jueves, 5 de noviembre de 2015

#20: La sombra del dementor.

Lo has vuelto a hacer. Porque eres idiota, claro. O quizá simplemente perteneces a la especie humana, que equivale a decir muy poco a favor de tu inteligencia. En cualquier caso, aquí estás, maldiciendo tu estampa. ¿No prometiste que nunca más, que se había acabado? ¿No juraste, la última vez, sobre todo lo que consideras sagrado, que sería la última vez? Y sin embargo… ¡qué imbécil!

Así que mientras paseas de un lado a otro negando con la cabeza y notas cómo la bilis te va subiendo garganta arriba te preguntas por qué. Por qué coño has tenido que decir nada, con lo bien que te sienta estar con la boca cerrada. A ti y a tu úlcera. Pero no, ¡tuviste que comunicar tu alegría! ¡Estúpido insensato!

Y es que a veces, con la emoción de un buen acontecimiento o debido a la invasión de tu cuerpo por un absurdo buen humor, se te ocurre compartir tu euforia… sin parar a pensar que no es compartible con todo el mundo. El júbilo no es apto para todos los públicos. ¡Cómo! ¿Acaso hay personas que no se contagian de tu entusiasmo? ¿Que les cuentas algo estupendo y no colaboran en el regocijo que te recorre? ¡Pardiez, limoná, explícate! Pues verás, resulta… que no.

Quizá no haya nadie así en tu vida. No sabes cuánto te envidio. Pero siendo un mortal menos afortunado (como solemos ser la mayoría de los mortales que no salimos en la lista Forbes) es muy posible que tengas en tu entorno a una de esas personas. Y encima será alguien cercano de quién no te puedas deshacer. Un amigo íntimo, una tía, un padre, tu pareja (deberías empezar a buscar un buen abogado….). Son de ésas que te absorben la alegría cuando está cerca y son capaces de conseguir que pierdas por completo las ganas de vivir tras diez minutos de conversación con ellas. Dementores.

Verás, pequeño ingenuo: hay gente que vive para el drama. Principalmente el suyo, claro. ¿Recuerdas el rey Midas, que todo lo que tocaba lo convertía en oro? Pues igual, pero en tragedia. Y no es que sus vidas sean más desgraciadas que las de cualquiera, pero cada pequeño obstáculo que se les presenta (porque lo de VIVIR es lo que tiene, que no siempre es un campo de margaritas silvestres en primavera) se convierte en EL MISMÍSIMO APOCALIPSIS. Y encima, hay gente que vive sus malos ratos p’adentro y gente que los vive p’afuera. ¿Adivinas de qué grupo suelen ser estas personas? Efectivamente, te lo vas a comer. Su drama, entero, con patatas fritas. Sin ser tú de cenar fuerte. Que cuando llevas un rato te cuesta recordar que esas ganas de coger un cuchillo afilado y seguir con precisión la trayectoria de tus venas no es por nada que tenga que ver contigo. Si lo piensas es bonito: son capaces de compartir su ansiedad de forma tan generosa que la acabas haciendo tuya.

¿Creías que no podía ser peor? (¿Por qué sigues confiando en que algo no puede ir a peor? ¿Qué clase de vida llevas?) ¡Te equivocas! Hay algo peor que tragarte un melodrama ajeno: que te roben tu no-drama. Tu ilusión. Tu optimismo. Tu buen humor. Con el peligro de extinción que corren todos ellos y lo jodidamente complicado que es que aparezcan. Y esa gente sigue libre, en la calle, haciendo vida normal, después de haberte despojado de esos preciados y valiosos tesoros.

En principio no es culpa tuya. No podías preverlo. Quizá seas un poco incauto pero, al fin y al cabo, ¿quién no lo ha sido antes de ir conociendo a la humanidad? Estás feliz. Te ha pasado algo estupendo, o se te ha ocurrido un proyecto increíble o aún te dura el efecto de la droga de anoche. Qué más da. Estás feliz (¿hace cuánto que no ocurría?), vas bailando por tu casa al ritmo de esa canción, te ríes solo en los pasos de peatones, no te importa que se te cuele esa señora hija de puta en el súper. Bendita embriaguez emocional. Y claro, lo expresas. Así, sin pensar. Comunicas que para ti hoy brilla el sol, los pájaros cantan y no tienes ganas de exterminar a toda tu especie. Confiesas que eres feliz.

Error.

Error mortal.

Maldita embriaguez emocional.

Resulta que la noticia adecuada con la persona equivocada puede tener consecuencias catastróficas. Resulta que hay gente que si ve tu vaso medio lleno, te lo vuelca. Puede que lo hagan sin maldad y solo sea su forma de ser de Álex Ubago en su día malo. O puede que un poco de maldad, aunque sea inconsciente, sí qué haya. Que no soporten que tú no quieras meter la cabeza en el horno. A saber, los caminos de un Triste son inescrutables. Así que esa persona cogerá tu jovialidad y le dará la vuelta. Madre mía, cómo estás. No has pensado que… Cómo se nota que… Estás así hasta que… Si como a mí te… Bumbumbumbumbum… Vas notando cómo tu euforia se desinfla, cómo tu alegría va cayendo en picado, cómo, al cabo de un rato, ya no recuerdas ni por qué estabas contento. Y has descendido a la Insípida Normalidad. O caído más, mucho más abajo. Joder, tú hace unos minutos estabas bien. ¿Qué ha pasado? Pues que no todo el mundo es apto para compartir los raros y fabulosos estados de ánimo que te hacen olvidar que el mundo suele dar asco. Porque ellos no lo olvidan, y no quieren que lo hagas tú.

