Querido 2015 («querido» como presuposición optimista),
soy consciente de que aún es
pronto para escribirte, pero sabes cómo somos en España, seguro que el 31 de diciembre
todo el mundo empieza a pedirte cosas y se te acumula el trabajo. Por una vez,
voy a intentar hacerlo bien.
No puedo comenzar a tratar
contigo sin echar primero un vistazo a tu compañero que se despide, se acaba,
se va.
2014, empezamos mal. Muy
mal. Peor. A veces no hace falta que se nos tuerza a nosotros el carro para
estar jodidos; basta con mirar a nuestro alrededor y que todo esté hecho un
solar. Y es que no siempre nos hunden nuestras propias miserias. Sencillamente vemos
que a toda la gente buena que nos rodea se le llena el camino de piedras
mientras que a los hijos de puta de siempre les llueven las rosas sin espinas y
pensamos «¿Pero qué pasa? ¿Quién organiza la vida? ¿No se da cuenta de que lo
está haciendo todo mal?». Nadie responde, claro. No hay hoja de reclamaciones
en esto de vivir, nos fastidiamos y apechugamos. Así que sobrevivimos, porque
somos animales de costumbres y no vamos a cambiar esa tan sana a estas
alturas. Aunque sea sólo por joder, conseguimos acabar riéndonos de todo y
largarnos a celebrar cada nuevo palo con unas cervezas, una cazuela de gambas y
un «Ya vendrán tiempos mejores».
Tuviste tus momentos bonitos,
2014, no te lo voy a negar, pero creo que muchos no llegamos a pillarte el
punto a pesar de ello. Trajiste gente nueva estupenda que esperamos que se
quede por mucho tiempo, y gente nueva indiferente, ni fu ni fa, que pasaron y
pronto se olvidarán. Los de siempre, mejoran con los años, como el buen vino,
con sus matices, sus toques amargos, su aroma a roble como lo duros que son, sus
ganas de estrangularlos a veces y su maravillosa compañía. Haciendo que cada
estación que pasan con nosotros nos sintamos agradecidos por su sola existencia
y por habernos elegido para compartirla. Y por aguantarnos cuando nos ponemos moñas
como estoy haciendo yo ahora. Y por las risas, las canciones cantadas en la
calle, las borracheras legendarias, las series en verano con helado en la
terraza, los bailes ridículos, las conversaciones transcendentales, las
conversaciones absurdas, los abrazos, la foto haciendo el gilipollas por
whatsapp cuando estás de bajón, el regalo por sorpresa, las noches de pizza, el
«venga, haz otra bolsa de palomitas». Y por cien cosas más.
Por lo visto, año viejo, has
decidido irte como viniste, jodiendo la marrana. Sigue habiendo cerveza, así
que estamos preparados para lo que venga (no te lo tomes como un reto, EH, no tienes
que intentar superarte). Pero si me permites, te haré una sugerencia: 2014,
muérete ya.
Aclarados los asuntos
pendientes con el año que se va, querido (presuntamente) 2015, paso a exponer
mis peticiones:
§
Quiero que las
personas fantásticas que hay en nuestras vidas sigan en ellas un año más y
además quiero que las trates bien. Que encuentren un trabajo o una ocupación
que, si no los hace ricos, los haga felices o al menos no los haga desgraciados.
Quiero que los que se han tenido que ir lejos, muy lejos, más lejos de lo que
nuestro bolsillo se puede permitir visitar a menudo, puedan volver pronto y si
no lo hacen, que sea porque a ellos les apetece, no porque no tengan más
remedio. Que encuentren lo que buscan (o lo que no han buscado pero se les
presenta sin esperarlo) allá donde estén y que cuando sientan nostalgia de los
que nos quedamos aquí, sea con una sonrisa y no con lágrimas de tristeza. Quiero
que Skype siga mejorando sus servicios para que las cenas en las que un sitio
lo ocupa una pantalla de ordenador sean más llevaderas y podamos conseguir algo
parecido a estar todos juntos de nuevo. Quiero que el embutido no sea tan caro
fuera de España y que los amigos que están fuera puedan comer chorizo y jamón
cuando se les antoje.
§
Quiero más
personas fantásticas. Seguro que tienes muchas por ahí escondidas, así que ve
sacándolas de tu chistera. Algunas de ellas las intuyo ya, detrás de avatares
de colorines, así que, personalmente, te pido que me vayas proveyendo de los
medios para juntarlas alrededor de una cerveza, que ya nos inventaremos
nosotros historias «normales» de cómo nos conocimos. Las personas fantásticas y
que aún no intuimos tráelas también, las sorpresas buenas le gustan a todos.
§
Quiero que las
crisis existenciales que no se animan a marcharse nunca del todo, al menos den
menos por saco. Que pasemos más tiempo sonriendo que revolcándonos en nuestras
propias desdichas. Que sepamos no ser idiotas, disfrutar de lo bueno cuando lo
tenemos y pelear contra lo malo cuando venga. Que no estemos lamentándonos todo
el tiempo y hallemos la fuerza para mandar a la mierda a quién lo hace.
§
Quiero sexo
(¡Uy, esto iba en otra conversación...! Bueno, 2015, también puedes traer de
eso).
§
Quiero que no te
lleves a quien no debes antes de tiempo, porque algunos tenemos ya ese cupo
cubierto. Así que no seas hijo de puta.
§
Quiero que
aprendamos, veamos cosas nuevas y expandamos nuestras pequeñas mentes hacia lo
desconocido. Que no nos den miedo los monstruos que hay al final del mundo,
donde se acaba la tierra y caes al abismo. Quiero más Aristóteles, más
Copérnicos, más Leonardos y más Cervantes, Verdis, Grouchos, Angus Youngs y
Freddies Mercury y menos Belenes Esteban, Telecincos, Justin Biebers, Paris
Hiltons y viceversos. Que la gente con talento triunfe y que los parásitos sin
mérito ni cultura desaparezcan. Quiero que se sigan leyendo libros y escuchando
buena música.
§
Quiero que se
erradique de la faz de la Tierra el yogur de galleta.
§
Quiero amor, del
que sea pero mucho y bueno.
§
Quiero que
arregles un poquito este mundo, que lo tienes hecho unos zorros. Que le
expliques al karma a quién tiene que darle por culo, que anda un poco perdido.
Querido (presuntamente)
2015, esas son mis exigencias, además de un helicóptero y un millón de dólares
en billetes pequeños, no marcados y no consecutivos. Olvida eso último. Dónde
iba a aparcar el helicóptero y seguro que el dinero me lo acababa gastando todo en
el Primark.
Si consideras mis peticiones
exageradas, reduzcámoslo a una: déjanos en paz. Limítate a no jodernos demasiado,
que ya nos las apañaremos nosotros para crear los buenos tiempos.
Sinceramente tuya (bueno, ni
sinceramente ni tuya hasta que te lo merezcas),
La limona.
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