martes, 31 de diciembre de 2013

#Culturiosidad16

¿Quién ayudó en gran medida a popularizar la imagen de Papá Noel que tenemos hoy en día?

¿Cómo, que el gordo barbudo antes tenía otro aspecto? Pues sí y no. Por mucho que la invasión de las calles por ejércitos de rojos Papás Noeles que vivimos cada año por estas fechas sea relativamente reciente, esto se debe sencillamente a que la cultura del consumismo que caracteriza a éste, nuestro amado Primer Mundo, tampoco empezó hace mucho. Pero, ya antes de que a tu vecino le diera por colgar su propio Santa Claus made in China del balcón, era conocido este amable personaje que, con el paso de los años, nos da un motivo más para ser buenos el resto del año.
Tras la paulatina transformación del primitivo San Nicolás que dio origen al personake navideño de nuestros días, ya en el siglo XIX se tenía una imagen de él bastante semejante a la actual adquiriendo, a mediados de ese siglo, su apariencia de señor mayor, barbudo y gordinflón gracias al dibujante Thomas Nast, que trabajaba en la revista Harper's Weekly. Aunque fue la todopoderosa compañía Coca-cola la que en 1931 le dio un impulso definitivo a esta imagen, encargando al pintor Habdon Sundblom que rediseñara su imagen para usarla en sus campañas publicitarias. Aun así, lo de que  el Santa de hoy en día vista de rojo y blanco para encajar con sus colores corporativos, en realidad, no es más que una leyenda urbana, existiendo ilustraciones casi idénticas del personaje décadas antes de que la marca de refrescos la utilizara en sus anuncios.

Las ganadoras de la última culturiosidad de 2013 han sido @khiranamislati@tontadetuculpa. ¡Enhorabuena y feliz 2014 a todos!

lunes, 23 de diciembre de 2013

#09: Cómo escaquearte de la cena de Nochebuena

En realidad, todos lo estamos deseando.


Sé que en el anterior post dije que me gustaba la Navidad, y es cierto. Me gustan las luces, me gustan los regalos, me gusta que mis amigos me abracen más de lo habitual. Me gusta el clima love-is-in-the-air que se monta. Pero no me gusta nada Noche¿buena? Se masca la tragedia desde días antes, la guerra por las gambas puede acabar peor que una tragedia de Shakespeare, terminar de cenar muy pronto y que la noche sea muy larga... Yo estoy deseando que pase y lo más rápido posible. Pero mientras se acerca el inevitable momento, he ido ideando astutos planes para ver si me puedo escapar y los voy a compartir con vosotros porque este blog cumple una LABOR SOCIAL que a veces os pasa desaparcibida entre las muchas y muy altas carcajadas. Espero que os sirva alguno de ellos y estoy abierta a sugerencias. Estamos juntos en esto, ¿VALE?


  1. Huir: Es lo primero que se me ocurre. Huir lejos, sin mirar atrás. Coger carretera y manta y desaparecer, unas horas antes de que empiece el jaleo pre-cena. Apaga el móvil, entra en un bar oscuro de mala muerte y cuéntale tus penas a un tatuado camarero llamado Mike, ex-miembro de los Ángeles del Infierno. Pero mi familia se va a preocupar... Ya, pero sólo al principio. Con la jarana que se va a liar en la cocina de tu casa (o casa de tus tíos o de tus abuelos), llegado el momento estarán más preocupados por saber dónde están los panecillos para los canapés que tú. Aprovecha, lanza una bomba de humo y desaparece. Puedes reaparecer el día 25, como un mesías, para gran alboroto y regocijo de tus prójimos.
  2. Comete un delito: Si no puedes estar fuera por medios propios, haz que otros te mantengan alejados de casa. No tiene que ser un delito grave (por ésos nadie pisa el trullo en este país; sí, he dicho trullo porque yo también fui miembra de los Ángeles del Infierno), busca algo que no te vaya a causar muchos remordimientos en el futuro pero te asegure pasar una agradable velada en el calabozo: corre desnudo por la calle gritando que Ramoncín saca disco nuevo, haz una coreografía desde el decorado de Cortilandia, insulta a un policNO, NO, ESTO NO, que se ha puesto muy caro el kilo de insulto... En cualquier caso, asesórate antes, no vaya a ser que por tu acción delictiva simplemente te pongan una multa y, además de tener que ir a la cena de Nochebuena, encima lo hagas con 100 euros menos, por idiota.
  3. Sé ateo, pero ateo radical: Está claro que en estos tiempos celebrar la Navidad no significa ser cristiano practicante, ni creyente, ni siquiera creer que los ángeles desayunan Philadelphia. Sencillamente, es tradición, con independencia de su origen religioso. Pero este año, si quieres librarte de la cena de Nochebuena, vas a tener que sacar al ateo que llevas dentro a la batalla. Dí a tu familia que te están ofendiendo imponiéndote ritos religiosos, que coartan tu libertad de pensamiento. Dí que están atentando contra tus más profundas creencias. Llora. HAZTE CANTAUTOR (aquí habrá que valorar si realmente merece la pena el sacrificio...). Pero cuidado: a ver si con la emoción de la protesta te vas a flipar y vas a ponerte en huelga de hambre. Una cosa es que no asistas a la cena y otra que te autocastigues sin comer todas las delicias que van a servir en ella, aunque sea a modo de riquísimas sobras frías.
  4. Trabaja: Siempre habrá algún infeliz puteado porque le toca trabajar JUSTO para la gran cena nochebuenera con su familia. SÉ SU PAPÁ NOEL, cámbiale el turno. No le demuestres la alegría con la que lo haces, así en el futuro te deberá un favor MUY GORDO y, como aprendimos de los Corleone, que te deban un favor puede ser muy útil. Además, casi cualquier trabajo está más tranquilo en Nochebuena. A no ser que seas policía y tengas que pasarte la noche persiguiendo gilipollas que van corriendo desnudos por la calle gritando no sé qué de Ramoncín.
  5. Dí que eres un agente 00: 007 no, que se notaría que mientes. Busca algo más verosímil. No te aconsejo 005 si quieres evitar a tu cuñao haciendo la rima. Personalmente, yo me decantaría por 008, me gusta la redondez que tiene. Acércate misteriosamente a un familiar cuando esté separado del resto de la manada y susúrrale que acaba de surgirte una misión y tienes que irte inmediatamente. Si intenta indagar más allá, le chistas en voz baja y le dices de forma enigmática "Clasificado". Y te largas. Licencia para pasar una noche buena, de verdad. No puede fallar.
  6. Alcohol, mucho alcohol, muchísimo alcohol: Sí, por lo que sea, alguno de los brillantes planes de arriba no da resultado (quién sabe, hasta el mejor agente del MI6 puede tener sus fallos...), intenta sobrellevar la cena lo mejor posible. Y eso siempre se consigue con ingentes cantidades de alcohol in the body (pero luego no conduzcáis, ¿EH?). Empieza con el vino blanco del aperitivo, sigue con el rosado o el tinto de la cena, no lo dudes con el champán o el cava de los brindis y, si tienes la oportunidad, no te prives con los chupitos y empieza pronto con los cubatas. Que el 25 cuando te despiertes la cena de Nochebuena no sea más que un sueño de Resines.
Así que, si no hay más remedio, si tenéis que aguantar las preguntitas sobre vuestra vida, las discusiones sobre política, los chistes malos, las peleas sobre el estado de la cena, etc, sólo os deseo que lo paséis muy, pero que muy bien. Y recordad, muy importante: en Nochebuena, DÍ NO A LA PIÑA.

lunes, 16 de diciembre de 2013

#Culturiosidad15

¿Qué persona es considerada como la primera programadora de ordenadores de la Historia?

¿Os imagináis un mundo sin ordenadores? ¿Con qué íbamos a llevar la contabilidad, dirigir los cohetes a la Luna, ser humillados jugando al ajedrez? ¿O poner estados intennnnnsos en facebook y subir las fotos de nuestro gato a instagram? ¡¿Cómo íbamos a escribir mierdas en twitter?! ¡¡¿OS IMAGINÁIS UN MUNDO ASÍ?!!
¡¡Tranquilos, tranquilos, ya pasó!! Venga, bajad despacito del alféizar y cerrad la ventana. No pasa nada, aquellos tiempos oscuros hace tiempo que se fueron. Ea, ea.
Pero lo cierto es que, aunque nos cueste concebir un mundo sin estas cajitas listas que forman parte VITAL (vital de que si te la quitan, te mueres) de nuestra existencia, en realidad no hace tanto que están en nuestras vidas. Sin embargo, seguro que a más de uno le sorprende que los orígenes de la informática podamos encontrarlos ya en en el siglo XIX. Y el primer programador de la Historia fue ni más ni menos que la aristocrática condesa Ada Lovelace, hija del famoso poeta británico lord Byron. Esta pionera que se dedicaba a las matemáticas, trabajó con el padre de la computación, Charles Babbage, quien inventó una máquina de cálculo cuyos conceptos son considerados punteros en esta materia.
Gran parte del trabajo de Ada consistía en documentar los avances de Babbage y entre las notas que ella misma aportó a un artículo del ingeniero Luigi Menabrea sobre la máquina se encuentra la serie de instrucciones que habría que introducir en la máquina analítica para realizar un determinado cálculo, que hoy se reconoce como el primer algoritmo que había de ser procesado por una máquina. Describió, aunque de forma primaria, un lenguaje primitivo de programación y supo ver el potencial de los ordenadores para realizar operaciones más allá de los cálculos matemáticos. No sé si supiera lo que hacemos hoy por twitter y youtube se arrepentiría...
Así que esta noche, mientras leéis esto en vuestro ordenador, tablet, móvil o derivados, dedicadle un momentito a estarle eternamente agradecidos a esta joven dama a la que los asistentes de la corte victoriana solían describir como un "ser encantador".

Hoy, a una velocidad superior a la del rayo, ha ganado @khiranamislati, sin olvidar la participación de chicos del mundillo informático, @laratamarilla y @hulkhoygan


miércoles, 11 de diciembre de 2013

#08: Inevitablemente, Navidad

Nos lo llevan anunciando desde hace meses, pero ahora sí que sí...


Era ineludible. Tenía que llegar. Yo no quería, pero mirad las fechas por las que andamos. Intentaré que sea lo más rápido e indoloro posible.

Sí, queridos, toca hablar de la Navidad.