Ésta es una de las tantas cosas que, injustamente, no están penadas por la ley, como llevar gorra con visera plana o Gran Hermano. Alguien puede robarte tu ilusión, tu entusiasmo y tus ganas de desafiar al karma que siempre te da por culo, y tú no puedes hacer nada. Ni matarle ni nada. Increíble.


Por lo tanto, la próxima vez que cometas el desliz de dejarle ver a esa persona que tu vida puede no ser The Great Drama y empiece a minar tu fabuloso estado de ánimo, sé inteligente: ya no hay vuelta atrás, no puedes evitar la que te viene encima. Pero puedes evitar que te afecte. Cuando escuches el primer “pero” a tu dicha, desconecta. Que hable, que suelte su discurso, que machaque la cabeza pero no la tuya. Pon cara de interés mientras sólo oyes blablablablá y respondes con escuetos ajám cada varios minutos. Y deja a tu mente irse lejos, muy lejos, a ese mundo feliz del que no van a hacerla salir.

lunes, 14 de septiembre de 2015

#Culturiosidad60

¿Dónde se celebró el conocido festival de Woodstock de 1969?

«¿Acaso estás preguntando de qué color es el caballo blanco de Santiago? Limona, ¿tanto has dorado tu cuerpo de escándalo este verano al sol que se te han frito las pocas neuronitas que tenías y nos has puesto una Culturiosidad de chiste?». No, queridos, no es así. Lo del cuerpo escultural sí, pero no nos distraigamos.

La respuesta obvia sería «¡Pardiez, en Woodstock!». Pero como la vida nos demuestra una vez más, obvio no significa acertado. El archiconocido festival de la paz, el amor, el rock and roll, el sexo loco y otras mil cosas bonitas toma su nombre del pueblo en el que estaba previsto que se celebrase. Pero los vecinos de tal localidad, que no eran muy el alma de la fiesta sino más bien del género rancio, se opusieron firmemente a que una panda de hippies melenudos con banderas de arcoiris invadieran su casto y moralmente recto terruño, por lo que los organizadores tuvieron que buscar una alternativa.

La solución la hallaron a 69 km de Woodstock, en otro condado del estado de Nueva York, en una granja y sus terrenos situados en Bethel, propiedad de un granjero (lógico) llamado Max Yasgur. El bueno de Max no esperaba que el festival durara tanto (inicialmente previsto del 15 al 17 de agosto, se alargó hasta la madrugada del 18) y, probablemente mucho menos, que acudiera en torno al medio millón de personas. Pero por lo que se deduce de su discurso allí, no debió molestarle demasiado:

«I don’t know how to speak to twenty people at one time, let alone a crowd like this. But I think you people have proven something to the world — not only to the Town of Bethel, or Sullivan County, or New York State; you’ve proven something to the world. This is the largest group of people ever assembled in one place. We have had no idea that there would be this size group, and because of that you’ve had quite a few inconveniences as far as water, food, and so forth. Your producers have done a mammoth job to see that you’re taken care of… they’d enjoy a vote of thanks. But above that, the important thing that you’ve proven to the world is that a half a million kids — and I call you kids because I have children that are older than you are — a half million young people can get together and have three days of fun and music and have nothing but fun and music, and I – God Bless You for it!»

Y es que si hoy en día me prometieran un festival como aquél, una que tiene tierras (en Murcia) no dudaría en cederlas para un acontecimientos histórico como aquél, con amor libre, bucles ondeando al viento y música, música de verdad.

Las que ni fueron a Woodstock pero han tenido el honor de estrenar la temporada han sido las geniales @khiranamislati y @zorrainutil. ¡Paz y amor!

martes, 7 de julio de 2015

#19: El Diario de las Crisis

[GUARNIN: Entrada filosófica-intensita con esporádicos brotes de humor para evitar ardores estomacales]

Hace poco hablando con alguien le comentaba que me apetecía volver a escribir algo para el blog, pero que no sabía sobre qué hacerlo y que además últimamente ando algo intensita para lo que es el tono habitual en este pozo de absurdos. Me respondió que daba igual sobre qué tema escribiera, porque lo cojonudo es cómo lo escribo. Agradecí de corazón sus palabras aunque tuve que aclararle que ellas no le conducirían a tener sexo conmigo. Siempre es duro acabar con la esperanza de una persona, pero hay que hacerlo rápido antes de generar más sufrimiento.

