lunes, 21 de octubre de 2013

#04 El autocabreo

A veces, para cabrearse sólo hace falta tener tiempo libre.

Siempre nos andamos quejando de la vida de estress que llevamos. Intentar no llegar tarde al trabajo por la mañana, salir de la oficina, comer rápido, correr al gimnasio antes de volver a la oficina, ¿hiciste el informe, Pérez? ¡Mierda, el informe! No me da tiempo a pasear al perro, ¿vas tu al supermercado? ¡Se me quema la cena! Tic tac, tic tac... Así llegas a la cama, que antes de tocar almohada ya te has pasado tres veces la fase REM. Y claro, con tanto ajetreo, se echa de menos "tener tiempo para uno mismo, para relajarse, reflexionar...", ¿verdad? ¡Pues no, mal! Si algo nos ha demostrado la historia es que pensar en exceso es malo. Caca. No. Que yo no digo que tengamos la actividad cerebral de un geranio, pero reconozcamos que a veces se nos va de las manos lo de darle vueltas a la cabeza.

Es así como se produce uno de los fenómenos que más me fascinan y aterrorizan de la mente humana: el autocabreo. Para mí, éste es una prueba más de lo estúpidos que podemos llegar a ser. Que es mucho.

Por si su nombre no es lo suficientemente obvio, voy a proporcionar la definición de la RAE sobre el concepto.*
*(N. de la A: no existe tal definición en la RAE, me lo acabo de inventar, es todo una sucia mentira):
Autocabreo: 1. m. Dícese del enfado o rabieta que, sin causa inmediata aparente, uno va creando en su cabeza y alimentando gradualmente y sin control hasta límites absurdos. Puede llegar a causar hemorragias internas, úlceras o aneurismas cerebrales.
Autocabrearse. 1.  tr. Ser gilipollas y conseguir pillar un autocabreo.
Aclarado esto,  hablemos de cómo se produce y desarrolla. He aquí una clase magistral impartida por una experta en la materia.

Para empezar, lo más acojonante del autocabreo es que puede iniciarse en cualquier momento. Como decían los anuncios de compresas: el día menos pensado. Los ingredientes básicos para cocinar un buen autocabreo son: 1. Un acontecimiento reciente, levemente molesto pero al que no le diste demasiada importancia en su momento y 2. Como dije, tiempo para pensar. Si a estos dos le sumamos el factor memoria a largo plazo, estaremos preparados para fabricar una bomba de relojería de proporciones y consecuencias insospechadas.

El acontecimiento detonante puede ser casi cualquier cosa: una frase, una mirada, un gesto. Un no-gesto. Algo que cuando ocurrió te produjo un leve escozor que se agudizó más tarde, como una pequeña picadura que notas ligeramente al principio pero no empieza a hincharse hasta días después. Por ejemplo, estás de sobremesa nocturna con tus amigos y tu colega Pepe dice que vayas tú a por el hielo, que siempre te escaqueas. Todos se ríen. Tú también, claro. Je, je, je.
Je.

Te ha tocado un pelín, poquito, poquitín la moral, pero no pasa nada. Estás con tus amigos, todo es paz y amor. Seguro que Pepe no tenía mala intención. Ha sido una broma. Je, je. Claro que lo que ha dicho es mentira, de hecho tú sueles ser de los que siempre pringan, pero ¡eh!, es sábado noche, no iba en serio. Je, je. JE. Y eso que, precisamente, Pepe es de los que menos pueden hablar, porque él es el rey del escaqueo. JE, JE.

¡Ya está, ya ha empezado! Has dado el primer paso hacia las tinieblas del ser humano. No importa que esa noche no le prestes más atención al tema. Correrá el alcohol, seguirán las risas, se hará exaltación de la amistad. Pero, en algún lugar de tu interior, hay algo que te rasca, como una cojonera etiqueta de camiseta de Inditex. Y está esperando su momento. Aquí es cuando entra en juego el componente número 2 del autocabreo: el tiempo libre. Tu leve irritación interna sólo está esperando ese momento en el que no echan nada en la tele, te has terminado el libro que te estabas leyendo y llevas todos los informes que le pidieron a Pérez al día. Y te pones a pensar. Vaya un idiota, Pepe. Ese comentario estaba fuera de lugar. Que mucho tonito de broma, pero es que siempre está aprovechando para tirármelas. Que aquí nos vamos todos conociendo ya.

Éste es el momento de introducir el factor número 3, que equivaldría a las especias en un plato principal: no son imprescindibles, pero lo hacen más sabroso e inolvidable. Este ingrediente está más agudizado en el género femenino y consiste en una memoria asombrosa para elaborar un historial completo con todas las ocasiones en las que Pepe se escaqueó de hacer algo en los últimos diez años de amistad. Como el día que teníais que organizarle el cumpleaños a Lola, que él dijo que tenía mucho trabajo y vino justo para el aperitivo y la cerveza. O cuando tuvisteis que pintar el bajo donde os juntáis, que de repente tenía que ver a su tía abuela en el hospital. O como cuando...