Voy a comenzar diciendo algo que hará que muchos me perdáis el [poquísimo] respeto que me tenéis y quizá llegue a crearme algunos enemigos: soy de esas personas a las que le gusta la Navidad. ¿Qué? ¿Cómo os quedáis? Lo sé, lo sé, está muy pasado de moda. Es impopular. Hoy lo que se lleva es lo de "Sí, tú en Navidad gasta mucho para demostrar cuánto quieres a tu familia, esa gente a la que amas tanto que sólo la ves una vez al año" (da una calada desganada a una colilla que se consume simbolizando lo absurdo y fugaz del vivir, se sacude un mechón de pelo rebelde del ojo, mira de reojo hacia un futuro sin esperanzas, sube el volumen a su disco de Tokyo Hotel). Qué queréis que os diga, supongo que a la niñaja que llevo dentro le sigue haciendo ilusión el rollo navideño: la paz, el amor, los reencuentros, las luces ("Con la crisis que hay y gastando en lucecitas" Pues prefiero que se lo gasten en luces que en coca, putas y reformas para el chalé del alcalde), los regalos ("Consumismo, consumismo, sólo pensando en..." Que me dejes ya en paz, coño. Además, luego no le ponemos pegas al iPhone que nos traen los Reyes, ¿verdad?) No seré moderna pero, a pesar de los años, las pérdidas de personas a las que echas de menos, la falta absoluta de liquidez que convierte el intento de hacer regalos en una gincana, a pesar de todo eso, la Navidad me sigue haciendo tilín. Y eso que hay motivos sobrados para todo lo contrario.

Los anuncios: Son la primera señal de alarma, Christmas is coming. Todo comienza en una apacible tarde de julio, en la que te aburres y haces zapping. Y ahí está. "Amor Amor, de Cacharel". Mierda, ya llegan. Antes de que te des cuenta, en un intermedio de Antena 3 te habrás tragado 53 anuncios de juguetes y una media de 135 de perfumes. Estos últimos, eso sí, llenos de buenorros y buenorras y cada vez más peliculeros, que cuando acaban tú lo último que recuerdas es que era el anuncio de un perfume y sólo quieres saber si al final la chica vuelve con el hippie del pelo largo o se queda en su mundo de la alta sociedad. Además, a mí me corroe una duda sobre estos anuncios: ¿os habéis fijado en que en todos ellos sale alguien corriendo? ¿De qué huye esa gente?

El Amigo Invisible: Creo que no ando muy desencaminada si afirmo que el inventor de este juego fue, probablemente, Satán. A ningún alma de bien se le podría ocurrir que gastarse un mínimo de tres y un máximo de seis euros en un regalo (muy probablemente, de procedencia asiática) para una persona a la que apenas conoces o, incluso, odias a muerte, sería una buena idea. Porque vale, el amigo invisible lo puedes hacer con tus amigos íntimos, gastarte 30 euracos y haceros entre vosotros regalos geniales y llenos de amor. Pero el original, el genuino, el auténtico es aquél que hacías con tus compañeros de instituto o te toca hacer hoy con los del trabajo (o los del INEM...) Jamás se ha visto prevaricación tal y tráfico de influencias como cuando quieres cambiar a quien te tocó regalar; sonrisas tan forzadas como cuando te dan tu regalo [de nuerda]; fondos de armarios tan oscuros como los que albergan los trastos cutres, recuerdo del amigo invisible de la clase de 4º de 1995; tragedias. Y si lo de "amigo" se aleja de la verdad, lo de "invisible" ni te cuento. Porque las posibilidades de que llegue el día de la entrega de presentes sin que la mitad de los participantes sepa quién te regala y a quién le regalas son tantas como las de que llegue una paloma y te fecunde: puede ocurrir, pero pasa muy, muy poco.

Las cenas de empresa, las cenas de clase, las cenas con los amigos, las cenas con los de natación: Admitelo, llega un momento en el que el tema cenas de Navidad se te va de las manos. Entonces te ves obligado a decidir entre pedir un crédito para ir a todas o sentarte una noche en casa, en soledad y penumbra, con un vaso de whisky y hacer un meticuloso estudio sociológico para elegir a cuáles asistir y a cuáles no. Puede parecer una decisión trivial, pero nada más lejos de la realidad. Tienes poco dinero, así que tienes que tener mucho cuidado en cómo lo inviertes; si no, puede que te gastes tus últimos 40 euros en aguantar las historias coñazo de los hijos de tu jefe o la conversación sobre reuma de la señora que va contigo a pilates, mientras tus compañeros de clase van borrachos por Gran Vía haciendo la conga o tus amigos de la infancia pasan la noche más gamberra y divertida de los últimos diez años.

Las reuniones familiares: el desencantado de la vida del principio del post te diría que si tanto quieres a tus familiares, por qué sólo los ves en Navidad. Bueno, a lo mejor no toda tu familia vive en el rellano de tu escalera, a lo mejor tú eres de Murcia y tus abuelos están en Galicia y para allá que vais tú, tus primos de Cáceres y el tío que vive en Australia. Quien crea que es fácil juntar a una familia, que intente quedar con todos sus amigos un sábado por la tarde para tomar café. Cada uno tiene su vida y sus deberes, coordinar agendas no es fácil y si, llegada Nochebuena, la gente hace el esfuerzo por reunirse, no veo qué hay que reprocharle a eso. Otra cosa es cómo discurra el evento. Si tu familia es grande, es todo un acontecimiento: descubrir que tu prima "la pequeña" está ya mucho más buena que tú, asistir a la discusión política entre tu madre y su cuñado, ver a tu tío borracho contando chistes verdes... Pero si tu familia es pequeña, básicamente lo que hacéis es juntaros los de siempre para hacer lo de siempre, con una sutil diferencia: las gambas y los canapés de salmón ahumado. Y yo no sé en la vuestra, pero en mi casa rara es la Navidad en la que no se desencadena la III Guerra Mundial debido a si las gambas están o no bien hechas. Que estas gambas no están bien asadas. Pues haberlas hecho tú, que te estás tocando las narices toda la noche. Pues no las hago yo, aprende y ya. He llegado a hacer de padrina en un duelo al alba de un 25 de diciembre por esto, mientras intentaba explicar a mis abuelos que quizá se estaban excediendo en la discusión. Aunque reunir a la familia desde hace tiempo también tiene sus desventajas. Las preguntitas. Cómo van los estudios, qué tal andamos de novietes, has encontrado ya trabajo, pero estás o no echando currículums... Cuando te das cuenta, estás arrinconado en la cocina siendo sometido a un tercer grado por todas tus tías mientras alguien grita de fondo que se están quemando las gambas.

La decoración navideña: Alguien, en algún momento y en algún lugar decidió interpretar lo de decorar la Navidad como una licencia para ser hortera. Está bien, hay excepciones, se hacen cosas monas hoy en día: muy elegantes, muy minimalistas, muy Apple. Pero eso es más de tienda cara. La regla general, la de tus vecinos y las tiendas de tu barrio, es atentar contra el orden público, la moral y la retina con papás noeles colgantes, coronas de flores en las puertas que más que el nacimiento de Jesucristo parece que están celebrando la muerte del abuelo y luces, muchas y de muchos colores. Intermitentes y que te produzcan ataques de epilepsia, si es posible. Tengo un vecino que se emociona tanto con el despliegue lumínico que al entrar en mi calle llegué a preguntarme cuándo habían abierto allí un puticlub. Respecto a la batalla belén-árbol, no voy a entrar en temas tan polémicos, llamadme cobarde. Sólo os daré un consejo: si tenéis gato, ninguno de los dos es la opción adecuada.

Villancicos (en español): Hay cosas en las que los anglosajones nos llevan ventaja y en cuestión musical de Navidad van varios mundos por delante. Podría pasarme horas y horas escuchando canciones navideñas cantadas por Frank Sinatra, Michael Bublé, Bruce Springsteen o incluso (¡incluso!) a Mariah Carey cantando Santa Claus is comin' to town, Have yourself a merry little Christmas o All I want for Christmas is you. Son bonitas, las interpretan grandísimos cantantes, dan ganas de cantarlas y escucharlas sin ser invadido por la vergüenza ajena. Pero, ¿qué tenemos aquí? ¿En el portal de Belén hay estrellas, sol y luna? ¿Dime, niño, de quién eres todo vestidito de blanco? (Huevos, de quién va a ser, del Madrid). Oh, blanca Navidad, sueeEEEÑOOS (reto a cualquiera a que la siga cantando, porque 1. Nadie se sabe la letra más allá y 2. En el "sueños" alcanzas el tono más agudo que pueden proporcionarte tus cuerdas vocales y si sigues subiendo, morirás entre horribles estertores). Encima cantadas por artistas de medio pelo, niños con voces chillonas o... O Raphael. Todos hemos visto el anuncio de la Lotería... Ahora visionad la imagen de Raphael cantándoos el tamborilero en sueños y comprenderéis que Freddy Krueger no es lo peor que os puede pasar estando dormidos.

Pues a pesar de todo esto (y mucho más), aun así, esta Navidad voy a volver a comer turrón de chocolate. canapés de salmón, voy a ir a comidas y cenas hasta que mi consumista presupuesto (y mi talla de vaqueros) me lo permita, voy a fingir que soy Mariah Carey cantando a voz en grito canciones con la palabra "Christmas" por casa y voy a seguir creyéndome lo de la paz, el amor y la ilusión. Y que cada uno haga lo que le salga... del espíritu navideño.

lunes, 9 de diciembre de 2013

#Culturiosidad15

¿A quién se debe el guión definitivo de la escena final y más famosa de Blade Runner?

Supongo que en realidad, debe hacerse una pregunta previa y es: ¿Habéis visto Blade Runner? Si la respuesta es 'No', me costará mucho no escupiros en un ojo y pediros educadamente que abandonéis este blog. Pero como soy una persona comprensiva y bondadosa, simplemente os exhortaré a verla PERO YA.
Superado este pequeño escollo, la escena final de Blade Runner, en la que el replicante modelo Nexus 6 Roy Batty pronuncia su discurso ante el sorprendido y algo acojonado blade runner Deckard es una de las más geniales y famosas de la historia del cine.
El aspecto definitivo de la escena se debió a la improvisación de Rutger Hauer, el actor que interpreta a Batty. Aunque según el propio Hauer, él simplemente añadió la frase del final, lo cierto es que modificó el guión original haciendo cortes aquí y allá. Decía que ese discurso no concordaba con el resto de la película, así que decidió retocarlo a su manera la noche antes de grabar sin que ni el mismo Ridley Scott, el director, se enterase. Y le salió bien, muy bien. De hecho, Hauer es capaz de hacer que ni nos acordemos de que en la misma escena sale ni más ni menos que el gran Harrison Ford.
Cuando Hauer interpretó l escena, el equipo de rodaje se entusiasmó y alguno de sus miembros llegó incluso a llorar.
Quite an experience to live in fear, isn't it? That's what it is to be a slave.I've seen things you people wouldn't believe... Attack ships on fire off the shoulder of Orion, I watched c-beams glitter in the dark near the Tannhäuser Gate. All those moments will be lost in time, like tears in rain... Time... to die. 