Veréis, en las últimas semanas estoy teniendo mucho tiempo para pensar, lo cual es maravilloso porque soy la clase de persona capaz de producirse un aneurisma cerebral simplemente con pasar un rato a solas consigo misma. Como soy una persona previsora, me aprovisioné a tal efecto con libros, música, películas, libretas, bolígrafos y una soga de varios metros por si todo lo anterior no conseguía sacarme del hastío. Se ha producido uno de esos extraños fenómenos en los que cuando estaba ocupadísima todo el mundo me necesitaba, me requería, me echaba de menos, me llamaba, mi móvil sacaba una bandera blanca pidiendo rendirse pero, desde que estoy libre, una bola de polvo del Oeste cruza perezosa el camino de mis relaciones sociales. Que de vez en cuando veo a alguien pero paso la mayor parte del tiempo aburrida, solitaria, preguntándome por qué la gente se va a vivir lejos, se va de vacaciones a desconectar, trabaja o, en definitiva, no dedica su existencia a mi entretenimiento y felicidad. Supongo que estoy rodeada de hijos de puta.

La cuestión es que esta tarde, en el súmun de la desesperación me he puesto a meditar. Hay gente que le da por las drogas, cada uno tiene los vicios autodestructivos que quiere. Sin embargo, mis cavilaciones no siempre desembocan en el mismísimo Desastre, aunque la gente se sigue poniendo nerviosa cuando me ve pensativa con la cabeza apoyada en la ventanilla del coche («¿En qué piensas? ¿Todo bien? ¿Te pasa algo? ¡¿Ha pasado algo?! ¡¿Vamos a morir todos?!»). Mis cavilaciones me han llevado a una interesante conclusión que he decidido reflejar por escrito para la posteridad, por si algún día llego a ser alguien importante y mis herederos pueden pagarse los vicios subastando mis pertenencias y pensamientos íntimos a lo Marilyn Monroe pero sin tintar. Total, que me he ido a buscar el lugar que le correspondía: el Diario de las Crisis. Hace poco también me dijeron que soy caótica hasta escribiendo, así que podéis imaginar que es cualquier cosa menos diario. En cuanto a lo de las crisis, sí y no. Es más la libreta de las reflexiones profundas. Pero profundas de verdad, no de poetuiteo barato. La de los momentos de qué hago con mi vida, qué está pasando en mi vida, qué es la vida, living la vida loca, etc. Y os digo una cosa: creo que todos deberíamos tener una.

La explicación es muy sencilla: luego te relees, semanas, meses, años después... y son risas. Yo he leído lo último que había escrito antes de empezar a desarrollar mi idea de esta tarde y me he producido una mezcla de ternura y diversión infinitas. Carcajadas leyendo algo que hace unos meses se me antojaba el fin del mundo. Que una cosa es recordar más o menos cómo te sentías o qué pensabas y otra muy distinta leer tus propias palabras expresándolo en ese momento. Gracias a eso me he dado cuenta de varias cosas.

Para empezar, es que siempre he sido básicamente la misma persona. Soy como Bill Murray, sólo sé interpretarme a mí misma. No me refiero a que antes pudiera llamarme Manolo sino que en lo esencial sigo siendo exactamente como siempre he sido y además no me sale ser de otra manera, no como ésos que pueden variar a voluntad su forma de ser según con quién se encuentren. Algunos lo llaman ser auténtico. Yo lo llamo ser fiel a mi propia estupidez. Y creo que es la fidelidad más importante que la gente debería esforzarse en mantener porque lo contrario es Alta Traición y está castigada con penas inimagiblemente crueles, como cometer errores que no son tuyas o estar obligado a vivir llevando un disfraz.

Otra cosa que he observado es que voy aprendiendo. Claro, quién no lo hace (pues hay personas que no, oiga). Poco a poco, a veces a base de la mera observación científica, otra a través de la recogida de mis propios dientes del suelo. Alguien que me conoce mucho (demasiado, joder) me suele decir que soy «mu chica» y probablemente tenga razón, pero me voy haciendo grande y me gusta darme cuenta de eso. No quiere decir que si ponen mañana El Rey León en Disney Channel no vaya a perder el culo por verlo, pero sí que voy sacando conclusiones de las cosas que vivo, de las patas que meto y de la gente que se cruza en mi camino y las aplico para las cosas que me quedan por vivir, las patas que intento no meter y la gente que se seguirá cruzando conmigo. Hace tiempo que me tomo las cosas con más calma. Lo que tenga que ser será. Si la caída es evitable, por qué preocuparse; si no lo es, por qué empezar a sufrir antes de llegar al suelo. No sé, quizá todo esto sólo sea filosofía de mercadillo fruto de una tarde de aburrimiento, pero releyendo mis propios ataques de ansiedad me he dado cuenta de que la mayoría de ellos no merecían la pena. Que en ese momento no ves la luz al final del túnel y te agobias, pues normal. Pero que probablemente todo sea mucho menos grave de lo que te parece. A veces el problema solo era que habías enfocado una situación de forma incorrecta o que no conocías en realidad cómo era alguien. A veces solo necesitas darte una hostia para descubrir que ibas en la dirección equivocada.