La cuestión es que tú, en tu soledad, poco a poco, te vas calentando. Porque todo esto viene desde que le dijiste en 3º de carrera que no podías ayudarlo con aquél trabajo de la optativa, pero es que tú llevabas muchas cosas p'alante y él se pasaba todo el día en el piso fumando porros y tocándose el nabo. Que desde entonces te la tiene jurada por dentro y MANDA COJONES QUE TODAVÍA SE ACUERDE (que, probablemente, Pepe no se acuerde de nada de eso, pero tú ya vas embalao...). Y es que siempre que hay gente delante aprovecha para hacerse el graciosillo a tu costa Y YA TE TIENE HASTA LOS HUEVOS, PORQUE ESTÁS HARTO DE SER SIEMPRE EL BUENECITO Y... (on and on and on...)

Y así se produce la ridícula situación de que tú estés en tu casa, solo, en el sofá, con la tele apagada y una úlcera sangrante que te va comiendo por dentro mientras Pepe, en su feliz ignorancia, pasa una agradable tarde sin preocupaciones en su hogar. Y te llaman para salir y tú respondes con un "NO VOY A NINGUNA PARTE" que extraña un poco a tu entorno más cercano, que no entiende qué puede haber pasado, si dijiste que ibas a pasar la tarde tranquilamente en casa, dedicándote un poco de tiempo. A ver cómo les explicas que te has pillado un rebote monumental de repente y porque sí por culpa de que Pepe, hace una semana, dijese que fueras tú a por el hielo.

Este disparate de panorama que todos hemos vivido alguna vez no lleva a nada, porque al final el único tonto que se enfada eres tú mientras la otra persona jamás se enterará de tus silenciosas reivindicaciones. Si queréis mi consejo (que podéis no quererlo, allá vosotros si sois unos insensatos) es que la próxima vez le digáis a Pepe que vaya su madre a por los hielos y cuando se os haya acabado el libro que estabais leyendo, cojáis otro antes de tener tiempo libre para poneros a reflexionar.

7 comentarios:

  1. "Has dado el primer paso hacia las tinieblas del ser humano"
    JAJAJAJA Me encanta esta frase.
    Yo soy mucho de autocabrearme. Son como las hemorroides, lo sufres en silencio hasta que explotas.

    Me gusta mucho tu entrada. Un saludo limoncillo!

    PD: Ahora que tengo cuenta aquí puedo comentar por fin. BIEEEENN
    PD2: En ese "BIEEEENN" he levantado los brazos por mi hazaña. :) Soy especial.

    PD3: Eso de ahí arriba lo había escrito esta mañana, pero no sé dónde has tocado que me has borrado el comentario :___( Lo pongo otra vez. Saludos!

    ResponderEliminar
  2. Amén. Pero te diré que el autocabreo es un modo de vida...y además da de comer a numerosas industrias farmacológicas, ya que debido a la gran variedad de síntomas que te produce (porque no ideal es somatizar) puedes tomarte cualquier cosa, antes de que pete el tensiómetro.
    También debo decir, desde mi humilde opiniòn, y tras muchos años de de ir desarrollando y perfeccionando el autocabreo, que la culpa "siempre" es de los demás... porque yo estaba tan tranquilo.....que hoy me he levantado que no quiero discutir.....y cuando menos te lo esperas.... "un gili", que hace que empieces a notar un blop, blop blop....y ahí lo tienes... señoras y señores, el AUTOCABREO.....un aplauso..
    Bueno pues que sepas me ha encantado tu aportación a todos aquellos que tenemos tiempo para encolerizarnos a la voz de "ya".
    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. ¡Muchas gracias! Es reconfortante saber que no estoy sola en el tenebroso universo del autocabrearse por chorradas ;)

    ResponderEliminar
  4. Acabo de descubrir que soy una crack del autocabreo. Sin embargo también hay veces que dejas pasar algo y luego te das cuenta de que fuíste demasiado benevolente (yo qué sé, un dardo envenenado mucho más hiriente que que te digan que te escaqueas).

    ResponderEliminar
  5. Si, en realidad, en el autocabreo sueles llevar tú razón. Alguien te toca los huevos y merecía que le dieras en la cara con un guante y lo retaras a un duelo al alba. Pero la clave es, precisamente, que no lo hiciste y te llevas en enfado a tu casa, envasado al vacío, para comértelo tú solito sin que el ofensor (¿esa palabra existe?) llegue a enterarse.

    ResponderEliminar
  6. Jajaja me ha encantado tu entrada Limón, lo único que te puedo aportar es que de ahí también se puede salir, es decir, con la edad dejas de invertir tiempo y energía en esos procesos y te la suda un poco todo. Ánimo!!

    ResponderEliminar