¿Raudos como lágrimas en la lluvia han sido @laratamarilla y @TheRepliKant !

lunes, 2 de diciembre de 2013

#Culturiosidad14

¿Quién fue el primero en reconocer a Ulises al regresar a Ítaca?

Como todos sabéis, Ulises es ése héroe griego que un día le dijo a su esposa Penélope que salía a por tabaco y al que la cosa se le fue de las manos*. Tras partir para combatir en la guerra de Troya y luchar en ella durante diez años, el valiente Odiseo se dispuso a volver velozmente (iluso él) a su hogar antes de que los buitres que pretendían a su señora se salieran con la suya y se quedaran con la chica, la kelly y la pasta. Pero el pobre no volvió a casa por Navidad ni al año siguiente, ni al siguiente. Después de escapar de la ira de los dioses, de cegar al cíclope Polifemo, de sobrevivir al canto de las sirenas, a los monstruos Escila y Caribdis... veinte años después de su partida, Ulises por fin llegó a casa.
Gracias a Atenea, se disfrazó como un mendigo para planear su venganza contra los pretendientes y aspirantes a usurpador del trono. Cuando le desvela su identidad a su hijo Telémaco, este desconfía y duda antes de por fin reconocerle como su padre, al que llevaba dos décadas sin ver.
Sin embargo, hubo alguien que sí lo reconoció desde el principio, a pesar de los pobres ropajes, de las arrugas y de las canas. Conforme se acercaba a palacio, su perro Argos, viejo, lleno de pulgas, cansado, sin poder llegar a levantarse, alza las orejas y mueve alegremente el rabo a modo de saludo. Ulises, para mantener el incógnito y poder llevar a cabo su venganza, no puede devolverle el gesto de cariño y pasa de largo derramando, eso sí, una lágrima. El animal, una vez visto de nuevo a su amo, muere.
Sólo quiero añadir que si en vez de un perro Ulises hubiese tenido de mascota un gato, me juego el cuello a que éste no habría movido ni un bigote de su siesta para recibir a su amo.

*Después de mi sinopsis de su obra, Homero se está retorciendo en el Hades y con razón.

¡Velocidad es la demostrada esta noche por @khiranamislati y @yeloukitty! ¡Enhoragüena!

lunes, 25 de noviembre de 2013

#Culturiosidad13

¿Qué respondió Freddie Mercury a Brian May cuando éste le dijo que quizá no podría grabar The Show Must Go On por su estado de salud?

En 1989, sus médicos ya le dijeron a Freddie que quizá no podría terminar de grabar The Miracle, el álbum en el que estaba trabajando Queen por aquél entonces. Afortunadamente, se equivocaron y no sólo pudo acabar ése proyecto sino que, entre marzo de ese mismo año y noviembre de 1990 llegó a grabar Innuendo, el último álbum cuya grabación llegó a finalizar.
En las grabaciones de Innuendo la salud de Freddie ya estaba muy resentida por la enfermedad y, a pesar de ello, logró dejarnos algunas de las mejores canciones de la carrera del grupo, tanto en este álbum como en el posterior, Made In Heaven, que los restantes miembros tuvieron que terminar sin él. Brian May llegó a decir que "una parte de todo aquello fue incluso feliz. [...] Fue duro, pero había mucha alegría durante las grabaciones finales. Freddie no dejó que fuera deprimente."
Así sucedió que durante las sesiones de The Show Must Go On (una de las canciones más de poner los pelos como escarpias de Queen, por lo genial que es y por lo que significa) Freddie estaba tan débil que apenas podía mantenerse en pie y su guitarrista, preocupado, le dijo "Fred, no sé si vas a poder cantar esto". Mercury lo miró largamente y respondió "Joder si lo haré, querido" (I'll fucking do it, darling!), se echó al coleto un trago de vodka... y joder si lo hizo. Nos dejó una de las mejores canciones de la Historia de la música EVER (y quien diga lo contrario arderá en el infierno con Belcebú cantándole al oído canciones de Justin Bieber y Andy&Lucas por la eternidad).

«Dedicado al espíritu inmortal de Freddie Mercury»
Queen - Made In Heaven, 1995

¡Los héroes de la noche han sido @xerguio y @laratamarilla!

miércoles, 20 de noviembre de 2013

#07: Perder el tiempo: nivel experto

Malgastar el tiempo a nivel avanzado no está al alcance de cualquiera.


Es paradójico que nadie se haya dedicado a desperdiciar su tiempo para tratar de manera detenida y minuciosa la pérdida de tiempo como tema de análisis. Menos mal que estoy yo aquí y sólo tengo una lista de cosas pendientes tan larga como un minuto de microondas (sí, TAN larga). Pero no me refiero a monear un rato, a distraerse un poco, a mirar unos minutos al infinito. Yo hablo de Perder El Tiempo con mayúsculas, a nivel experto. Me refiero a ser un auténtico entendido en la materia.

Como gurú en el tema, os dejo con unos sencillos pasos que si seguís de forma escrupulosa os convertirán en unos Maestros en Pérdida de Tiempo. Si sois avispados y sabéis sacarle partido, quizá podáis convertirlo en vuestro modo de vida haciéndoos, quién sabe, diputados o funcionarios en un ayuntamiento (¡Un saludo a todos los diputados o funcionarios de ayuntamiento que me leen! —en horario de trabajo, imagino).
  • El primer requisito imprescindible es tener cosas que hacer. Muchas. Muchísimas. Qué cosas es indiferente. Estudiar, trabajar, bajar al perro, hacer la comida... No importa. Lo relevante es que sea algo que tengas la obligación laboral o moral de hacer y cuanto menor sea el plazo que tengas para hacerlo, mejor.
  • Una vez hecha tu lista, ahora la cosa consiste en ignorarla. Total y completamente. Pasar de hacer lo que tienes que hacer, aun sabiendo muy bien que tienes que hacerlo. Parece sencillo, ¿verdad? Pero no nos precipitemos...
  • Para perder el tiempo professional level hay que dejar de hacer todos los deberes pendientes por NADA. ¡Ajá! ¡He aquí el truco! Si has pasado de estudiarte ese examen tan tenebroso por hacer el cambio de armarios con la ropa de verano a invierno, ¡bueno, pues ya has hecho el cambio de armarios! Si has dejado de trabajar en el proyecto que te dijo tu jefe por hacer el powerpoint de fotos de amigos para la boda de Juan y Puri, ¡bien, tarde o temprano tendrías que ponerte a hacer esa mierda! Al menos ya te has quitado ese mochuelo de en medio. No consiste, como algunos inexpertos creen, en sustituir un deber por otro, aunque estén jerárquicamente en niveles diferentes, sino en cambiarlo por algo totalmente inútil. La clave consiste en que al final de la jornada, mires tu reloj, veas cómo han pasado las horas y pienses "¿En qué cojones he perdido yo el tiempo de esta manera?" Si llegas aquí, ¡lo has conseguido! Posiblemente suspendas, pierdas tu trabajo o te deje tu pareja pero ¡eh, eres realmente bueno en algo! ¡Ponlo en el currículum!
  • La manera de desperdiciar los minutos es totalmente libre y depende de la personalidad y creatividad de cada uno. Puedes escribir en un blog que nadie lee, dedicarte a buscar de dónde procede ese leve crujido que oyes en tu casa o... meterte en twitter. ¡Ah, lo que nos ha aportado twitter a los grandes perdedores de tiempo! ¡El Paraíso! No importa el medio: el fin es irte a la cama con ese sentimiento de culpabilidad de que te has pasado el día tocándote las partes nobles y de que tu vida se escapa ante ti sin que al morir el telediario abra con la noticia porque nunca hiciste nada relevante. Pero no te pongas triste, somos muchos, no estás solo.
Quizá os preguntaréis si el auténtico time-waster nace o se hace. Aunque, como dije al principio, hay profesiones que mejoran las cualidades para perder el tiempo, el genuino holgazán nace. Hay gente que, por mucho que se empeñe, siempre acaba haciendo algo práctico con su tiempo. Es admirable a la par que extraño. Pero tú no sufras: si estás aquí leyendo esta entrada y además has llegado hasta el final, tienes de sobra lo que hay que tener para convertirte en Maestro en Perder el Tiempo. Así que ya sabes, ¡sácale partido y propón tu candidatura para las próximas elecciones!

lunes, 18 de noviembre de 2013

#Culturiosidad12

¿Cuál es la peculiaridad del monte Testaccio de Roma?

No es una de las famosas siete colinas que formaban el núcleo de la Ciudad Eterna por aquellos tiempos en los que todavía era la Ciudad Recién Nacida, pero el monte Testaccio, cerca de la orilla del Tíber, no se queda atrás en lo de tener una historia singular.
Para empezar, no es un monte en sentido estricto, sino una colina artificial formada por más de 25 millones de ánforas rotas. Casi nada. Y además, el 80% de esa panzada de vasijas provenía de tierras andaluzas, de la Bética, que fue una de las provincias en las que los romanos dividieron la Península Ibérica una vez que ya se habían hecho los amos del lugar.
El porqué de tanta acumulación y derroche de vasija se debe a que la mayoría de esas ánforas contenían aceite de oliva, ese oro líquido que nos hizo populares desde antiguo, y era más barato tirarlas una vez usadas que quitarles el pringue para volverlas a utilizar. Pero como los romanos eran gente práctica y civilizada, no se conformaron con ir arrojándolas a un vertedero a lo loco como vosotros tiráis los calcetines al suelo de vuestra habitación, sino que crearon un sistema disciplinado y levantaron una estructura que, con el paso de los 270 años aproximados que estuvo operativo, dio lugar a lo que es hoy el Monte Testaccio, en el centro de Roma y en el que, a día de hoy, se lo están pasando pipa los arqueólogos gracias a las inscripciones de las ánforas, que aportan una valiosa información sobre el comercio de la época.