Y que los consejos están bien, pero hay que saber a quién pedírselos, de quién aceptarlos y sobre todo, que no son más que eso, consejos. Valorar las opiniones de quienes aprecias o respetas es estupendo, pero las decisiones, las meteduras de pata y las hostias siempre deben ser tuyas para que sirvan de algo y no sean Alta Traición. Que lo que ahora te parece el trote de los Jinetes del Apocalipsis cabalgando en tu busca quizá no sea más que el zumbido de una mosca de la que dentro de un mes te reirás. Que vas a encontrar personas fabulosas en tu vida que llegarán para quedarse a esperar contigo a los Jinetes y habrá otras que, en contra de lo que quisiste creer al principio, se irán y que de todas sacarás algo útil de lo que aprender. Que si tu mundo se pone patas arriba, aproveches la nueva perspectiva porque a lo mejor te muestra algo interesante que antes no estabas viendo. Que hay que disfrutar de las subidas, porque las bajadas llegarán de todas formas.


En resumen, que después de todo eso apenas recuerdo cuál era la reflexión que me había empujado a buscar el Diario de las Crisis pero se me ha quedado ese dulce saborcillo de las pequeñas victorias interiores, que no se notan desde fuera, como el bífidus, pero te hacen brillar los ojos. Y que como haya cerveza fría en el frigorífico, al final va a ser una tarde bastante productiva.

lunes, 11 de mayo de 2015

#Culturiosidad59

F¿Quién escribió esta carta y qué contaba en ella?



«Mi querido Michael:
Jim Watson y yo hemos hecho un descubrimiento probablemente muy importante»

Probablemente. Con esas humildes palabras comenzaba Francis Crick la carta que le enviaba a su hijo de doce años en la que le narraba lo que su compañero de investigaciones y él acababan de descubrir: la estructura del ácido desoxibirro... dexosirribo... besoxirrido... (pausa para mirar en Google) La estructura del ácido des-oxi-ribo-nucleico (¡su padre!). Vamos, del ADN, para los amigos.

El 19 de marzo de 1953, antes de que el importante no, importantísimo hallazgo fuera publicado en la revista Nature, Francis Crick le explicaba en esta carta a su hijo qué aspecto tenía el ADN, la doble hélice. «Nuestra estructura es muy bonita», le decía al joven Michael que, a pesar de su corta edad, sabía lo suficiente de Biología como para comprender la trascendencia de lo que su padre le contaba prácticamente en exclusiva. De hecho, la carta se considera la primera descripción por escrito del ADN y del mecanismo por el que se reproduce. «No dibujo muy bien, pero sería parecido a esto»

En 2013 la carta fue subastada y vendida por la módica cantidad de 5'3 millones de dólares. Lo cual tampoco es extraño (si eres muy muy rico y puedes permitirte estos caprichitos) ya que en ella se narra ni más ni menos cómo habían encontrado «el mecanismo por el que la vida nace de la vida».

Los que deben fener muy buena genética para haber acertado esta #culturiosidad son @Sambellacrux, @laratamarilla, @_Albert_CS y @espadadamocles, siguiendo la estela del @CondeDeGondomar, que abrió rápidamente camino.

lunes, 4 de mayo de 2015

#Culturiosidad58

¿Quién hizo famoso el emblemático gesto de los cuernos del heavy?

Aquí quien más y quien menos se ha venido arriba alguna vez en una verbena de pueblo y cuando el cantante contratado, probablemente llamado Paco Pérez, ha empezado a destrozar el estribillo de "Livin' on a prayer" de Bon Jovi, y ha saltado como un tigre con sus amigos con los brazos en alto y un par de cuernos en cada mano. Ahí, heavys. No sabemos de dónde ha salido ese gesto, pero mola, eh, mira qhé duros y wooOOOH, LIIIIIIVIN' ON A PREIIIEER...

Atribuir la invención del univeral gesto a alguien en concreto sería osado y polémico (y yo no quiero líos, ¿eh?) pero sí hay consenso en señalar quién lo mediatizó como símbolo del heavy metal: Ronnie James Dio, en su época como cantante de Black Sabbath se dedicó a hacerlo a diestro y siniestro (JUAS JUAS... perdonadme, soy tuitera) de tal manera que ahora se asocia en todas partes con ese género musical. Él se lo había visto hacer en numerosas ocasiones a su abuela italiana, gesto que se llamaba maloccio y servía tanto para proteger como para echar mal de ojo y ahora sirve para que nosotros hagamos el idiota en cuanto escuchamos una guitarra eléctrica.

¡Los más rockeros de la noche han sido @sambellacrux y @pilonway! Rock and roll! (sí, tengo el índice y el anular en alto)

domingo, 3 de mayo de 2015

#Culturiosidad57

¿Por qué John F. Kennedy tenía un coco como pisapapeles en su despacho en la Casa Blanca?

Todos tenemos objetos extraños en el escritorio. Una taza de Sevilla a modo de lapicero. Una margarita que baila si haces palmas que te pareció la mar de graciosa en el chino. Una foto de la familia sonriente (no necesariamente de la tuya, puede ser una familia guapa que hayas buscado en Google). O un trozo de pizza frío que dejaste «para dentro de un rato» en 1996. Los presidentes del país más poderoso de Occidente no iban a ser menos, motivo por el que, en la mesa de su despacho, el presidente John F. kennedy tenía un coco que usaba a modo de pusapapeles.

