sabes en qué momento has decidido optar a Premio Nobel de la Paz, pero ahí estás, atendiendo a todo el mundo y, sin darte cuenta, llegando a tu límite.

Es posible que tú ni te hayas percatado, con todo el lío que llevas a cuestas, pero hay pequeñas señales, sutiles indicios que deben hacerte sospechar. Puede que una noche te eches a llorar ante los restos de la cena sencillamente porque la idea de quitar la mesa te supera. O que eso que creías que era tu nuevo gato no es más que la cantidad de pelo que se te ha caído al salir de la ducha por el estréss. Puede que acaben de ponerte a disposición judicial por haber matado indiscriminadamente a la mitad de la clientela del supermercado después de que una señora mayor se colara de forma descarada delante de ti en la cola. En este último caso, me temo que mis consejos llegan tarde, pero sigue leyendo porque quizá puedan rebajarte la pena.

Probablemente no seas rico (si no, de qué ibas a estarme leyendo en vez de buscar tu nombre en la lista Forbes o comprar un polo de Lacoste con el cocodrilo a tamaño real), por lo que la opción de buscarte un sucedáneo de Rancho Relaxo en el que pasar horas a base de baños de barro, masajes y fresas en bañeras llenas de espuma y sales aromáticas queda fuera de tus posibilidades. Pero no te preocupes, los pobres también podemos sobrevivir.

Para empezar, cambia tu filosofía de servicio público y afán de perfeccionismo, inspira fuertemente varias veces y repite conmigo: A tomar por culo todo, a tomar por culo todo, a tomar por culo todo. Mucho mejor, ¿verdad? Y ahora, aplica el nuevo mantra a tu vida.

—Termina este trabajo.
—Veré qué puedo hacer.
 —Quédate con los niños.
—Son tuyos, yo hoy voy al cine.
 —Ve a casa de tu tía, a ver qué necesita.
—Ahora le mando un whatsapp.
 —¿Te puedes quedar con mi agaporni?
—¿Qué coño es un agaporni? ¿Se come?

A lo mejor si replicas te cuesta aguantar alguna bronca, mohín o puchero. Entonces prueba a decir “Vale” a todo y luego hacer lo que te salga del... fondo de tu alma. Muchas veces, la gente sólo quiere que le digas que sí y luego ni se dan cuenta de que al final te has salido con la tuya.

Sí, es posible que tu candidatura al Nobel se caiga de la lista, pero irás notando que el pelo te crece con más fuerza. ¿Que te lloverán críticas? Pues claro, la gente es una desagradecida y no importa que le hayas donado un riñón a alguien porque, si le has pisado el rabo a su perro sin querer, te lo reprochará hasta el fin de tus días. Así que relájate y sube tú mismo unos cuantos puestos en tu escala de prioridades.

¿A que ya vas sintiéndote más relajado? Da un pasito más. Quédate solo un tiempo. Una noche, un fin de semana, unos días. Me es indiferente si desahucias  a toda tu familia mandándola al pueblo, le buscas novia a tu compañero de piso o te vas tú a un hotel rural en Albacete. Pero asegúrate de que ningún conocido pueda tener acceso a ti, apaga el móvil (sería más radical tirarlo por la ventana, pero cuando acabes la terapia te arrepentirás), pon tu disco favorito a un volumen considerablemente molesto para el resto del mundo y tírate sobre el sofá con un copazo, una bolsa de palomitas o un bol de helado a contemplar los misterios y las maravillas del techo del salón. Parece una estupidez, pero es algo que no puedes hacer a menudo y esto sí tiene efecto rejuvenecedor y no lo de las cremas antiedad que anuncian niñas de veinte años. Sobre todo, no dejes que nada interrumpa tu momento de paz interior a no ser que se esté quemando el edificio, en cuyo caso, abandona con tranquilidad el inmueble sin usar el ascensor y aprovecha una de las ambulancias que haya en el exterior para continuar con tu siesta en medio del tráfico.

Respirar hondo y contar hasta diez antes de contestarle a un gilipollas con una sonrsa, ver una película ignorando todo lo que suceda a tu alrededor antes de que acabe, hablar sosegadamente con tu perro, porque te pone cara de atención y no te interrumpe con sus propios poblemas, tener una tableta de chocolate puro en la puerta del frigorífico, no poner el telediario de vez en cuando, buscar tu nombre en la lista Forbes y reírte al no encontrarlo, porque en realidad no lo necesitas para nada, perderte en un buen libro con unos calcetines calentitos... Busca tus remedios pequeños para males pequeños (o no) que se te hacen bola y deja tu candidatura a Madre Teresa de Calcuta para otro año.