«Con el aceite de las ánforas que han creado este promontorio se cubrieron las necesidades de una población de medio millón de personas durante 250 años», (José Remesal Rodríguez, arqueólogo jefe de la excavación del Testaccio. Artículo de La Razón)

And the winner (a una increíble velocidad de nanosegundos) is @khiranamislati ! (¡Aplausos!)

lunes, 11 de noviembre de 2013

#Culturiosidad11

¿Cuál fue el origen del método braille?

Si buscáis información sobre el método braille (no finjáis, tenéis la wikipedia echando fuego), lo primero que os mencionarán será a Louis Braille, su creador. Supongo que si se hubiera apellidado Gómez, ahora se llamaría "método gómez" y perdería glamour. En cualquier caso, lo que hizo monsieur Braille, que se quedó ciego por un accidente en su infancia, fue adaptar, simplificar y mejorar un método inventado décadas antes, allá por comienzos del siglo XIX, por el capitán del ejército francés Charles Barbier de la Serre.
Barbier creó lo que se llamó escritura nocturna para atender a la petición de Napoleón de buscar un método de comunicación silenciosa y que pudiera usarse en la oscuridad, para evitar que la luz o el ruido pudiera delatar la posición de los militares franceses, utilizando un sistema de puntos en relieve que, más tarde, dio lugar gracias al joven Louis, al conocido sistema que hoy se utiliza para permitir la lectura a las personas ciegas.
Triste pero cierto es que los mayores avances de la historia se producen en periodos de guerra. Especie simpatiquísima que somos.

¡Los gladiadores de la sabiduría de esta semana son (por supuesto) @laratamarilla y @khiranamislati! (Aplausos)

jueves, 7 de noviembre de 2013

#06: Qué bien el transporte público

Un trayecto da para más documentales de fauna que un safari por Kenya.


Y tú ¿por qué utilizas en transporte público? ¿Yo? Por cuidar el medioambiente, que es de todos. Además, me gusta relacionarme con mis semejantes y disfrutar de un ratito para pensar tranquilamente en mis cosas.... Y una mierda. Perdón: y una GRAN mierda. La única y verdadera razón por la que utilizamos el transporte público es porque no nos queda otro remedio. Si no de qué. Lo coges porque no tienes el carnet, porque no tienes coche, porque no puedes aparcar en el centro, porque se te ha roto la moto... Y si no vamos a ver, ¿de verdad alguien cogería el metro en hora punta si tuviera la opción de ir en su coche, tranquilo, con su música, su calefacción o aire acondicionado y oliendo a Don Pino silvestre? ¿Por placer? Amos, hombre, no me jodas.

Cualquier otra excusa que pongas será una coartada barata que le contarás a tus amigos de la jet-set para disimular que eres de la plebe. ¿Tiempo para reflexionar sobre tus cosas? Claro, porque seguro que a las 8 de la mañana mientras viajas al trabajo está tu cerebro pensando en algo que no sea la cama que acabas de abandonar y a la que no volverás a ver (sniff) hasta la noche. O que a mediodía piensas algo, en general, cuando todo el mundo sabe que a ciertas horas es nuestro estómago el que rige nuestro destino.

Además, es un deporte de riesgo que empieza con esa trágica (y ridícula) escena que todos hemos protagonizado de ver pasar nuestro autobús/vagón cuando aún estamos a cien metros de la parada. En esos momentos tienes que tomar una difícil decisión en nanosegundos: dejarlo pasar o correr como Flash que lleva el diablo y en ese brevísimo tiempo tienes que valorar variables como tu forma física (que es penosa), el tiempo que tarda en venir el próximo (si hay próximo), lo mojado que pueda estar el suelo... Elijas lo que elijas, puedes hacerle adiós con la mano a tu dignidad porque se te quedará cara de gilipollas si te decides por la primera opción y echarás los hígados, colorado y jadeante, en el segundo. Y ya si corres y aun así se te escapa, ni te pinto el cuadro que se te queda por faz.

Y ahora que ya estás a bordo, coge sitio, TE RETO. Que yo he visto autobuses urbanos españoles que no le envidian nada a los trenes de la India. ¡Ni el exotismo! Porque la fauna que puedes encontrar en un transporte público es la mayor muestra de biodiversidad en un espacio reducido que puede encontrarse en el planeta. Sin detenerme demasiado en el binomio transporte público - (falta de) higiene, que podría abordarse con un sencillo "Si no lo haces por ti, hazlo por los demás, hijo de la gran meretriz", se puede decir que la gente que comparte vagón contigo es como tu familia: que tú no la eliges, pero te toca convivir con ella. Y se ve cada individuo por ahí que yo he llegado a plantearme si pertenecemos a la misma especie.
Además, hay una cosa que a mí me pasa y es que la gente me habla. Siempre. En cualquier trayecto, a cualquier hora. No digo que hablamos, no, QUE ME HABLAN. Independientemente de la cara de muerta o de pegadmeuntiroporcaridad que lleve, que a veces, os prometo, es mucha. Que me verán pinta de sociable o yo qué sé que narices, pero así he acabado en un autobús a primera hora, después de haber salido de fiesta, con una señora contándome que era su cumpleaños y cómo lo iba a celebrar con cada miembro de su familia. O asistiendo a una tertulia entre abuelos sobre cuándo fue la última vez que nevó en la ciudad. O escuchando cómo el tío del coche tunning no pasó la ITV yendo yo rumbo a un examen... Podría escribir un libro sólo de los personajes que me encuentro. (Quizá lo haga y entonces os tocará comprarlo). Mira que yo me resisto al principio. Miro por la ventanilla, respondo con "Hum" y "Am", empiezo a desenroscar los auriculares. Pero a la gente en realidad le da igual: han seleccionado a su víctima y me voy a comer su vida quiera o no. Y de verdad que hay días que no quiero. Piedad.

Luego hay un fenómeno que se produce en un viaje en transporte público y cuyo estudio habría hecho que Einstein se sintiera en Disneyland: el tiempo se expande, haciendo que un trayecto de 15 minutos en coche se convierta en uno de 40 minutos en autobús, con sus mil paradas, sus retrasos, su conductor amable que te habla en gruñidos (si te habla); y mientras, el espacio se contrae, mucho, poco a poco pero de forma continuada hasta que, inexplicablemente, te encuentras encajado entre una señora de amplio volumen, un cani con música en el móvil, un señor peligrosamente cercano a tu culo y la barra para agarrarse. Que por otro lado, agarrarte no te hace falta, porque en caso de brusco frenazo tu nuev familia temporal impedirá que muevas tu cuerpo una micra y, en caso extremo, el señor de detrás te cogerá del culo para que no te caigas Qué suerte.

Mi consejo es que, si no tienes más remedio y te ves obligado a desplazarte en un transporte público, intentes hacer el viaje lo más soportable posible: llévate un libro, el mp3, aprovecha para pensar en tus cosas... Y si todo falla, pregúntale a la señora de al lado cuando es su cumpleaños.
Y sonríe, que estás cuidando el medioambiente.


lunes, 4 de noviembre de 2013

#Culturiosidad10

¿Con quién se lió a tortas il dottore Valentino Rossi justo antes de subir al podio tras ganar la carrera?

No fue la primera vez, ni mucho menos la última en que el antagonismo entre dos pilotos ha saltado del asfalto y ha salpicado más allá de la estricta rivalidad motociclística. Pero la enemistad de Vale con su paisano Max Biaggi es, probablemente, una de las más históricas del mundo de las dos ruedas.
Era junio de 2001 y el ambiente en Montmeló estaba más que caldeado. Aquélla era la última temporada en la que 500cc era categoría reina antes de dar el salto a Moto GP y eso hacía que ganar el mundial ese año fuera especial. Biaggi y Rossi ya habían tenido algún que otro encontronazo en la pista y la tensión fuera de ella había ido creciendo con el paso de las carreras y la lucha por el liderazgo del mundial. No se podían ni ver, vamos. En ese Gran Premio de Catalunya, a pesar de una salida desastrosa y empezar por la cola, el genial Valentino fue adelantando a casi todos los demás pilotos hasta ganar la carrera, haciendo a su colega Max comerse un segundo puesto que le sentó regular. Mientras esperaban para subir al podio, Rossi intentó rebajar la tirantez preguntándole a Biaggi por su equipo de fútbol, que había ganado la noche anterior pero éste, que se subía por las paredes de la rabia, no estaba muy por la labor de entablar charla distendida. El caso es que al ser llamado para salir al podio, Biaggi se tropezó con el ayudante de prensa del equipo de Rossi y, debido a su estado de enfado ulcerante, le dio un empujón/codazo de mala manera y ahí se lió el jolgorio. Se llegó a las manos entre pilotos, miembros de equipo y la madre del cordero.
En los primeros momentos, la gente no sabía muy bien por qué los dos pilotos subían al podio con la cara colorada y alguna marca de mano en rostro. Ese fin de semana no hicieron declaraciones al respecto, pero años más tarde Rossi comentó el incidente en su autobiografía.

Esta semana la triunfadora del misterio ha sido la señorita @PiolinaColt, que casi se le hace tarde pero ha llegado justo a tiempo.

martes, 29 de octubre de 2013

#05: El **** horario de invierno

Lo único en lo que no discuten los españoles es en que todos odian el cambio de hora.


"Y recuerden, a las 3 serán las 2."
Así imagino yo que empezará el Apocalipsis. Con esas palabras dichas por un presentador de informativos que te habla muy despacio, como si fueras idiota. Que puede que lo seas, porque siempre te acabas liando, pero eso no es culpa tuya. La culpa la tiene esa maldita costumbre de, justo cuando acabas de adaptarte a ese horario que pusieron hace tan sólo seis meses, te lo vuelvan a cambiar.

La culpa de todos los males del universo la tiene el horario de invierno. Hala, ya lo he dicho.

Da igual que cada año nos lo expliquen. Es que así se ahorra luz. Todos lo hemos pensado: vamos a ver, señores, ¿no se dan cuenta de que la luz que te ahorras desayunando de día a las ocho la tienes que encender merendando de noche a las cinco de la tarde? Si en España nos acostáramos temprano, todavía, pero aquí siempre hemos sido nocturnos. Y si a la nocturnidad le echas ahora otras dos horas pues hagan cuentas.

Por ahí circulan teorías de que las realmente beneficiadas con el cambio de hora son las grandes empresas. Que tú, mientras subes la persiana de tu Carnicería Paqui a las 9 de la mañana con un sol de narices piensas que qué bien que las grandes empresas ahorren, total, lo tuyo de quejarte de la hipoteca y la crisis es postureo más que nada. Por moda. Qué más te da a ti si la factura de la luz te sube otro poco, llegas a fin de mes con bastante holgura.