Pero ¿por qué un coco? ¿Le gustaban las macedonias exóticas? ¿Le gustaaban los cocos, en general? (Bueno, un poco si le iban...) ¿Era un souvenir de "Me fui a una isla tropical y me acordé de ti"? No. Sencillamente ese coco le había salvado la vida.

En 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, el bote de Kennedy en las islas Salomón fue volcado por un destructor japonés mientras estaba de patrulla nocturna e incendiado por el combustible derramado al partirse la embarcación. Los japoneses y otras embarcaciones americanas dieron por muertos a los 13 tripulantes pero lo cierto es que los 11 supervivientes fueron conducidos al amanecer por Kennedy hasta un atolón de coral que había a unos 5 kilómetros. Por allí pasaron dos isleños en su canoa, que ayudaron a la tripulación a recolectar comida y fueron en busca de ayuda con un mensaje grabado en un coco por el futuro presidente: "comandante isl Nauru / nativo conoce pos / El puede guiar / 11 vivos / necesitamos pequeño bote / Kennedy" 

Después de ser rescatados, Kennedy recuperó el coco y lo hizo envolver en plástico para utilizarlo como pisapapeles después de la guerra.

¡Los que responden rápido a las culturiosidades, en un coco o en un tuit son @sambellacrux y @Gero_ntofilo!

lunes, 6 de abril de 2015

#Culturiosidad56:

¿Qué forma se ideó en el Manual de Etiqueta de Dunhuang para disculparse tras emborracharse en una fiesta?


Todos hemos tenido la típica noche que se nos va un poco de las manos. Que si venga otro chupito de orujo, que si este tequila no sube, que si cuánto tiempo sin vernos, te invito a un cubata... Que tú no quieres, pero por no ser maleducado, por socializar, porque te lían, porque la noche es joven... Total, que al final la noche deja de ser joven y se convierte en borrosa y a la mañana siguiente te levantas con un elefante bailando claqué en tu cabeza y una ausencia de recuerdos que temporalmente libera tu alma. Pero sólo es eso, temporal, y poco a poco te van asaltando imágenes sueltas (¿A quién le estaba enseñando yo el tatuaje en la puerta del bar? ¿Por qué está esa señal de tráfico en mi cocina? ¿Quién era aquella rubia con la que me fui? ¡¿Era una rubia?!) y llega el horror. 

Sin embargo, esto no es nuevo y desde que la especie humana descubrió los embrujos del alcohol, siempre ha habido quién ha perdido el norte bajo su influjo. En el siglo IX, en la comarca china de Dunhuang existió un Departamento de Etiqueta cuyas directrices recogían, entre otras, una carta tipo para disculparse tras una buena cogorza. El funcionario al que se le había ido la mano con el bebercio debía copiar el texto de la plantilla, poner el nombre del anfitrión, firmarla y entregarla con la cabeza inclinada a modo de petición de excusas. Una forma sencilla y civilizada de decir "Siento haber vomitado en tu alfombra" que podría convertirse en mensaje plantilla para redes sociales.
 
El texto era el siguiente:
Ayer, después de haber bebido demasiado, me encontraba ebrio como para pasar todos los límites; pero de ninguna manera el lenguaje grosero y tosco que usé fue pronunciado en un estado de plena consciencia. A la mañana siguiente, después de escuchar a otros hablar sobre el tema, me di cuenta de lo que había sucedido, con lo cual me sentí abrumado por la confusión y listo para hundirme en la tierra, profundamente avergonzado. 
¡Los ganadores de la noche han sido @sambellacrux, @ElDuaso y @tontadetuculpa (a su manera)! ¡Enhorabuena!

martes, 31 de marzo de 2015

#18: Mentir para sobrevivir.

Probablemente, la no extinción de la especie se explica en que no siempre somos sinceros.


El ser humano es un animal social. Lo es aunque hay días que sólo te apetece matar a todo el mundo con un hacha (pero esto es algo que ya estamos tratando mi psiquiatra, la medicación y yo). Desde que nos bajamos del árbol, unos mejor que otros, hemos sentido la necesidad de agruparnos y convivir en manada. Primero por lo de defendernos juntos del tigre dientes de sable, luego que si el mamut entre todos lo cazamos mejor, que ese bicho es muy grande, después vino lo de mira qué ojitos me pone esa crogmañona... Total, que al final, sin saber muy bien cómo, acabamos todos apiñados en la misma cueva y claro, cómo le dices a tu vecino que vaya mierda de bisonte ha pintado, que parece mentira que los esté viendo todos los días, que qué desperdicio de sangre para hacer ese pintarrajo. Y acabas diciéndole "Aurf wraf", que es el equivalente prehistórico de "Oh, tienes un don par esto. Continúa cultivando tu arte, seguiré de cerca tu carrera, se nota donde hay talento". Ahí es cuando nos dimos cuenta de que para convivir había que mentir como viles bellacos.