Y, si todo falla, vente un rato a twitter.





lunes, 10 de noviembre de 2014

#Culturiosidad44

Además de por ser una de las emperatrices más importantes de Rusia, ¿por qué es famosa Catalina la Grande?


¿Qué está haciendo la emperatriz?
Ehm... cosas.
¿Qué cosas?
¡Pues cosas, yo que sé, cosas! ¡¡No entres!!

Catalina no fue una mujer que dejaba indiferente, ni a sus contemporáneos, ni a la Historia. Destinada desde pequeña a ser alguien importante, gracias sobre todo a la obstinación de su madre, la que nació como Sofía Federica Augusta, se casó con el sobrino de la emperatriz Isabel, el gran duque Pedro. Al parecer, el futuro zar era... flojito, y fue incapaz de consumar el matrimonio durante doce años. Que si te juro que es la primera vez que me pasa, que si esta noche he bebido mucho en el banquete, que si estoy muy cansado de la recepción en palacio... Viendo que en casa no cumplían, la joven Catalina decidió buscarse su propio apaño y de hecho encontró varios. Muchos, según se dice. Muchos, muchos. Mientras su marido se conformaba con una amante, parece que Catalina tenía todo un séquito de, digamos, amigos especiales dispuestos a satisfacer los deseos de la que, tras la muerte de Isabel, se convirtió en emperatriz. Y es que el apetito sexual de Catalina era inmenso y no sólo tenía una impresionante colección de amantes que dejaría a Julio Iglesias en un mero amateur sino que, en la Segunda Guerra Mundial, unos soldados soviéticos encontró en los palacios de Tsárskoye Selo, una curiosa habitación con una decoración muy peculiar. Penes, penes everywhere. El mobiliario lo formaban sillas, escritorios y pantallas con escenas erótico-festivas y una de las paredes estaba repleta de falos de madera (¿las usarían como perchas para los abrigos?).  Parece, en definitiva, que además de expandir el imperio ruso y modernizarlo, la amiga Catalina supo gozar su vida.

Las que han gozado la culturiosidad (aunque espero que no a niveles catalínicos) han sido @PiolinaColt, @Naar_Blog y @labuelafuma (aunque con una libre interpretación de respuesta):

lunes, 3 de noviembre de 2014

#Culturiosidad43

¿Qué hizo el cantante David Coverdale cuando escuchó las primeras grabaciones de Mistreated que hizo con Deep Purple?

A veces se nos olvida que los dioses terrenales que admiramos e idealizamos no son, en realidad, más que personas humanas, presumiblemente de carne y hueso, que, sencillamente, son jodidamente buenos en lo suyo. Nos parecen algo distante, allí en lo alto de su gloria, pero es muy posible que, lejos de lo que pueda parecernos a los pobres mortales, pagadores de hipoteca, becarios y consumidores de pizza congelada, esas personas se sientan a veces tristes, inseguras, con un humor de perros o el síndrome premenstrual.

Nosotros vemos el final feliz, la gran obra terminada, la admiramos, la criticamos, nos reímos, la alabamos, pero apenas nos llega el tufillo del sudor, el insomnio o las lágrimas que estuvieron de por medio en su creación. Precisamente lágrimas fueron las que acompañaron a David Coverdale en una de sus primeras grabaciones como nuevo vocalista de Deep Purple. Una de las mejores (¡¡y sensuales!!) voces del rock y de la historia de la música no estuvo, sin embargo, nada satisfecho cuando escuchó por primera vez lo que habían estado grabando de once de la noche a siete y media de la mañana:

"Cuando oí las primeras grabaciones pensé que eran horribles. Pensé que eran tan malas que me senté en el suelo y comencé a llorar porque quería ser muy bueno. Posteriormente, esa noche, lo hice en dos tomas. Lo intenté duramente hasta conseguir la fuerza emocional que sabía que el tema necesitaba."

Omitiendo valoraciones personales sobre lo que la imagen de un joven y nervioso Coverdale llorando en un rincón me sugiere, porque estamos en horario infantil y porque, al fin y al cabo, ¿quiénes sois vosotros, queridos desconocidos, para que yo os cuente lo mucho que este señor me... parece tierno?, nadie puede negar que el resultado fue poco menos que de encumbrarse al Olimpo. ¿Que exagero? Encended los altavoces, subid el volumen y negádlo, si os atrevéis.

¡El que ya no se pone nervioso y es todo un profesional de la #Culturiosidad es el señor @laratamarilla!