Encima nos lo intentan colar como de buen rollo. ¡Eh, dormimos una hora más! Es una trampa, sólo quieren tenerte contento para distraerte de lo importante: el horario de invierno es una gran mierda. Además, un domingo de 25 horas lo único que hace es alargar la agonía de pensar en el lunes sesenta minutazos más. 

A partir de ese momento las tardes de invierno se hacen laaargas, largas. Eternas. En un determinado momento, después de horas y horas de oscuridad te dices "Mejor me hago algo de cena y me acuesto". Entonces miras el reloj. 18:36. Te dan ganas de tirarte al suelo de rodillas con los puños en alto y gritar "¡¡¡NOOOO!!!". ¿Y ahora qué coño haces en tu casa hasta la hora de la cena? Porque a la calle no vas a salir, ¡es de noche, debe hacer frío! ¡Aterradoras criaturas acechando en las sombras! Es en estos duros momentos cuando retomas una relación que, a la larga, se convierte en la mejor que tienes con nadie en todo el año: tu amistad con derecho a roce con el sofá. Ahí está, todo para ti, mirándote como diciendo "Sabes que no tienes nada que hacer en las próximas cinco o seis horas..." Esa relación te va transformando, sutilmente, sin que tú lo notes. Tu sofá es como un dementor que poco a poco va absorbiéndote la vida. Así ocurre que a las diez menos algo te llaman para salir y tú, que eras una persona joven, activa, llena de vitalidad, le acaricias con dulzura el lomo a tu sofá y contestas: "No me apetece, la verdad" y como tus amigos te insisten, porque al parecer son unos tipos desarraigados, sin casa en la que estar ni sofá en que vivir, acabas por soltarles LA FRASE: "Que no, en serio, que ya me he puesto el pijama". Nada más que añadir, señoría. Tus amigos cuelgan derrotados. Porque todas las personas del planeta Tierra saben que, una vez puesto un pijama, es total y absolutamente imposible quitárselo antes del siguiente amanecer. IMPOSIBLE. Que, en caso extremo de salida imprevista o inevitable (para recoger a un amigo borracho y que no conduzca, o recoger a una amiga, borracha, que lo ha dejado con el novio, o recoger a tu hijo adolescente, borracho y, muy probablemente, drogado) todo lo más te pones una chaqueta de chándal encima y te montas en el coche en zapatillas.

Ni siquiera funcionan bien los planes de "mantita y peli" porque las pelis, si son de las que ponen en televisión, empiezan a las 10 de la noche y acaban, como muy pronto a las 12 y pico. Tú a las diez y veinte ya empiezas a mochuelear hecho una larva en tu manta suave y muy duro serás si a las once y cinco no has pegado algún ronquido y despertado a los vecinos, que también llevan un rato sobando en sus respectivos sofases. Y si ése es el ánimo para ver una simple película, del sexo salvaje (o domesticado) ya ni hablamos. Quita, quita, qué pereza. Vamos a dormir. Y pásame esos calcetines gordos de lana.

Nada va bien con el cambio de hora. Por la mañana llegas al trabajo inflado a dormir y muerto de sueño (el cuerpo humano misteriosamente funciona así) y ni siquiera puedes hablar con tus compañeros del final de la película de anoche porque todos os quedasteis fritos a mitad u os dormisteis y despertasteis a intervalos irregulares y no entendisteis nada. Quizá podéis contaros qué parte vio cada uno e intentar reconstruir la historia.

Supongo que por mucho que nos quejemos, al final sólo nos queda resignarnos (esto es como muy español, ¿eh?), así que intentemos acostumbrarnos. Aunque una cosa os digo: ya veréis como cuando consigamos adaptarnos nos la cambian otra vez.

lunes, 28 de octubre de 2013

#Culturiosidad09

¿Qué hacían los espartanos con los bebés nacidos con defectos físicos?

Todos los padres quieren que sus hijos nazcan sanos y fuertes. Pero, en caso de putada en contrario, los quieren igual y hacen lo posible para que sus niños sean felices, independientemente de si Mamá Naturaleza ha decidido ponérselo más o menos fácil. Esto, que es algo que hoy en día (quiero pensar que) todos tenemos claro, no siempre fue así.
Los espartanos nunca fueron un pueblo que se caracterizada por su afición a ver El Diario de Noah. A la pregunta "¡¡Espartanos!! ¡¿Cuál es vuestro oficio?!" no había respuestas como "Artista independiente" ni "Yo, personal shopper", no. Ellos se dedicaban a cosas serias. Básicamente, lo suyo era la guerra. Y con una visión bastante práctica y poco sentimental, consideraban que todo hombre que no sirviera para la batalla y toda mujer que no sirviera para parir guerreros fuertes era un gasto inútil y no estaba la cosa para derrochar.
Por lo tanto si al nacer un consejo de ancianos consideraba que no ibas a ser apto para, en el futuro, cargarte a todo quisque en nombre de la patria, te llevaban al monte Taigeto y te lanzaban barranco abajo. Finos, los muchachos. Que si los pillara Unicef ahora los crujía, aunque mucho me temo que no muy lejos del Edén al que llamamos Primer Mundo se siguen haciendo burradas no muy diferentes de las que eran moda hace unos 3.000 añitos.

Hoy los más rápidos del oeste han sido el imbatible @laratamarilla y @ardilla1997. Pero cuando digo rápidos me refiero a rápidos rápidos. Congratulation!

lunes, 21 de octubre de 2013

#04 El autocabreo

A veces, para cabrearse sólo hace falta tener tiempo libre.

Siempre nos andamos quejando de la vida de estress que llevamos. Intentar no llegar tarde al trabajo por la mañana, salir de la oficina, comer rápido, correr al gimnasio antes de volver a la oficina, ¿hiciste el informe, Pérez? ¡Mierda, el informe! No me da tiempo a pasear al perro, ¿vas tu al supermercado? ¡Se me quema la cena! Tic tac, tic tac... Así llegas a la cama, que antes de tocar almohada ya te has pasado tres veces la fase REM. Y claro, con tanto ajetreo, se echa de menos "tener tiempo para uno mismo, para relajarse, reflexionar...", ¿verdad? ¡Pues no, mal! Si algo nos ha demostrado la historia es que pensar en exceso es malo. Caca. No. Que yo no digo que tengamos la actividad cerebral de un geranio, pero reconozcamos que a veces se nos va de las manos lo de darle vueltas a la cabeza.

Es así como se produce uno de los fenómenos que más me fascinan y aterrorizan de la mente humana: el autocabreo. Para mí, éste es una prueba más de lo estúpidos que podemos llegar a ser. Que es mucho.

Por si su nombre no es lo suficientemente obvio, voy a proporcionar la definición de la RAE sobre el concepto.*
*(N. de la A: no existe tal definición en la RAE, me lo acabo de inventar, es todo una sucia mentira):
Autocabreo: 1. m. Dícese del enfado o rabieta que, sin causa inmediata aparente, uno va creando en su cabeza y alimentando gradualmente y sin control hasta límites absurdos. Puede llegar a causar hemorragias internas, úlceras o aneurismas cerebrales.
Autocabrearse. 1.  tr. Ser gilipollas y conseguir pillar un autocabreo.
Aclarado esto,  hablemos de cómo se produce y desarrolla. He aquí una clase magistral impartida por una experta en la materia.

Para empezar, lo más acojonante del autocabreo es que puede iniciarse en cualquier momento. Como decían los anuncios de compresas: el día menos pensado. Los ingredientes básicos para cocinar un buen autocabreo son: 1. Un acontecimiento reciente, levemente molesto pero al que no le diste demasiada importancia en su momento y 2. Como dije, tiempo para pensar. Si a estos dos le sumamos el factor memoria a largo plazo, estaremos preparados para fabricar una bomba de relojería de proporciones y consecuencias insospechadas.

El acontecimiento detonante puede ser casi cualquier cosa: una frase, una mirada, un gesto. Un no-gesto. Algo que cuando ocurrió te produjo un leve escozor que se agudizó más tarde, como una pequeña picadura que notas ligeramente al principio pero no empieza a hincharse hasta días después. Por ejemplo, estás de sobremesa nocturna con tus amigos y tu colega Pepe dice que vayas tú a por el hielo, que siempre te escaqueas. Todos se ríen. Tú también, claro. Je, je, je.
Je.

Te ha tocado un pelín, poquito, poquitín la moral, pero no pasa nada. Estás con tus amigos, todo es paz y amor. Seguro que Pepe no tenía mala intención. Ha sido una broma. Je, je. Claro que lo que ha dicho es mentira, de hecho tú sueles ser de los que siempre pringan, pero ¡eh!, es sábado noche, no iba en serio. Je, je. JE. Y eso que, precisamente, Pepe es de los que menos pueden hablar, porque él es el rey del escaqueo. JE, JE.

¡Ya está, ya ha empezado! Has dado el primer paso hacia las tinieblas del ser humano. No importa que esa noche no le prestes más atención al tema. Correrá el alcohol, seguirán las risas, se hará exaltación de la amistad. Pero, en algún lugar de tu interior, hay algo que te rasca, como una cojonera etiqueta de camiseta de Inditex. Y está esperando su momento. Aquí es cuando entra en juego el componente número 2 del autocabreo: el tiempo libre. Tu leve irritación interna sólo está esperando ese momento en el que no echan nada en la tele, te has terminado el libro que te estabas leyendo y llevas todos los informes que le pidieron a Pérez al día. Y te pones a pensar. Vaya un idiota, Pepe. Ese comentario estaba fuera de lugar. Que mucho tonito de broma, pero es que siempre está aprovechando para tirármelas. Que aquí nos vamos todos conociendo ya.

Éste es el momento de introducir el factor número 3, que equivaldría a las especias en un plato principal: no son imprescindibles, pero lo hacen más sabroso e inolvidable. Este ingrediente está más agudizado en el género femenino y consiste en una memoria asombrosa para elaborar un historial completo con todas las ocasiones en las que Pepe se escaqueó de hacer algo en los últimos diez años de amistad. Como el día que teníais que organizarle el cumpleaños a Lola, que él dijo que tenía mucho trabajo y vino justo para el aperitivo y la cerveza. O cuando tuvisteis que pintar el bajo donde os juntáis, que de repente tenía que ver a su tía abuela en el hospital. O como cuando...