Fueron pasando los milenios y el hombre fue evolucionando, no necesariamente a mejor, pero desde luego sí a más complejo y con él lo hicieron las relaciones sociales y las mentiras que las sustentan. Porque claro, tú lo quieres, pero no es la más grande que has visto ni desde luego ése ha sido el mejor de tu vida. Por mucho que aprecies a tu amigo, no crees que se tome bien oír que preferirías escuchar una matanza de cachorritos que esa maqueta que ha grabado. Y, por supuesto, no puedes decirle a tu novia que ese vestido le hace el culo gordo si quieres seguir conservando la cabeza sobre los hombros. Así que te acostumbras a mentir a pequeña escala para evitar una espiral de suicidios y asesinatos a tu alrededor. Qué bueno está este cocido, suegra, apenas se nota que se ha volcado el tarro de la sal en la olla; ¿me pasa el agua? Sí, por supuesto que estoy familiarizado con la obra de Kant. NO, NO ME PASA NADA, CARIÑO. Claro que tu novio es guapo, pero tampoco es que haya pensado en follármelo salvajemente sobre una mesa cada vez que lo veo. ¿Cómo no voy a guardarte el secreto? ¡Cuenta, cuenta! Muchas veces ni te das cuenta. No lo haces a mala fe, sólo quieres preservar los sentimientos de los demás y la integridad física propia. Y, sin que apenas lo notes, vas entretejiendo tu vida de diminutas mentiras piadosas que hacen posible algo parecido al afecto entre personas.

Como en todo, hay gente que lo hace mejor y gente que lo hace peor. Yo, por ejemplo, miento de pena. Pero de pana. Vamos, que si algún día necesitas ayuda para enterrar un cadáver u organizar un cumpleaños sorpresa, no me llames. Como odio mentir, tiendo a autoboicotearme con risitas, titubeos, tartamudeos y cara de "Sólo un milagro haría que te tragaras esta mierda". Sin embargo hay personas que sí saben y lo hacen sin problemas prácticos ni de conciencia. Tienen un don. Y memoria. Porque para mentir hay que tener mucha memoria. No me acuerdo yo de lo que cené anoche, voy a acordarme de los idiomas que puse que dominaba en el currículum. Pero hay gente que es capaz de recordar el hilo argumental de sus propias mentiras desde 1970. Es más: hay gente que se cree sus propias mentiras. Que sí, de verdad, que yo soy muy tolerante pero uy, qué barrio, cuánto inmigrante, ¿no? ¡Y esos dos hombres van cogidos de la mano! Pero que soy yo muy moerno. En serio.

Luego ya están las macromentiras. Los relatos de ficción que trascienden del círculo personal de alguien y se extienden a lo largo de nuestro redondo planeta. Haz el bien y el karma te recompensará. No disfrutes de esta vida, que las risas vienen en la próxima. Somos una raza superior que merece exterminar a las demás. La leche de soja está buena. Estudia y en España tendrás un trabajo y un sueldo dignprffffJAJAJAJA, lo siento, con ésta no puedo ni aguantarme.

En el lado contrario están los hipersinceros, ésos que se sienten en la obligación moral de soltarte todo lo que les pasa por la mente sin que le preguntes. Los que confunden sinceridad con impertinencia. Los que conservan todos los dientes sólo porque tú eres una persona extremadamente civilizada y dominas el autocontrol.

Supongo que la supervivencia de la especie depende de encontrar el equilibrio entre ambos extremos y alternar las mentiras piadosas para no dejar a nadie hundido en la miseria con la cantidad de verdad necesaria para que las personas no vivan encerradas en los mundos de Yupi. Turnar sinceridad y mentirijillas en su dosis justa. Y jamás decirle que le hace el culo gordo.

#Culturiosidad55:

¿Cómo consiguió Elvis su placa de agente federal de narcóticos?


El mundo del coleccionismo es fascinante[mente absurdo]. Se colecciona de todo y hay gente muy rara. Muy rara. En serio. Si a lo rara que es la plebe ya de por sí le sumamos la dosis de excentricidad que al parecer va implícita en lo de ser una estrella, os podéis imaginar que los caprichos del Rey del Rock tampoco eran muy normales. Y al igual que tu abuela colecciona dedales del mundo, al Presley le dio por las placas de todos los cuerpos de policía y estados de su amado país. Pero como a todo coleccionista, algo se le escurría: una placa de agente federal de lucha antidroga.

Como otra cosa no, pero medios tenía, por lo de ser uno de los tíos más famosos del mundo, Elvis no se lo pensó demasiado y se fue a ver al presi a que se lo solucionara. En plan "Mi Nixon lo arregla todo, todo y todo". El 21 de diciembre de 1970 se presentó en la puerta de la Casa Blanca con una carta escrita por él mismo en el avión, como la que un niño escribe a los Reyes Magos, en la que le exponía al presidente lo mucho que amaba a su patria y lo preocupado que estaba por ella, el gran servicio que podría hacer él en la lucha contra las drogas (tomándoselas todas, imagino) y lo malo que era el comunismo. Redactada con torpeza y de forma infantil, la misiva causó efecto, más por quién la escribía que por otra cosa, y Nixon se reunió con Elvis en uno de los encuentros más surrealistas y extraños de la Casa Blanca. A cambio de su ansiada placa y como muestra de su afán de trabajo por la paz, Elvis le regaló al presidente un Colt 45 con siete balas de plata. Así que al final cada uno volvió contento: Elvis con su nuevo juguete y Nixon con la foto con su ídolo.

