lunes, 26 de mayo de 2014

#Culturiosidad32

¿Por qué al pintor renacentista Daniele da Volterra se le conoce como "pintacalzones"?


Eran buenos tiempos para el arte. Lo más selecto de la pintura, la arquitectura, la escultura y la genialidad pululaba por las ciudades italianas como lo hacen hoy los pseudo-dj's o pseudo-estrellas-del-pop. Sólo que aquéllos merecían la pena. El caso es que en pleno Renacimieno, Roma, la capital de la Cristiandad católica, era más eterna y espléndida que nunca y no quería dejar de serlo. Los papas, que nunca iban justos de dinero suelto, fueron algunos de los mecenas más importantes del momento, financiando obras maestras para goce y regocijo de la fe.
Fue en una de éstas, concretamente en 1535, cuando el papa Pablo III le encargó a Miguel Ángel que realizara un fresco para la pared del altar de la Capilla Sixtina. Un gran fresco sobre el Juicio Final, en el que se vieran reflejados los recientes acontecimientos tras la Reforma Protestante y el saqueo de Roma que le siguió.
Miguel Ángel, que no era nuevo en esto de decorar el Vaticano, ya que décadas antes había pintado la famosa bóveda de esa misma Capilla, se puso manos a la obra y seis años después, terminó el encargo y se lo mostró a los obispos y a su patrón, que tras observarlo, comentó*:
—Óyeme una cosa, Míguel... Se les ve la pilila.
—Cierto, Santidad, es que estamos en el Renacimiento, la vuelta a lo Clásico, los cánones de belleza Antiguos...
—Eeh... ya, pero que esto es una iglesia, no una taberna de Chueca, que aquí se le ve a casi todo el mundo el Santo Grial. Cámbialo.
—Pero es que el arte...
—Que lo cambies te digo.
Miguel Ángel no lo llegó a cambiar. Aunque el sucesor del papa Pablo III no le importaba demasiado, aunque el revuelo que causó el fresco fue tal que acusaron de Miguel Ángel de hereje e intentaron destruir su obra, cuando Julio III murió, se acordó tapar los desnudos con "paños de pureza" y se le encargó el trabajo a un discípulo de Miguel Ángel, Daniele da Volterra, a quien por tan honrada misión la mala leche popular bautizó como Braghettone (Pintacalzones). Para colmo, el pobre Volterra murió sin terminar su labor de calzoncillaje.

¡Muchos ganadores tenemos hoy! ¡Enhorabuena a @Sambellacrux, @Hoymosmos, @khiranamislati y @laratamarilla!


*Cualquier parecido de esta representación con la realidad es pura coincidencia. Sin embargo, es cierto que los obispos mencionaron que el fresco era más propio de una taberna (aunque no especificaron de Chueca) que de un lugar santo,

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