La cuestión es que tú, en tu soledad, poco a poco, te vas calentando. Porque todo esto viene desde que le dijiste en 3º de carrera que no podías ayudarlo con aquél trabajo de la optativa, pero es que tú llevabas muchas cosas p'alante y él se pasaba todo el día en el piso fumando porros y tocándose el nabo. Que desde entonces te la tiene jurada por dentro y MANDA COJONES QUE TODAVÍA SE ACUERDE (que, probablemente, Pepe no se acuerde de nada de eso, pero tú ya vas embalao...). Y es que siempre que hay gente delante aprovecha para hacerse el graciosillo a tu costa Y YA TE TIENE HASTA LOS HUEVOS, PORQUE ESTÁS HARTO DE SER SIEMPRE EL BUENECITO Y... (on and on and on...)

Y así se produce la ridícula situación de que tú estés en tu casa, solo, en el sofá, con la tele apagada y una úlcera sangrante que te va comiendo por dentro mientras Pepe, en su feliz ignorancia, pasa una agradable tarde sin preocupaciones en su hogar. Y te llaman para salir y tú respondes con un "NO VOY A NINGUNA PARTE" que extraña un poco a tu entorno más cercano, que no entiende qué puede haber pasado, si dijiste que ibas a pasar la tarde tranquilamente en casa, dedicándote un poco de tiempo. A ver cómo les explicas que te has pillado un rebote monumental de repente y porque sí por culpa de que Pepe, hace una semana, dijese que fueras tú a por el hielo.

Este disparate de panorama que todos hemos vivido alguna vez no lleva a nada, porque al final el único tonto que se enfada eres tú mientras la otra persona jamás se enterará de tus silenciosas reivindicaciones. Si queréis mi consejo (que podéis no quererlo, allá vosotros si sois unos insensatos) es que la próxima vez le digáis a Pepe que vaya su madre a por los hielos y cuando se os haya acabado el libro que estabais leyendo, cojáis otro antes de tener tiempo libre para poneros a reflexionar.

#Culturiosidad08

¿Qué partes del David de Miguel Ángel son desproporcionadamente grandes en relación con el resto?

A pesar de lo que ha venido primero a vuestra sucia y lasciva mente haya sido un pene de proporciones colosales y que, ciertamente, el David del genio florentino está bastante mejor dotado que la media, hay que tener en cuenta que la escultura de este buenorrazo bíblico mide más de 5 metros por lo que, chicos, no tenéis que acomplejaros por nada.
Las partes que destacan por ser sobradamente más grandes en proporción al resto del cuerpo son la cabeza y las manos. Al respecto, hay varias teorías. Según una de ellas, Miguel Ángel dotó a su obra de un cabezón y unas manazas (sobre todo la derecha, que sujeta la piedra que David va a lanzarle a Goliat) para simbolizar su fortaleza. Hay quien explica esta desproporción en la necesidad de corregir el efecto óptico de disminución que producía ver la escultura desde abajo, al ser ésta de gran tamaño y encontrarse originalmente sobre un contrafuerte de la catedral de Florencia. También he oído que podía deberse, en el caso de las manos, a que Miguel Ángel tomo como modelo las suyas, muy desarrolladas por el continuado trabajo por la piedra...
Sea cual sea la verdadera razón, hay que reconocer que el chico no se le quedó mal.

Las más rápidas de la noche han sido @Sambellacrux y @TheRepliKant, aunque también ha habido participación de @moniescat, @heyolaya, @PiolinaColt y, por supuesto, @laratamarilla que, para que conste, ha respondido... bueno, no importa. ¡Enhorabuena a todos, esto se va animando!

lunes, 14 de octubre de 2013

#Culturiosidad07

¿De qué disco y grupo esta imagen es portada y en qué obra de arte está basada?

Sin detenernos a admirar mi increíble destreza para el pareado, la respuesta a la primera parte de la cuestión es Use Your Illusion I de los Guns N' Roses, el tercer disco que la banda lanzó en 1991. La portada del Use Your Illusion II es igual pero en azul y ambas son obra del artista americano de origen estonio Mark Kostabi
La portada consiste en un detalle de la obra de Rafael "La escuela de Atenas" aunque, precisamente la figura destacada en la portada no es nadie, en un fresco en el que casi todo mundo es alguien, ya que una gran parte de los personajes que aparecen en él son identificados como importantes filósofos de la historia. (Os animo a que hagáis un "Buscando a Wally" con la pintura original, a ver si encontráis a la misteriosa figura).
Al parecer, se dice, se comenta, se rumorea en por los bajos fondos, que la obra de Kostabi fue realizada y llamada Use Your Illusion antes que los discos pero cuando Axl Rose compró la pintura, le gustó tanto que decidió convertirlo en portada y título de los mismos.

Como otras semanas, el flamante ganador del acertijo vuelve a ser @laratamarilla. Rata wins again!

lunes, 7 de octubre de 2013

#Culturiosidad06

¿Qué famoso bluesman arriesgó su vida por salvar su guitarra en un incendio y cómo la llamó después del incidente?


Decimos que el amor por otra persona es idiota, pero anda que el que le tenemos a algunas cosas es para ponerlo de gilipollas para arriba. Si no que se lo digan a uno de los grandes del blues, B. B. King, que allá por 1949 no tuvo otra ocurrencia que meterse en un local en llamas porque había olvidado dentro su apreciada guitarra al huir. Durante una actuación de B. B. en el salón Twist de Arkansas, dos hombres empezaron a pelearse, con tan buena puntería que volcaron un barril medio lleno de queroseno que había sido encendido para calentar el local (porque en Arkansas en invierno al parecer hace una rasca considerable). Una vez fuera del local, después de que todo el mundo saliera, como es lógico, por patas, el rey del blues se percató de que su guitarra se había quedado sola e indefensa dentro del local incendiado y, sin pensárselo muy bien, entró y la rescató. Al día siguiente se enteró de que la disputa entre los dos hombres se debía a una mujer llamada Lucille, y decidió bautizar así a su primera guitarra y, más tarde, a todas las que la siguieron.
El amor, que es gilipollas.

¡Enhorabuena a @maikel_bf, ganador de esta edición y loado públicamente por ello!

jueves, 3 de octubre de 2013

#03 La cueva que llamas hogar


Uno no valora las cosas... hasta que se rompen.

Nada como tu casa,  tu piso, tu dulce hogar. Lo quieres, porque es tuyo y lo vuestro es como una hermosa y duradera relación de pareja en la que él acepta que le vayas dejando los sujetadores tirados por el sofá o los calzoncillos en el suelo mojado del baño y tú aceptas que se va haciendo viejo y se le empiezan a notar los achaques. Aunque, yo no se en la vuestra, pero en mi casa nunca se rompe nada: todo "tiene truco". Y como la puerta del horno no está rota sino que "tiene truco", le explicas a tus amigos cuando vienen a cenar que para cerrarla sencillamente tienen que darle un golpe seco con la rodilla en la esquina superior derecha, con un ángulo de 36,4º y una fuerza exacta de 458 Newtons. Que tampoco entiendes por qué gruñen, resoplan y te dicen lo de que la cambies de una jodida vez.
Pero cuando las cosas deciden romperse (y me refiero a que tienes que reconocer, por encima de tu orgullo, que se han roto de verdad) nunca lo hacen de una en una, sino que vivirás de repente una serie de catastróficas desdichas que pondrán a prueba tu paciencia, tu imaginación y tu capacidad de autocontrol para no convertirte en un peligroso psicópata destrozándolo todo con un hacha a lo Jack Nicholson en El Resplandor.

Y así, te ves envuelto en encantadoras y cómicas situaciones que no te hacen ni puta gracia cada vez que alguno de los elementos que consideras básicos de tu vida cotidiana decide darse de baja en su labor vital.
  • El calentador: Podría romperse en agosto, cuando el agua más caliente que quieres que toque tu piel es la que se derrite del cubito del gintonic, pero no. Cumpliendo diligentemente la Ley de Murphy, el calentador se romperá cuando tu ciudad sea asolada por la ola de frío siberiano más terrible que se recuerde en los últimos 100 años. Así que tú, que eres de los que en invierno se mete en la ducha con una pastilla de Avecrem, porque ya que te cueces, enriqueces, te ves obligado a elegir entre ir diariamente a visitar a un amigo, albornoz en mano y cara de perrillo abandonado, u optar por el artesanal método de calentar agua en una olla, echarla en un cubo y usar un cazo a modo de alcachofa de ducha, ambas opciones igualmente tristes. En caso de que te decantes por la primera, te sugiero que vayas rotando las casas a las que vas a gorronearles el agua caliente, no vaya ser que a la tercera o cuarta vez dejen de abrirte la puerta y te quedes como un gilipollas en el rellano de la escalera con tu albornoz de rayas.
  • La tele: En este caso, incluso puede ser beneficioso para tu salud mental. La cuestión es que, para no variar, se romperá cuando estés enganchadísimo a una serie o programa. En estos tiempos del internete quizá no se valore tanto porque todo lo que quieras ver está ya en la red. Pero hubo un tiempo en que tenías que esperar a que llegara ese día y hora concretos de la semana para saber si Quimi y Valle seguirían juntos y cuando, justo dos horas antes, tu caja tonta empezaba a emitir rayitas y puntitos como única programación, las blasfemias podían oírse desde el otro lado del Mississippi.
  • El microondas: Lo considero una mierda de electrodoméstico: calienta las cosas a trozos, descongela regular y los minutos que lo programas hacen que se expanda el concepto espacio-tiempo y se te haga eterno cada segundo que esperas a escuchar la campanita. Pero es el que te hace las palomitas y lo de calentarte el vaso de leche del colacao en un cazo, honestamente, no lo has hecho en tu vida. Así que cuando se rompe, tú, que eres del género perro, optas por no buscar medios alternativos por pereza absoluta y decides eliminar de tu dieta todo alimento que requiera un breve paso por el microondas previamente a su ingesta.
  • Goteras: Aquí la supervivencia de tu hogar depende de varios factores. El primero es que cuando caiga el diluvio, te pille en casa. Si no es así, ya puedes llamar a un cámara del telediario de Antena3 y gritar al entrar "¡AY, DIOS MÍO, QUÉ DESASTRE, AY!", porque el panorama que encuentres dentro puede ser dantesco. En caso de que tengas la suerte de disfrutar la catástrofe desde casa, se podrán a prueba tus habilidades detectivescas, para encontrar nuevos e inesperados agujeros en tu (puta mierda de) techo, tu velocidad y tus reflejos. Pero, ¡cuidado! Recuerda que toda casa dispone de un número limitado de recipientes, así que cuando hayas ubicado el cubo de la fregona, el de tender la ropa y un par de papeleras, tendrás que echarle imaginación para seguir poniendo freno a la lluvia indoors que ameniza tu hogar. Si consigues ahorrar para comprarte una vaquilla, puedes soltarla por casa en estas ocasiones y montarte un Gran Prix doméstico.
  • La lavadora y la plancha: Aquí el juego va de cuánto puedes aguantar hasta parecer un auténtico vagabundo. Por supuesto, si ellas pueden decidir, preferirán romperse justo la semana en la que has conseguido tu primera entrevista de trabajo en los últimos dos años y tengas que huir suplicando a casa de mamá o empezar a lloriquear a todos los amigos de tu talla.
  • Las persianas: No importa si son de cinta o de manivela, electrónicas o manuales: antes o después alguna persiana de tu casa dejará de funcionar. Si tienes un poco de fortuna, se atrancará a media altura, de modo que la habitación no quede a oscuras pero tampoco esté totalmente expuesta. Pero, ya sabes, siempre cabe la posibilidad de que, con lo suertudo que eres, la persiana se quede totalmente bajada y te suma en el valle de las sombras o completamente subida, lo cual es muy práctico para saber exactamente cuántas horas de luz tiene el día y, si eres de los verdaderamente afortunados, hasta puede que tengas una farola enfrente que ilumine cálidamente tu cuarto cuando vayas a dormir.
  • El secador: Esto es algo que sólo afecta a mujeres y hombres que son fans del heavy metal o de Camarón. Según el tipo de cabello, la pérdida del secador puede ser una tragedia en cualquier época del año aunque, como el calentador, probablemente ésta se producirá cuando las condiciones climatológicas sean más propicias para provocarte una pulmonía y, por qué no, la muerte.
  • La vitrocerámica: ¿Cuánto tiempo puedes soportar vivir a base de bocadillos? La respuesta coincidirá misteriosamente con lo que tardas en llamar al técnico y gritarle que se de prisa en arreglarlo.
  • La play: Chicos, ESTO NO ES EL APOCALIPSIS, haced el favor de descolgar esa soga del ventilador del techo y dejad de hacer un drama de algo que podéis solucionar comprandoos un libro de sudokus para matar el aburrimiento.
Podría seguir y la lista sería tan infinita como infinitas son las cosas que tenemos en casa y creemos imprescindibles. Pero recordad: si hace 50 años no existía, lo mismo es que se puede vivir sin una Thermomix 3300, así que reprimid el ataque de ansiedad, respirad hondo... y buscadle el truco.