¡Los reyes de la culturiosidad han sido @khiranamislati, @sambellacrux, @tontadetuculpa y @laratamarilla! ¡Ole!

lunes, 9 de marzo de 2015

#Culturiosidad54

¿Quién era y en qué ejército combatió William Patrick Hitler en la II Guerra Mundial?


Casi todos tenemos un tío raro. El típico que da la nota en la cena de Nochebuena contando chistes verdes y anécdotas de la mili. O que vive solo y sólo se deja ver en los entierros. O que de pequeño metió al gato en la lavadora y con el paso de los años no ha ido a mucho mejor. William Patrick Hitler también tenía un tío peculiar. Uno que tenía la ilusión de crear una super raza de hombres altos, rubios y guaperas (siendo él bajito, moreno y tirando a feo... consecuencias de no tener un buen amigo que te diga "Mira, Adolf, un espejo. ¿No ves fallos en tu plan?"). Y es que el tío de Willy no era otro que el mísmísimo Führer, aunque las madres del dictador y del padre de William fueran distintas.

Nacido y criado en Reino Unido, William viajó a Alemania en 1933 aprovechando que el tito Adolf tenía cierto poder y podría enchufarlo en algún trabajo y cuando éste le pidió que renunciara a la nacionalidad británica a cambio de un puesto mejor, Willy se olió turbias intenciones y salió por patas de vuelta a casa.

En 1939 su madre y él fueron de gira de conferencias por Estados Unidos, donde quedaron "atrapados" al estallar la II Guerra Mundial. Después de que su solicitud de entrar en la Armada americana fuera rechazada en más de una ocasión (por tener un apellido un tanto peliagudo), William Patrick dirigió una petición directamente al presidente Franklin D. Roosevelt, tras lo cual se consintió su alistamiento. El sobrino sirvió como oficial farmacéutico y fue herido en combate en el bando contrario al de su tío, el loco sin espejo.

¡Las personas que no han tenido problema en alistarse a la #culturiosidad son @sambellacrux, @PiolinaColt y @laratamarilla!

martes, 3 de marzo de 2015

#Culturiosidad53

¿Qué es el síndrome de París?



¡Oh, Paguí, la ciudad de las luces, del amor, La vie en rose interpretada al acordeón mientras paseas por sus calles, las cenas a la luz de las velas con un guapo francés de blamquísima camisa y amplio y musculoso pecho llamado Pierre, la silueta de la torre Eiffel al atardecer mientras Pierre te susurra al oído "Mon amour" y otras cosas en francés que no entiendes pero que suenan a sexo del guarrete aunque bien podrían significar "Se me ha olvidado comprar pan"... ¡París! Y sus avenidas llenas de boutiques con porteros desaprobando la entrada del pobre turista en zapatillas y sonriendo a quienes desayunan con diamantes, un buen vino en una terraza con vistas, Amélie guiñándote el ojo al cruzaros entre los pintores de Monmartre...

Pero París también es ruido, es tráfico, es ese vagabundo durmiendo en la calle, ese tipo que no se ha duchado en el metro, ese parisino que se ha levantado con el pie cruzado como cualquier hijo de vecino y te ha contestado groseramente al preguntar una dirección. París, al fin y al cabo, no es más que una ciudad, con un millón de encantos pero también un millón de defectos. En París se grita, se ensucia la calle, se pelean los enamorados. En París también se caga.

Es el problema de idealizar: la realidad siempre está varios escalones por debajo de lo que inventaste. Sin embargo, hay gente que no puede asimilarlo y el trompazo contra la cruel verdad la deja en shock. El síndrome de París es un trastorno que fue identificado hace un par de décadas por el psiquiatra Hiroaki Ota y que suele afectar a turistas japoneses que no son capaces de asumir el contraste entre el París que les ha vendido el cine y la literatura y la ciudad bulliciosa y llena de gente, con todo lo que ello implica, que es realmente la capital francesas. Hasta hay habilitada una línea telefónica 24 horas por la embajada japonesa para aquellos de sus ciudadanos que sufran el shock al descubrir que Disney no escribe el mundo real.

Las que no se dejan afectar por ningún síndrome y están ahí atentas son @khiranamislati y @Naar_Blog :)

lunes, 16 de febrero de 2015

#Culturiosidad52

¿Cuánto duró y cuántos álbumes sacó el supergrupo Blind Faith?


Quizá habría que empezar por definir el concepto supergrupo. En un lugar maravilloso como España probablemente se consideraría tal la alegre mezcolanza de Dani Martín, Fran Perea (¿os acordáis de Fran Perea?), Amaia Montero y Pablo Alborán en un mismo estudio de grabación (mmm... Un blanco fácil... ¡Oh, vaya, que esto es público!) haciendo versiones almibaradas de truños musicales pretéritos. Afortunadamente, hay vida más allá de nuestras salvajes fronteras y en tierras más prósperas y menos bárbaras, el término adquiere otro significado. Así, en lugares como Gran Bretaña o Estados Unidos, supergrupo es aquél formado por ex-miembros de GRUPOS DEL COPÓN, músicos jodidamente buenos por su cuenta que un día se juntan (el típico domingo sin planes) y deciden emprender un proyecto conjunto.