martes, 1 de octubre de 2013

#Culturiosidad05

¿Por qué si le haces este gesto a un inglés es posible que te parta los morros?

Todos sabemos que si le enseñamos a alguien el puño con solamente el dedo corazón levantado, es posible que algún mamporro nos caiga y merecido. Lo que no todo el mundo sabe es que haciendo el gesto de la paz o la victoria de forma invertida, es decir, con la palma hacia adentro, estamos haciendo el equivalente anglosajón a nuestro "Que te den" y, consecuentemente, también es posible que recibamos nuestro par de hostias a la hora del té.
Según cuenta la leyenda, el gesto procede de allá los tiempos de la Guerra de los Cien Años. En la batalla de Agincourt, en 1415, cuando los franceses capturaban a los arqueros que luchaban en el bando inglés les cortaban el dedo índice y corazón de la mano derecha, los necesarios para poder disparar con el arco, dejándolos de este modo incapaces para ayudar en batalla. Los arqueros no mutilados utilizaban este gesto a modo de desafío a los franceses. Según @laratamarilla, ganador de esta semana (cito textualmente), en plan "¿Veis estos dedos? Pues me vais a cortar un mojón. Así, pero hace muchos años"
Así que si vais a Reino Unido, Australia o Nueva Zelanda, donde se ha extendido este significado insultante, haced el favor de no pedir dos cervezas con la palma de la mano hacia adentro, porque puede que recibáis otra cosa.

Y enhorabuena a @laratamarilla, que ha recuperado su honor después de semanas de llegar tarde :)

lunes, 23 de septiembre de 2013

#Culturiosidad04

¿Cuál fue la clave para descifrar los jeroglíficos egipcios?

"¿Y todos estos dibujitos?" debieron pensar generaciones enteras de conquistadores y viajeros al pasear sus sorprendidas miradas por entre las maravillas del Antiguo Egipto. "Normal que los romanos hicieran provincia a Egipto, si se pasaban el día haciendo grafittis". Y es que hasta el siglo XIX los jeroglíficos eran para occidente poco más que ojo-pájaro-pájaro-pluma-señordeperfil*. Sabíamos que algo querían decir, pero el qué se nos escapaba y hacía mucho de aquellos tiempos como para preguntarle a algún lugareño sobre el significado de todas aquellas inscripciones.
Pero al iniciarse el citado siglo, entre los rifirafes franco-británicos que tenían lugar allá por tierras del Nilo, apareció lo que hoy se conoce como la Piedra de Rosetta, un fragmento de una estela egipcia en la que se encontraba inscrito un decreto del siglo II a. C. en tres formas de escritura distintas: jeroglíficos egipcios, demótico y griego antiguo. 
El hecho de que el texto escrito en cada una de esos tipos de escritura fuera básicamente el mismo posibilitó que, tras ponerse como locos de contento todos los museólogos y eruditos de la época, en 1822, Jean-François Champollion anunciara con orgullo y satisfacción haber descifrado el misterio de los jeroglíficos egipcios.

¡Y el ganador tuiterillo de esta semana ha sido @ffunness! ¡Muy bien, caballero!

*Los fans de los Simpsons sabrán que este broma no es mía...

domingo, 22 de septiembre de 2013

#02 Hollywood, no me jodas.

Poco se dice para lo mucho que nos ha jorobado.

Se está hablando mucho en los últimos tiempos de las believers y las directioners, ese ejército de jovencitas alocadas que amenazan con (Dios no lo quiera) dominar el mundo, con sus cabezas llenas de pájaros, coladas por unos polluelos con caritas de ángel y más movimiento de caderas que voz. Pero nadie habla de otro colectivo más peligroso, una mayoría silenciosa que, si bien puede que no llegue a la conquista del planeta, tiene sobrado potencial para destruirlo: las hollywers, mujeres (hechas y derechas) de todas las nacionalidades, razas y extracción social unidas mundialmente por su creencia ciega en las sucias falacias romanticoides que nos vende Hollywood.

Puede que percibáis en mi tono cierto resquemorcillo. Rencor, quizá. Odio. Rabia homicida. Pues sí, lo reconozco, pero es que Hollywood nos ha arruinado la vida. Hablo por mí y por todas mis compañeras, pero, ojo, esto no sólo nos afecta a las mujeres: vosotros, queridos, también estáis jodidos y bien jodidos. Al margen de otros fraudes internacionales como "Algún día lo entenderás" o nacionales, como el tan español "Estudia una carrera y tendrás un buen futuro", la industria hollywoodiense lleva destruyendo expectativas de ser feliz con una vida normal y común desde que el cine es cine.

La cuestión empieza desde la más tierna infancia, cuando nos criamos con las mentiras de princesas, príncipes y monstruos adorables que nos cuela Disney. Pero está bien, porque eres niño y los niños deben mantener sus naricillas alejadas del avinagrado olor de la realidad. Que vivan los Reyes Magos. El problema es que luego crecemos y nos siguen vendiendo las mismas historias, pero cambiando los dibujos por animados y encantadores protagonistas de carne y hueso con un piso en Nueva York centro.

Lo peor es que caer en las sucias redes de una película romántica puede pasarle a cualquiera, nadie está a salvo. Hasta en las mejores familias, vamos. Todo comienza cuando una noche te pones a ver un clásico de la historia del cine, Matar a un  ruiseñor, por ejemplo (algún día os hablaré de lo mucho que me aburrió Matar a un ruiseñor). Pero llegan los anuncios y decides hacer zapping mientras tanto. Entre corrosivos programas de cotilleo, cutre-adaptaciones de concursos americanos y la teletienda, te topas con una chorrada del estilo de 27 vestidos y a falta de algo mejor, decides dejarla hasta que tu obra maestra vuelva del intermedio de Antena3. Y CLARO, esperando, esperando, cuando te das cuenta, llevas tres cuartos de película vistos y una fuerza misteriosa te impide volver a cambiar de canal.

Así que ahí estás tú, una mujer adulta, madura, del siglo XXI, más o menos formada, tragándote un grandísimo truño cinematográfico y pensando "¡Por favor, que acaben juntos!". Pues he aquí un spoiler, amiga: van a acabar juntos y eres idiota. Claro que las dos cosas las sabes desde el minuto uno. Y es que las comedias románticas no van a sorprenderte: no va a haber un giro inesperado del argumento, el protagonista no va a quedarse con la bruja de pechos grandes ni abandonará su apartamento de Manhattan para irse a trabajar a un prestigioso despacho de abogados en Europa. Lo que hará, básicamente, es quedarse con la fémina principal, sin importar que en el nudo de la película se insinúe otra cosa. Porque, posiblemente, él tomará esa decisión de forma precipitada e impulsiva, en los últimos tres minutos de la cinta. No importa lo que ocurra en medio: una comedia romántica siempre irá del punto A al B. Ya puede ser el punto A que el chico y la chica se odien, que la chica sea gordita e impopular y el chico un guapazo mojabragas o que el mojabragas en cuestión sea su jefe o el novio de su mejor amiga (o una maravillosa e inexplicable combinación de todos ellos), que B siempre acabará siendo los protagonistas comiendo perdices en medio de alguna situación disparatada (en una carrera de globos aerostáticos, una escalera de incendios en el piso 121 de un rascacielos o, por supuesto, en la puerta de embarque de un aeropuerto) con una canción de Burt Bacharach sonando de fondo.

El ser racional y sensato que hay en ti sabe que es una patraña, que es ficción, que no te va a pasar. Pero en lo más profundo de ti, la princesa Disney sigue esperando que un día, al salir del Mercadona con la bolsa de rafia a reventar de productos (porque por no gastarnos diez céntimos en otra bolsa más estamos reinventando el concepto capacidad máxima) ese no necesariamente bello pero indudablemente atractivo y encantador caballero andante en vaqueros venga a robarnos el corazón con su risa casual, sus ojos chispeantes y sus detalles... ¡Ah, los detalles! Sí, chicos, esos detalles son la parte de las películas que os joden a vosotros. Porque las mujeres los almacenamos en el rinconcito del cerebro que se convierte en amor absoluto si los tenéis o en rencor silencioso y de por vida, si no los tenéis. Y seamos sinceros, muchachos, ¿cuántos de vosotros habéis ido a su oficina con un ramo de flores a decirle a vuestra churri que fue un error irse a ver la Champions al Bar Manolo mientras ella os había preparado una entrañable cena en casa para celebrar el aniversario? Pocos, pocos.

Ni siquiera los dramas son como en nuestra vida real. En las películas de Hollywood suenan desgarradores violines mientras el héroe parte valiente y sombrío a la batalla dejando atrás al único y verdadero amor de su vida. En el mundo real, te quedas lloriqueandole por whatsapp a tus amigos porque a tu Antonio le han doblado el turno y no puede ir contigo a ver la última de Tim Burton. Y mientras moqueas viendo el final de Pearl Harbor (donde no hay uno, sino DOS buenorros) te preguntas cómo habría sido la despedida si tu Paco se hubiera ido a la guerra y casi te da la risa de imaginártelo tan serio con su uniforme militar diciéndote "Cari, no me esperes". Claro, así no hay quien cree ambiente.

Total, que después de verte la pastelada romántica, miras a tu chico, suspiras y piensas que, si bien él no es Clint Eastwood en Los Puentes de Madison, tú tampoco eres Sandra Bullock en ninguna de sus películas y puede que mucho mejor así para los dos.

Y si al terminar la peli, vuelves a poner Antena 3, con suerte ya sólo faltarán un par de minutos para que vuelva del intermedio Matar a un ruiseñor.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

#Culturiosidad03

¿Qué mitico guitarrista y cantante estuvo enamorado hasta las trancas de la mujer de su mejor amigo hasta conseguir casarse con ella?

Qué puñetero es el amor, ¿eh? Mira que enamorarte de alguien que no te corresponde es chungo, pero si encima ese alguien es la esposa de uno de tus mejores amigos, lo tuyo es de subirse a lo más alto del campanario y lanzarse gritando "¡Muerte, no te temo!" Pero hay gente que canaliza su mala pata (o mal ojo) de forma mucho más fructífera y en vez de dejar un amasijo de huesos y carne espachurrada en la plaza del pueblo, lo que nos regalan son cosas como "Layla". Y eso fue lo que hizo Eric Clapton en 1970 cuando le escribió esta maravilla a Patti Boyd, por ese entonces amantísima (bueno, algo menos) esposa de su colega George Harrison. Nueve años después (las canciones al parecer no son de efecto inmediato) consiguió casarse con la susodicha, cuya relación con Harrison había terminado en 1974, aunque acabarían separándose en 1988.
Así que, querido Alex Ubago, no te desanimes, a lo mejor lo que necesita tu chica es tiempo hasta que tus canciones la vuelvan completamente loca por ti.

Por segunda semana consecutiva, la ganadora en villa twitter ha sido @PiolinaColt. U rock!

#Culturiosidad02

¿Por qué la rebeca (prenda de ropa) se llama así?

Qué monas son y qué bien vienen cuando refresca un poco. Que hace mejor temperatura, pues con tu camiseta sólo. Que viene un poco de biruji, pues sacas tu rebequita, estratégicamente comprimida en el bolso o milagrosamente colgada de cualquier parte de tu cuerpo y evitas ese vello tan erizado que se te ha puesto. Pero no siempre se llamó así.
Su denominación actual proviene de la película del mismo nombre de Alfred Hitchcock, donde era usada por la protagonista. Curiosamente ésta, la segunda señora De Winter, no se llama Rebeca y su nombre, además, no se menciona en ningún momento de la película ni en la novela de Daphne du Maurier en la que se inspira.

Esta vez, las más rápidas en desenfundar sus conocimientos en twitter fueron @ardilla1997 y @PiolinaColt. Ouh yeah, ladies!


martes, 17 de septiembre de 2013

#Culturiosidad01

¿Para qué servían las plumas de ave en las bacanales romanas?

Nos creemos que hemos asistido a un fiestorro porque hemos ido a asar costillas en la lumbre en la casa de campo de uno de nuestros amigos y hemos estado comiendo y bebiendo desde la una del mediodía. ¡JA! Aficionados. En esto los amos eran los romanos, que puede que de otra cosa no entendieran, pero de leyes, guerras, bacanales y orgías sabían un rato. Así que, en vez de hacer como nosotros, pobres contemporáneos amariquitados, que después del café y la bandeja de dulces vamos desesperados en busca de un sofá donde poder reposar nuestros restos mortales, los antiguos y sabios romanos se introducían por la garganta una pluma de ave que le provocaran arcadas para vomitar y seguir poniéndose morados hasta reventar el pellejo. Probablemente terminarían su jornada de banquete con algún que otro revolcón con los invitados y esclavos de turno, cosa que me imagino que tampoco hacéis vosotros en el campo de vuestro amigo Manolo.
Ay, qué tiempos aquellos...

El más rápido (de hecho el único) en responder correctamente en twitter ha sido @laratamarilla. ¡Enhorabuena! Premio no hay, pero ¿y la gloria?

viernes, 13 de septiembre de 2013

#01 Amistad y otras plagas

Sencillas maneras de vengarte del interesado amigo llorica.

Quien tiene un amigo tiene un tesoro. Lo que no te cuentan es que a veces es un tesoro con intereses. No es que tengas un amigo y a los cinco años de relación te devuelvan un 10% de lo que te has gastado con él en cañas y ron barato del Dia durante ese tiempo (ojalá). Es, sencillamente, que existe esa clase de amigos a los que adoras pero que, por los oscuros misterios del inescrutable universo, sólo aparecen cuando necesitan algo de ti. Que le des su currículum a tu jefe, quedarse a dormir en tu casa un día que tienen que ir a tu ciudad o, peor, muchísimo peor, horriblemente peor: lloriquear.

Seguro que con estos datos que acabo de darte ya tienes, como mínimo, una cara en mente.  Sí, piénsalo. Ese amigo desaparecido mientras todo el monte es orégano y al que un día se le desbaraja su escalera de color y hace ¡chas! y aparece a tu lado. Y claro, tú que eres todo nobleza (y tonto como tú solo) ahí estas, paquete de kleenex en mano, rezando para que el chaparrón pase lo antes posible.
Pues bien, ha llegado la hora de la venganza. Te propongo unos sencillos pasos que tienes la obligación moral de poner en práctica para recobrar el equilibrio del universo. Saca la libreta de los maquiavélicos planes y anota:

  • No te des especial prisa en contestar: Suele ocurrir que esta gente, cuya interacción habitual contigo puede ser representada gráficamente con una bola de polvo cruzando el desierto, de repente se volverá insistente, tenaz, cansina de huevos. No cometas el error de atender a sus requerimientos de inmediato. No cedas a la presión, sé fuerte. Puede que tu móvil se vea invadido por una ola de mensajes, whatsapps y llamadas perdidas a niveles rozantes al acoso pero no sufras, los smartphones de hoy están preparados para semejante batalla. Elige de tono de llamada una cuidada selección de temazos de ayer y hoy y ve cambiándolo cada dos llamadas. Enhorabuena, acabas de montar tu propia Kiss FM.
  • Marea un poco la perdiz: Siempre quisiste hacer lo de fingir que no tenías cobertura. Bien, es el momento de llevarlo a cabo. Descuelga, contesta y cuando empiece a soltarte el rollo de su triste y miserable existencia dil-e qu- -o tie-es co-ertu-a. Añade los efectos especiales que quieras (atasco, concierto de metal satánico, orgía descontrolada) de fondo y culmina apagando el móvil. De hecho, puedes probar a apagarlo y volverlo a encender un par de veces, para crear más confusión, antes de apagarlo definitivamente durante varias horas. Si al encenderlo no tienes 20 llamadas perdidas, es que la cosa tampoco será de morirse.
  • Alarga la conversación de cortesía: Como el susodicho llevará tiempo sin hacerte ni puto caso, intentará que no se note tanto que da señales de vida porque te necesita, así que dará un par de rodeos conversacionales hasta llegar al punto que le interesa. Extiéndete en tus respuestas sobre la salud, la familia y, sobre todo, en el tiempo meteorológico. Si puedes añadir un par de datos sobre temperaturas, probabilidad de precipitaciones y dirección del viento, mejor.
  • Atención, la justa: Escucha su película pero no te mates en seguir la trama. Quédate con nombres, hechos puntuales, datos sueltos y luego pregunta haciendo un mix. En plan: "¿Eso quién, Paco? Ah, no, Antonio" o "Entonces él se puso el vestido y tú le dijiste que le hacía culo. Ah, al revés". No hay un número homologado de veces para hacer esto. Cuando escuches dos o tres resoplidos de impaciencia al otro lado, sabrás que estás en el buen camino. Si después de una de esas preguntas se produce una pausa larga al otro lado, puedes estar seguro de que la otra persona está pensando que eres gilipollas y que quizá no fue tan buena idea acudir a ti. Bien, muy bien.
  • Tú más: Si a pesar de todo lo anterior, tu amigo/a insiste en contarte sus mierdas (no seas hipócrita, eso es lo que son para ti), te propongo un nuevo juego que consiste en quejarte aún más que él o ella. Que en su oficina tiene que trabajar 9 horas, pues tú en la tuya echas 16, y no os dejan ir al baño; que su jefe no le valora, pues al menos no usa un látigo de siete colas para motivarle, como el tuyo; que lleva varios días con un leve pero persistente dolor en el escroto, pues a ti te duele como si una familia de cangrejos de río te lo estuvieran retorciendo con sus pinzas. Aunque seas mujer. La idea básica subyacente es que tu vida puede ser aún más lamentable y desdichada que la suya. Llevando este punto a su máximo extremo, puedes llegar a conseguir que él te acabe consolando a ti. Disfruta, es tu momento.
  • Evita los consejos profundos: Cuando, a pesar de todo, no puedas evitar escuchar toda su historia, no entres en valiosas reflexiones sobre la situación. Acaba la conversación con un "Bueno, mañana será otro día" y añade que le tienes que dejar porque se te pegan las patatas.
Puede que alguno de los anteriores puntos te parezcan un poco mezquino, cruel y, por qué no decirle, propio de un negro hijoputismo, pero recuerda: este tío o esta tipa sólo aparecen por el interés, Andrés, así que la próxima vez que te llame para lloriquearte ya sabes lo que harás: cogérselo, escucharle y darle consuelo. Porque claro, tú eres tonto.