Éste fue el caso de Blind Faith, allá por el alegre 1969. Compuesto ni más ni menos que por Eric Clapton (que venía de Cream -otro supergrupo- y The Yardbirds), Stevie Winwood (de The Spencer Davis Group y Traffic), Ginger Baker (Graham Bond Organisation y Cream) y Ric Grech (de Family), Blind Faith nació en parte del cansancio de sus miembros de sus respectivos grupos anteriores. No les dio mucho tiempo entonces a cansarse de su nueva banda, ya que duraron algo menos de un año y sacaron un sólo disco (que tampoco hay que herniarse), Blind Faith, como si fueran efímeras estrellas del pop, con la sutil, sutilísima diferencia de que el álbum que dejaron es una joya de la música con canciones, como Presence of the Lord o Can't find my way home, que muy difícilmente podrían ser compuestas hoy.


lunes, 2 de febrero de 2015

#Culturiosidad51

¿Qué sentido simbólico tiene este gesto de John Wayne al final de Centauros del Desierto?

John Wayne no andaba muy fino cuando grabaron esta escena. Llegó al rodaje, que era a última hora de la tarde, con una buena resaca. Pero no una resaca como la de los tuiteros los domingos, sino resaca de verdad. Lo cual, por otro lado, vino muy bien a su interpretación, ya que los movimientos lentos y torpes de Wayne se ajustaban perfectamente al estado de su personaje al final de la aventura.

Sin embargo, si a algo nos tenía acostumbrados el amigo John era a ser un tipo duro que no se dejaba achicar por unos cuantos tragos, y no sólo en la ficción. Así que, a pesar del resacón, tuvo la suficiente lucidez para cogerse el brazo derecho con el izquierdo estando de pie en el umbral de la puerta. Ese gesto aparentemente trivial fue un espontáneo homenaje de John Wayne a su ídolo, el actor de cine mudo Harry Carey, recientemente fallecido. Una de las razones que más tarde explicaría Wayne para tener este bonito gesto fue que la viuda, Olive Carey, que formaba parte del reparto de Centauros del Desierto se encontraba presente al otro lado de la puerta.

¡Los cowboys más rápidos a este lado del oeste han sido @Sambellacrux y @Green_dyolF. ¡Yiiiijaaaa!

lunes, 19 de enero de 2015

#Culturiosidad50

¿Cuál era el nombre completo de Picasso?

Nos quejamos hoy de los padres que tienen la maldad de llamar a sus hijos "Kevin" o "Jennifer" (¡Un saludo a todos los Kevins y Jennifers!). Incluso ya hay correteando por España niños que se llaman Justin, en honor sin duda al gran vocalista de The Darkness. La cuestión es que creemos que la cima del hijoputismo parental ha alcanzado su altura máxima en nuestros días, pero una mirada a la Historia nos demuestra una vez más que no cualquier tiempo pasado fue mejor

Ahí tenemos a uno de nuestros genios, que pasó a la posteridad con el sencillo nombre de Pablo Picasso. Breve, contundente, comercial. Sin embargo, los padres de Pablete tuvieron que usar un par de folios en el Registro, ya que el nombre que eligieron para su criatura fue el humilde Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz y Picasso. CON UN PAR DE COJONES.

Sabéis que las madres siempre han sido de llamarte por tu nombre completo para echarte la bronca, como forma de preaviso para la que te iba a caer. Imaginad a esa pobre madre...
—¡Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad! ¡Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad, NO HAS RECOGIDO TU HABITACIÓN!
Y a continuación buscando una bombona de oxígeno.

Los más veloces en osar meter ese pedazo de nombre en un tuit han sido @sambellacrux y @erreperdomo. ¡Enhorabuena!

lunes, 12 de enero de 2015

#Culturiosidad49

¿Qué es la Frankeinstrat y por qué se llama así?

¿Os imagináis poder combinar lo mejor de Nocilla con lo mejor de Nutella? ¿O lo mejor de ir sexy y elegante con la comodidad del pijama? Pues algo así debió pensar el mítico Eddie Van Halen cuando decidió que quería combinar a los fabricantes de guitarras más importantes del mundo y tener una Fender y una Gibson en una misma guitarra. Se quiso hacer un "Juan Palomo" musical, vamos.

Así que compró por 50$ el cuerpo de fresno, que era tan barato porque tenía bastantes defectos, y el mástil de arce por 80 y se dispuso a crear vida. Como no tenía mucha idea al respecto, la electrónica de la guitarra es como cuando dejas a tu padre programar el DVD: al final acaba bien, pero sin tener mucha idea de cómo lo ha hecho.

Podría engañaros y deciros que entiendo mucho muchísimo de guitarras, pero 1) no me gusta mentir —¡ni en internés!—y 2) tendría que pasarme el día rechazando peticiones de matrimonio, y quita, quita, qué pereza. De modo que los que sí sepáis qué es una pastilla PAF o la retroalimentación microfónica podéis saber más de la Frankenstrat en http://www.guitarristas.info/reportajes/guitarras-historia-iii-frankenstrat-eddie-van-halen/425

Yo sólo sé que suena de cojones.

¡Las rockeras del lunes por la noche han sido @Naar_Blog y @tontadetuculpa. Long live rock n' roll!